Quienes siguen insistiendo, como si la realidad no existiera, respecto a las causales de carácter monetario para explicar la inflación y aluden una y otra vez respecto al tema de la emisión, y en ese marco colocan el famoso dicho del “plan platita” que estaría impulsando el gobierno, la verdad que no tienen ningún elemento para justificar las estupideces que están diciendo
Si se mide al 22 de octubre la base monetaria de la economía argentina y se la compara con el mismo momento del año anterior, la base monetaria creció el 33,3%. Si tomamos en cuenta la evolución de la circulación monetaria, en realidad, es del 30,5 %. Como puede observarse, ambos porcentajes, la evolución de la base, y la evolución de la circulación, están bien por debajo, -casi 20 puntos- de la evolución de la inflación. Es decir, han caído en términos reales. Con lo cual, en términos de emisión monetaria estamos hablando de una situación contractiva y no de expansión. Por lo tanto, lo que algunos vienen argumentando carece de todo fundamento y rigor científico.
A esto hay que agregar que no se observa tampoco en este contexto, una huida generalizada de la gente respecto a la moneda porque tenemos una evolución de los depósitos totales en el sistema financiero de aproximadamente 50,6% en línea con la inflación.
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Por otra parte, tampoco se observa una situación de recalentamiento de la economía a partir de los préstamos que han crecido en términos interanuales del 38,4%, es decir, tenemos una evolución de los depósitos por encima de los préstamos y tenemos una evolución de los préstamos por debajo de la evolución de los precios.
El Banco Central ha comparado el dinero en manos de la gente, del público, lo que se denomina M1, a septiembre del 2021 con el promedio de la última década, el promedio de la última década da 5,6% del producto, hoy da 4,2%, es decir, estamos por debajo del promedio de la última década. Y si consideramos M2, es decir, el dinero más los depósitos, el dinero comparado de la última década, estamos hoy en el 10,1%, versus el 11,2%.
Es decir, todo lo que se dice respecto al problema que supone la evolución monetaria, la emisión, es un verdadero disparate. El argumento respecto a que el déficit podría causar cuestiones inflacionarias pasa por alto un hecho fundamental objetivo, que es el tema de la existencia de capacidad ociosa en la economía argentina, es decir, prácticamente un 35%, 40% del parque productivo de la Argentina no está funcionando. Por lo tanto, si hubiese una expansión de la moneda por vía de una expansión de la demanda por vía del déficit, tendríamos un impacto virtuoso en términos de inducir el uso de la capacidad ociosa, y esto aceleraría la tasa de crecimiento del producto.
Todos esos fantasmas pasan por alto una discusión seria respecto al problema que efectivamente explica la cuestión inflacionaria y que ciertamente es otro. La inflación no es otra cosa que una disputa por la distribución y el reparto de los ingresos al interior de la sociedad, donde cada uno de nosotros, cada actor, cada sector, es un precio de la economía.
Del mismo modo que los trabajadores son en el funcionamiento de la economía los salarios, que quienes están marginados y en situación de informalidad y cobran planes a través del presupuesto público, o las empresas que se expresan a través del precio de sus productos, o quienes se expresan a través del tipo de cambio, los exportadores y los importadores, o quienes especulan financieramente y que están vinculados a la tasa de interés. El modo en que se mueven los precios determina, cuando uno avanza respecto al otro, quien se queda con mayor tajada en la distribución del ingreso.
La situación inflacionaria tiene que ver con una disputa en la sociedad donde el estado no logra poder ordenar el sistema de precios de manera tal de garantizar una situación de justicia en el reparto del ingreso, y al mismo tiempo enhebrar la relación entre los precios para poder inducir un proceso de desarrollo.
De esto es de lo que se está hablando cuando se habla de inflación. No hay una sola causa. En general son múltiples, porque participan muchos actores, y la razón por la cual se dispara una disputa inflacionaria puede ser diferente en cada coyuntura. Obviamente en un país como el nuestro, que tiene un profundo desequilibrio externo en razón de su inserción dominantemente financiera y primaria en términos productivos, con altos niveles de endeudamiento y fuga, por lo general los impactos en el tipo de cambio que le plantean las situaciones del estrangulamiento externo, son lo que suelen disparar los fenómenos de disputa en la distribución del ingreso en mayor medida.
Esta es la discusión de la inflación. Es la discusión de la disputa sobre la distribución del ingreso. Obviamente hay sectores que tienen una mayor capacidad para hacerlo y son los que terminan llevándose buena parte de la tajada cuando se da esta discusión. El hecho de que 50 empresas en la Argentina sean las que concentran buena parte de los dólares que la Argentina consigue en el mundo, les permite una posición dominante en el contexto de la discusión inflacionaria, porque tienen la capacidad de disponer de divisas que otros actores de la Argentina no tienen. O aquellos que como los grupos empresarios y empresas trasnacionales, que muchas veces coinciden con quienes detentan la capacidad de obtener divisas y que además controlan mercados completos. Así, el 6% de las empresas concentran el 85% del mercado en alimentos, el 7% de las empresas concentran el 93% del mercado en bebidas, el 11% del total de las empresas concentra el 83% del mercado de medicamentos, el 7% de las empresas concentran el 82% del mercado del sector químico, el 6% de las empresas del sector metalúrgico se queda con el 90% del mercado, el 4% de las empresas en el sector cemento, se lleva el 71% del mercado, el comercio minorista, el 0,6% de las empresas concentra el 70% del mercado, y así sucesivamente. Por lo tanto quienes tienen disponibilidad de divisas, capacidad de acumulación financiera y control sobre los diferentes mercados tienen una posición privilegiada a la hora de disputar la distribución de los ingresos.
El fenómeno inflacionario de la Argentina expresa esa disputa y supone una puja social respecto al modelo de crecimiento que debe seguir la sociedad.
Hay sectores que parece que tienen problemas para aceptar las pérdidas de privilegios resultantes del escenario legado por el macrismo. Un escenario donde había alimentos caros, por lo tanto, salarios baratos, tasas de interés altas que impedían los préstamos pero que posibilitaban la especulación financiera y el sobreendeudamiento, tarifas altas que elevaban los costos de producción y por lo tanto con salarios bajos que no generaban mercado, y costos de producción altos, la producción argentina se hacía añicos, ya que al mismo tiempo abrían el mercado al ingreso de las importaciones.
Nosotros necesitamos ordenar un esquema de precios distintos, con tarifas de la energía más baratas, con salarios reales más altos, con alimentos baratos, con tasas de interés más bajas que nos permitan armar un contexto que promueva el desarrollo industrial. Esto es, en el fondo, lo que se debate el conflicto inflacionario.