Qué va a hacer Milei finalmente con la dolarización de la economía

La dolarización podría ser una decisión desesperada si el plan económico del ministro Luis Caputo no logra estabilizar la economía en los próximos seis meses.

30 de abril, 2024 | 00.05

La intención de dolarizar se mantiene como prioridad en la agenda del presidente Javier Milei y medidas como la licuación de los ahorros de los argentinos que impulsa el Banco Central van en esa dirección, pero aún así crece la idea de que la dolarización puede ser una decisión desesperada si el plan económico del ministro Luis Caputo no logra estabilizar la economía en los próximos seis meses. Las medidas como la baja de tasa de interés de la política monetaria que dispuso el BCRA pueden estar orientadas a preparar el terreno para la dolarización, pero también pueden leerse como un esfuerzo por reducir la monetización por la tasa de interés de los depósitos para compensar la monetización por efecto de la compra de títulos públicos en el mercado secundario para financiar la colocación de deuda del Tesoro.

En la medida que el BCRA mantenga la práctica de sostener el valor de los títulos públicos con la intervención en el mercado secundario se verá obligado a compensar la emisión necesaria para ese propósito con la caída de remuneración de los depósitos encajados en el BCRA, con un efecto que perjudica a los ahorristas en beneficio de los mercados financieros. Pero esa compensación en perjuicio de ahorristas está también en el centro de la creencia ideológica del presidente Milei, para quien solo es la emisión monetaria la causante de la inflación, aunque su gabinete ya abandonó esa postura por la aceptación de la multicausalidad, entre ellas la pretensión de ganancias de las empresas y la presión sindical de recuperar el poder adquisitivo del salario.

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En la medida que esa puja distributiva no logre ser controlar con la recesión económica que genera la falta de monetización de la economía, los planes para mostrar en seis meses un éxito en la baja de inflación pueden impulsar el plan de “dolarización desesperada” como la definió el economista Jorge Carrera, ex director del BCRA. La combinación de una recesión, con caída de ingresos y aumento del desempleo, mientras la inflación no baja todo lo esperado, conducirán a una nueva devaluación que busque un nuevo punto de equilibrio y en ese escenario la “fuga ideal” hacia adelante sería una dolarización que acompañe “la última devaluación”, abandonando hasta la idea de la competencia de monedas.

“Hay una probabilidad muy alta que este Gobierno, en una reacción temeraria ante un panorama negativo, use una dolarización como una apuesta ‘all in’ (todo o nada)”, dijo Carrera. En la discusión sobre la conveniencia económica de una dolarización está mayormente saldada tanto en contra por la renuncia a los instrumentos decisivos para plantear un proyecto de desarrollo del país, tener instrumentos para protegerse de los shock económicos externos y maps específicamente por la falta de dólares poder concretarla.

El ex presidente del BCRA, Miguel Pesce, estimó que en el mejor contexto de estabilidad de los depósitos para dolarizar al tipo de cambio actual de 864 pesos se necesitan 31.500 millones de dólares líquidos; es decir, no los que figuran como reservas internacionales del BCRA sino los dólares que se adquieren en el mercado de cambios. “A un tipo de cambio de $1.000 se necesitarían 27.200 millones de dólares”, calculó. Y planteó que, si se quisiera dolarizar con los 11.000 millones de dólares que el BCRA compró en el mercado durante la presente gestión, “el tipo de cambio necesario sería del orden de los 2.487 pesos”.

El planteo a la dolarización fue rechazado por el Gobierno de Estados Unidos, a través de comunicaciones no formales de las Reserva Federal y el Departamento del Tesoro, y más explícitamente por el Fondo Monetario Internacional. En ambos casos, el de la administración de EEUU y el del FMI, se desprende que no quieren ser vistos como los responsables del experimento que tiene muy bajas probabilidades de ser exitoso.

 Pese a la resistencia de EEUU y el FMI, Milei estimó que para implementar el esquema de transición de Ecuador (que es su modelo) se está “bastante cerca”. “Si lo intenta va a ser un tiempo antes de las elecciones de 2025. Por qué él sabe que ahí no puede perder”, estimó Carrera. Sin embargo, mantener abierta la opción de dolarización genera una incertidumbre fundamental o profunda sobre la economía argentina.

A principios de abril, el presidente Milei justificó en el temor a ir preso la decisión de no dolarizar apenas inició su gestión. En un reportaje con Bloomberg, dijo que estaba dispuesto a vender a 18 dólares activos del Banco Central que tienen un valor de 100 dólares de valor nominal. “Es muy probable que si yo hubiera hecho esa operación a precio de mercados, la política hubiera dicho que ahí hubo una estafa, nos hubieran acusado de un negocio turbio y nos hubieran mandado a la cárcel”, explicó.

Esos activos que quería vender a 18 dólares hoy en el mercado valen cerca de 60 dólares, lo que hubiese significado liquidarlos a una tercera parte del valor actual o menos de la quinta parte del valor nominal. Para Milei, eso es operar a valor de mercado y si la ganancia era del sector privado y la pérdida del sector público había que aceptarlo y nadie debería ir por eso a la cárcel.

Fracasado el programa inicial, Milei planteó que sigue buscando la dolarización vía el ajuste fiscal “sin precedentes en la historia de la humanidad” que le permita ir desmantelando lentamente los controles que pesan sobre el movimiento de capitales y llegar a la dolarización. Ese camino es el que se puede acelerar si la inflación no baja y las movilizaciones sociales como la del 24 de marzo por la democracia y los derechos humanos, la del 23 de abril por la defensa de la educación pública y el presupuesto universitario, la que se espera para el 1° de Mayo y el paro del 9 de mayo van demoliendo la imagen positiva del presidente, como empezaron a reflejar las encuestas.

Las dos principales preocupaciones de los argentinos son la inflación y la desocupación, y el plan gestado desde Casa de Gobierno no logra atacar a las dos simultáneamente. O baja la inflación a costa de aumentar el desempleo y llevar la economía a una depresión inédita o acepta una demora en la baja de la inflación para reactivar la economía. La encerrona de Milei.