La convertibilidad, conocida también como "el uno a uno", fue la política monetaria argentina que rigió durante los años 90 y marcó una etapa en la historia económica del país. Un 6 de enero de 2002, bajo la presidencia de Eduardo Duhalde, se despidió de esta estrategia con una fuerte devaluación del peso, poniendo fin a una era que, si bien trajo estabilidad inicial, terminó en una crisis sin precedentes durante el 2001.
Pero, ¿en qué consistía la convertibilidad? ¿Cómo funcionaba y se llevó a cabo, y por qué terminó fracasando esta política monetaria? En este artículo repasamos su historia, a 22 años de su final.
¿Qué fue la convertibilidad y cómo funcionaba?
La convertibilidad fue una respuesta a la incapacidad de la democracia argentina para solventar los desafíos económicos del país, especialmente tras las hiperinflaciones de 1989. Esta política, impulsada por Domingo Cavallo bajo la presidencia de Carlos Menem en 1991, buscaba estabilizar la economía mediante la paridad del peso argentino con el dólar estadounidense. Se introdujo una nueva moneda, el peso convertible, y se fijó el tipo de cambio por ley, asegurando a los ciudadanos la posibilidad de convertir sus pesos en dólares a voluntad.
La financiación de la convertibilidad en Argentina se basó en varios pilares, entre ellos la atracción de inversiones extranjeras, la liberalización financiera y un ambicioso programa de privatizaciones. En sus inicios, la estrategia generó un efecto positivo, reduciendo la inflación y estabilizando la economía. Las reformas, como la apertura comercial y la desregulación, junto con la paridad del peso con el dólar, incentivaron la entrada de capitales extranjeros, especialmente fondos especulativos que, aprovechando el tipo de cambio fijo, utilizaban la tasa de interés para generarse ganancias en pesos y luego transformarlas en dólares.
El uno a uno generó un impacto positivo inicial. La economía argentina experimentó una estabilidad inédita, con una inflación que se redujo significativamente y un crecimiento económico notable entre 1991 y 1994. Sin embargo, para que las reformas monetarias fueran exitosas, se requerían cambios concretos en la economía real. Cavallo implementó un plan de apertura y liberalización, incluyendo la desregulación y una apertura comercial y financiera. Estas medidas, si bien aumentaron la confianza y atrajeron capitales extranjeros, también expusieron al país a vulnerabilidades económicas severas en el mediano plazo.
Así, con el tiempo, este modelo comenzó a mostrar fisuras. La dependencia de la economía argentina de los flujos de capital externo la hacía vulnerable a los cambios en la confianza de los inversores internacionales. Además, la fijación del tipo de cambio al dólar llevó a un atraso cambiario, perjudicando la competitividad de las exportaciones argentinas y promoviendo un aumento de las importaciones. Esto resultó en déficits comerciales y de cuenta corriente, incrementando la deuda externa y reduciendo las reservas en divisas.
¿Por qué cayó la convertibilidad?
La situación financiera del país se complicó aún más cuando Brasil, uno de los principales socios comerciales de Argentina, devaluó su moneda en 1999. Esta devaluación hizo que los productos brasileños fueran más baratos y competitivos en el mercado internacional, mientras que los productos argentinos, atados al valor del dólar, se volvieron más caros y menos atractivos. La economía argentina, ya debilitada por la crisis internacional del "Efecto Tequila", sufrió un duro golpe, con un impacto negativo en las exportaciones y un agravamiento de la recesión económica.
La combinación de estos factores, junto con un creciente déficit fiscal, llevó a una crisis de confianza entre los inversores, resultando en una fuga de capitales y una severa restricción en el acceso a financiamiento externo. La rigidez del sistema de convertibilidad, que no permitía una devaluación flexible del peso frente al dólar, exacerbó la crisis, llevando a la economía argentina a una situación insostenible, sostenida sólo artificialmente en los últimos años por el programa económico y financiero acordado con el FMI.
La incapacidad de generar ingresos suficientes para pagar la deuda y mantener la paridad con el dólar desencadenó la crisis económica, política y social que culminó en el colapso de la convertibilidad a finales de 2001. La convertibilidad tuvo un alto costo social, tanto en sus primeros momentos cómo durante su caída. El desempleo aumentó drásticamente debido a políticas de liberalización económica y privatizaciones. Estas reformas, si bien mejoraron algunos servicios, también llevaron a un incremento de la desocupación y un deterioro en las condiciones de vida de muchos argentinos.
La salida del uno a uno, tras la crisis del 2001, fue implementada por el gobierno de Eduardo Duhalde, y comenzó con la aprobación de la Ley 25.561 el 6 de enero de 2002. Esta ley derogó los aspectos claves de la Ley de Convertibilidad de 1991, eliminando la paridad entre el peso y el dólar, así como la exigencia de mantener reservas equivalentes al 100% de la base monetaria. A pesar de las declaraciones iniciales de Duhalde, que prometían respetar la naturaleza de los depósitos (dólares o pesos), diversos decretos de necesidad y urgencia llevaron a la pesificación forzosa de créditos, deudas y depósitos bancarios, y a la estatización de parte de la deuda privada.
Además, se pesificó la deuda pública nacional, provincial y municipal regida por ley argentina, ajustando la conversión a $1,40 por cada dólar. Estas medidas marcaron el fin oficial de la era del uno a uno y representaron un cambio fundamental en la política monetaria y económica del país para los siguientes años.