Resulta imposible establecer en qué medida el resultado de las PASO obedeció a la gestión económica y en qué medida a la sanitaria, los dos mayores desafíos que enfrentó el gobierno a poco de asumir. En cualquier caso, existen pocas dudas de que, con salarios que durante el segundo trimestre de 2021 perdieron 5,3 por ciento en relación al mismo período, macrista, de 2019, y con una inflación que anualizada llega al 51,4 por ciento, resultaba evidente que la economía no iba a ser un factor que traccione el voto oficialista.
A esto se refirió CFK en su famosa carta, cuando señaló que “(…) leo economía y política y trato de ver la realidad. Una realidad que me indicaba que en el año 2015 perdimos las elecciones presidenciales en segunda vuelta y por escasa diferencia, con el mayor salario en dólares de Latinoamérica -que representaba más del doble del salario actual-, y con una inflación que era menos de la mitad que la actual (…)”.
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Incluso, otro tramo de su carta da por hecho el viraje que imprimirá el gobierno para el último tramo del año. Allí señala CFK que en el Presupuesto 2021 se estableció que el déficit fiscal iba a ser del 4,5% del PBI, y que siendo que a cuatro meses de terminar el año el mismo es del 2,1% del PBI, “Faltan ejecutar, según la previsión presupuestaria, 2,4% del PBI… más del doble de lo ejecutado y restando sólo cuatro meses para terminar el año”.
Es decir, que en los próximos meses el gobierno debería cumplir con la ejecución, de más 800.000 millones de pesos, más allá de la voluntad del FMI y cuyo grueso muy probablemente irá a revertir la caída en el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, AUH, planes Potenciar Trabajo y Progresar. De hecho, un informe de la Universidad Nacional del Moreno señaló que estos ítems representaron este año el 55 por ciento del gasto total del sector público.
El dilema Guzmán
Desde el sector kirchnerista del gobierno, se apuntó contra Guzmán por su sesgo conservador y fiscalista, que se evidencia en el hecho de que, tal como lo reveló el informé del Centro CIFRA de la CTA, por fuera de los subsidios a los servicios públicos (que también buscaba disminuir Guzmán mediante un incremento tarifario), el gasto primario en el primer semestre de 2021 fue prácticamente igual al del mismo período, de ajuste macrista, de 2019, y en el cual no se renovaron programas claves como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Un equilibrio macroeconómico que, en medio de una economía que se encuentra un dos por ciento debajo de aquel 2019 de ajuste y acuerdo con el FMI, con una pandemia sin finalizar, y con pérdida de poder adquisitivo, es en parte la explicación de la fuerte derrota del Frente de Todos en las elecciones.
Sin embargo, tal como también lo plantea Guzmán, la apuesta por dinamizar la economía vía gasto público, no resulta sencilla en el contexto de un país cuyo crédito internacional fue agotado por el macrismo, y cuyo crédito interno, en descenso, no pudo siquiera financiar, de acuerdo a la consultora Ecolatina, más de un tercio de las necesidades del Tesoro, cubriéndose las restantes dos terceras con utilidades y adelantos transitorios del BCRA, que hasta la actualidad superan los 850.000 millones de pesos.
Gran parte de esta “emisión montería”, es causante según Guzmán de la presión al dólar, causante a su vez de la aceleración inflacionaria.
En otras palabras, el actual ministro plantea que un gasto más generoso podría haber tenido como consecuencia peores niveles de ingresos reales, a raíz de una aceleración de la ya por si alta inflación. La respuesta a este dilema entre gasto público e inflación es contra-fáctica pero si podrá observarse los resultados de la onda expansiva en el gasto, que la misma CFK dejó entrever, durante el último cuatrimestre del año. Entonces, podrá advertirse cuan prudente, o errónea, fue la apuesta del gobierno a contener el gasto, no solo por lo que resulte del valor del dólar y su derivación inflacionaria, sino fundamentalmente por el resultado social y electoral.
Por cierto, que para esto, otro elemento también deberá tallar, como lo es la política, para cuestiones tan centrales como el control de precios o la influencia para apuntalar el salario real privado. Política, dólar, e inflación, tendrán así la respuesta de las próximas elecciones, en medio de la lluvia de pesos que ahora si planea lanzar el gobierno para revertir la caída de ingresos y el consumo.