"No sabés nada de economía, lo que decís es propio de un ignorante", señaló en más de una ocasión, en persona y a través de las redes a sociales, el economista y pre-candidato presidencial Javier Milei cada vez que se pretende refutar algunos de sus “argumentos económicos”. Esta vez la crítica provino del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), cuyos investigadores realizaron un estudio sobre el impacto en la Argentina de una posible dolarización de la economía. Un extenso trabajo, con distintas modelizaciones de su aplicación, resumió que esa política solo podrá empeorar la recesión, al igual que con un tipo de cambio fijo; extenderá la desigualdad de ingresos entre grupos económicos especializados en el sector transable (exportables) y el otro en los sectores no transables (de consumo interno).
“Suponemos que las fricciones financieras y los mercados incompletos impiden que estos grupos se presten entre sí u ofrezcan acuerdos de seguros. Otro costo es la pérdida potencial del rol de 'prestamista de último recurso' para los bancos, un rol que típicamente asumen los bancos centrales con la liquidez provista por el potencial para la creación de dinero”, señaló el documento realizado por los investigadores Tomás Caravello (Economista UTDT y PhD de Economía, MIT), Pedro Martínez Bruera (candidato canadiense a PhD y especialista en macroeconomía) e Iván Werning (Profesor de Economía y de Macroeconomía International, Políticas Publicas, Monetarias, Impuestos y Finanzas del MIT). Seguramente para Milei son tres “ignorantes que no saben nada de Economía”.
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Tal como se viene discutiendo desde El Destape, los riesgos de una dolarización sobre salarios y actividad económica serían desastrosos. Pero ahora es la propia institución tecnológica estadounidense la que pone la discusión sobre la mesa, advirtiendo de los peligros de una “transferencia de señoreaje (impuesto sobre la emisión de pesos) a extranjeros y la pérdida de una política monetaria independiente, tanto de tipo de cambio como de tasas de interés, para responder a shocks futuros”.
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De la mano del mediático economista Milei, asesorado por el ideólogo de la medida Emilio Ocampo (UCEMA), volvieron como respuesta a la inflación propuestas de dolarización, que ya fueron rechazadas. Sin embargo, resurgieron y ganaron tracción en Argentina en medio de la carrera presidencial y la escalada de los precios. “Si bien la dolarización tiene varios costos, el enfoque de este artículo es uno que se pasa por alto: la dinámica inducida por la dolarización de una economía que tiene una escasez inicial de dólares”, señaló el estudio. El análisis evidencia que la dinámica de transición resultante es equivalente a la de una “parada repentina”: el consumo de bienes transables cae, el tipo de cambio real se deprecia abruptamente por una caída discreta en los precios y salarios internos seguida por una apreciación gradual de la inflación positiva.
Parada repentina
“Con rigideces nominales, la economía primero cae en una recesión. Esto es cierto incluso si se permite que todos los precios y salarios se ajusten de manera flexible según el impacto. La subsiguiente recuperación de la actividad siempre “sobrepasa” el estado estacionario: el sector de bienes no transables pasa de la recesión inicial a un auge, luego vuelve a su estado estacionario. El análisis de los economistas de la alta casa de estudios del establishment económico advierte que, debido a la escasez de reservas de divisas o a la falta de crédito externo, la conversión de moneda nacional a “dólares” se realiza a una tasa desfavorable: dejando el saldo inicial de moneda extranjera por debajo de su estado estacionario de largo plazo”.
En uno de los escenarios planteados en el informe, se establece que si los saldos iniciales son lo suficientemente grandes, la economía alcanza inmediatamente un equilibrio de estado estacionario, cambiando sin problemas de moneda nacional a moneda extranjera. “Sin embargo, este ya no es el caso cuando los dólares son inicialmente escasos, debido a reservas limitadas, crédito limitado y tenencias bajas de dólares preexistentes. En esta situación de escasez, la economía experimenta una transición no trivial hacia su estado estacionario”, detalló el informe.
Los analistas consideran que los precios pueden no ser muy rígidos antes de la dolarización. Sin embargo, esto no es necesariamente relevante después de que se adopte la dolarización, ya que no se espera que la inflación se mantenga tan alta como antes. De todos modos, los saldos monetarios deseados pueden ser bastante bajos antes de la dolarización, debido al alto impuesto inflacionario. Sin embargo, lo relevante es el valor de estado estacionario de los saldos monetarios bajo la dolarización, que puede ser significativamente mayor.
“Nuestros resultados principales destacan cómo el resultado de equilibrio se parece al de una parada repentina (autoinfligida): una cuenta corriente y un desequilibrio comercial temporalmente positivos, provocados por una caída discreta en el consumo de bienes transables que luego aumenta lentamente hacia su estado estacionario”, agregó. En efecto, para un caso de referencia estas dinámicas se resuelven sin referencia al sector no transable (dedicado el consumo interno).
“Intuitivamente, el consumo transable cae a medida que los agentes buscan ahorrar para aumentar su stock de divisas. Dicho de otra manera, los saldos monetarios reales bajos elevan la tasa de interés interna (o tasa sombra) y esto reduce el gasto. Nuestra caracterización de parada repentina tiene implicaciones inmediatas para los bienes no transables”, sintetizaron los especialistas.
Caída de ingresos
Sin rigideces nominales, la limpieza del mercado requiere que los precios y salarios del sector no transable caigan discretamente, para luego recuperarse en el tiempo en línea con la recuperación de los transables. Dicho de otra manera, el tipo de cambio real debe caer con el impacto y luego recuperarse con el tiempo. No obstante, en presencia de rigideces nominales, el precio de los bienes no comerciables (o el tipo de cambio real) puede ser demasiado alto o demasiado bajo en cualquier momento, y tales desajustes de precios conducen a recesiones o auges en los bienes no transables.
“Si el precio (en dólares) permanece en su alto valor original antes de la dolarización, entonces habrá una recesión y el precio tenderá inicialmente a bajar y luego subirá de nuevo a su estado estable. Sin embargo, debido a que el aumento de precios es lento, los precios se atrasan y se vuelven demasiado bajos. Así, el sector no transable comienza en recesión, pero luego entra en auge antes de volver a la normalidad”, explicaron.
“Desde nuestro punto de vista, esto puede capturar de manera realista que tras la dolarización, los agentes privados pueden tratar de mantener aproximadamente sus precios o salarios actuales en términos de dólares. En otras palabras, nuestro modelo macroeconómico de equilibrio general puede exigir una fuerte depreciación real, pero ¿es realista suponer que los agentes privados lo sabrán en un santiamén? Si por cualquiera de las razones, el precio inicial se fija demasiado alto, entonces la recesión inicial es más profunda y duradera. De hecho, la situación es entonces similar a la de un régimen de tipo de cambio fijo, tipo de cambio fijo o caja de conversión”, resumió el informe.
En toda economía hay dos grupos de agentes: el primer grupo son rentistas especializados en el sector transable, que vive de su dotación de bienes de exportación (por ejemplo, materias primas); el otro grupo está especializado en el sector no transable, proporcionando mano de obra para producir bienes no transables. Los mercados financieros son imperfectos, por lo que estos grupos no pueden pedir prestado unos a otros ni asegurarse unos a otros. Esta heterogeneidad tiene implicaciones no triviales para la dinámica agregada, pero lo más notable es el desglose entre grupos. En particular, la dolarización puede perjudicar desproporcionadamente al grupo especializado en el sector no transable”, aseguró el informe del MIT.
Estos agentes no tienen acceso directo a dólares provenientes de las exportaciones y el precio del bien que venden cae. Este efecto pecuniario negativo hace más difícil para este grupo acumular rápidamente saldos en dólares.
En resumen, una dolarización cuando los dólares son escasos induce efectivamente una “parada súbita” que reduce el consumo de bienes transables en todo momento, creando un superávit en la cuenta corriente para acumular dólares. En simultáneo, las personas recortan su consumo para aumentar sus saldos monetarios. Dicho de otra manera, la escasez de dinero aumenta la tasa de interés, lo que induce a las personas a ahorrar. “En otras palabras, la dolarización produce una caída discreta en los precios del dólar seguida de una inflación positiva. Es decir, el tipo de cambio real se deprecia inicialmente y se aprecia gradualmente con el tiempo hacia su estado estacionario”, advirtieron los especialistas Caravello, Martínez Bruera y Werning.
Por último, el hecho de que las reservas internacionales no son suficientes para convertir completamente el stock de pesos a dólares implica que, en ausencia de cualquier otra fuente de liquidez, el tipo de cambio tendría que depreciarse si se produjera una dolarización. “En pocas palabras, al tipo de cambio anterior a la dolarización, no hay suficientes dólares para convertir todos los pesos existentes. Debido a la gran incertidumbre con respecto a la implementación de una política de dolarización, cualquier calibración es ciertamente especulativa”, concluyó el informe.
Los defensores de la dolarización afirman que los agentes ya tienen un stock de moneda extranjera que podría usarse como dinero en caso de dolarización. Pero la tenencia de rentas es heterogénea entre los agentes. Por lo tanto, la dolarización tendrá un impacto diferente dependiendo de quién tenga el stock de dólares existente. En segundo lugar, los hogares tienen diferentes fuentes de ingresos. Si un hogar obtiene ingresos del sector transable, es probable que sus ingresos se muevan junto con la producción en este sector.
Por ejemplo, si un individuo posee una finca que produce cultivos exportables y obtiene sus ingresos de la venta de esos cultivos, sus ingresos se mueven uno a uno con lo que sucede en el sector transable. Por otro lado, los agentes que están ligados al sector no transable (por ejemplo, los trabajadores del sector no transable, que es por lejos el más grande en términos de empleo en Argentina) estarán mucho más expuestos a las fluctuaciones del tipo de cambio real. Esta heterogeneidad cambia la dinámica de acumulación de divisas cuando ocurre una dolarización.