Restricción externa y limitaciones internas de una economía bimonetaria

La restricción externa es el principal limitante para el crecimiento económico sostenido en los países que no emiten la moneda de referencia global.

22 de febrero, 2022 | 00.05

En una nota anterior introdujimos dos conceptos centrales para entender la economía política: bienes básicos y costos de producción. Para refrescar: mientras que con “costos de producción” hablamos del costo de cada uno de los insumos que son utilizados en la creación de un bien/servicio, incluyendo la remuneración de quién lo produce; con la idea de “bienes básicos” buscamos referir a aquellas mercancías que están presentes, de manera directa o indirecta, en la producción de otras mercancías. Esos conceptos fueron útiles para entender cómo el tipo de cambio modifica la distribución del ingreso y expresa los intereses en puja detrás de la determinación de los precios.

Ahora bien, entender que, dada la distribución del ingreso, los precios se explican por sus costos de producción y que algunos bienes están presentes en todos los demás permite explicar muchas más cosas sobre desarrollo económico. Una de ellas es la restricción externa, el principal limitante para el crecimiento económico sostenido en los países que no emiten la moneda de referencia global.

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Antes que nada hay que comprender que el dólar es un bien básico. De manera directa o indirecta, está presente en todos los bienes que consumimos los argentinos. Y que, por ese motivo, forma parte de los costos de producción de todas las mercancías. Luego, debemos ver que nuestro país no existe de manera aislada del mundo y que, por el contrario, el comercio y los vínculos financieros de Argentina con otras naciones son significativos. Estos vínculos económicos toman la forma de transacciones que son reflejadas, en términos contables, en la balanza de pagos; compuesta, grosso modo, por tres agregados principales: primero, la cuenta financiera, donde se reflejan flujos de capital tales como las inversiones extranjeras directas e inversiones de cartera, segundo la cuenta corriente, que incluye la balanza comercial, de servicios, el ingreso primario (donde se contabilizan los pagos de intereses de la deuda externa) y secundario, y, finalmente, la variación de reservas del Banco Central de la República Argentina. La condición es que, en el consolidado, las tres cuentas deben estar equilibradas.

De esta manera, por ejemplo, un déficit de la cuenta corriente debe ser compensado con financiamiento del resto del mundo, lo que equivale a un superávit de la cuenta financiera. En caso de que ambas cuentas, financiera y corriente, sean superavitarias o que el resultado positivo de una supere el negativo de la otra, la consecuencia es la acumulación de reservas. Caso contrario, observaríamos pérdidas en las reservas del BCRA. Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la restricción externa, el desarrollo económico, el dólar y su condición de bien básico? Todo.

El crecimiento de la economía nacional tiene como condición necesaria que aumenten las cantidades producidas en el país. Lo que, lógicamente, implica una demanda creciente de dólares por estar, la divisa, presente en cada una de las mercancías elaboradas a través de la necesidad de importaciones y, en general, en la canasta de consumo que compone el salario de los trabajadores. Así, mantener el crecimiento de manera sostenida impone una condición de sustentabilidad: que las transacciones con el resto del mundo reflejadas en la balanza de pagos tengan un nivel de superávit suficiente, o lo que es lo mismo: muestren un ingreso de dólares suficiente, para poder financiar la demanda de divisas que implica la producción de mercancías en Argentina. Ese limitante al crecimiento dado por las transacciones con el resto del mundo es, en síntesis, lo que se conoce como restricción externa.

Pero todavía resta una complejidad: la Argentina es una economía bimonetaria. Esa característica hace que, frente a la volatilidad de los precios, del tipo de cambio y a rendimientos en moneda local que no logran compensar la incertidumbre, gran parte del excedente del sector privado sea destinado a dólares para atesoramiento. Por lo que la restricción externa se acentúa: no sólo necesitamos dólares para producir más, sino para sostener la dolarización de cartera de los individuos.

De este diagnóstico se desprende que todo proceso de crecimiento debe respetar condiciones de sustentabilidad dadas por la oferta de la divisa norteamericana en nuestro país y que toda estrategia de desarrollo tiene que tener como objetivo principal dejar atrás el bimonetarismo, disminuir el contenido importado de los productos locales y aumentar las exportaciones. En un contexto que incluye al Fondo Monetario Internacional, la conciencia de estas limitaciones debería ser más alta que nunca.