Las negociaciones con el FMI para redefinir las metas del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado el año pasado lucen más que atrasadas. Al Gobierno nacional le urge recibir los desembolsos en DEG para cancelar aquellos vencimientos pateados para fin de mes. A su vez, sabe que debe juntar divisas ante un mercado financiero con la capacidad de iniciar una corrida cambiaria en cualquier momento. El tiempo corre y el Fondo presiona por una devaluación directa y un mayor ajuste del gasto público. En el mientras tanto, el Ministerio de Economía piensa en diferentes medidas para incentivar a los productores de maíz a vender las 5,5 millones de toneladas almacenadas. Sumado a los stocks de sorgo, cebada y girasol, podrían generarse exportaciones por 2000 millones de dólares en el corto plazo. El maíz es un insumo sensible. Cualquier modificación en su esquema de comercialización podría incidir en los precios de la industria aviar, porcina, láctea y la carne vacuna. En el caso de la soja, todavía existe un remanente que oscila entre los 8 y 10 millones de toneladas. El Dólar Soja 4 llegaría luego de las PASO. .
El 31 de agosto vence la actual edición del Dólar Agro, que estableció un tipo de cambio diferencial de 300 pesos para las exportaciones de las economías regionales. Fue el complemento del Dólar Soja 3. En el caso de la oleaginosa, se adelantaron ventas por 5100 millones de dólares. En su momento, el ministro Sergio Massa había manifestado que por las economías regionales ingresarían otros 4000 millones. Pero una cosa es la soja y otra los productos que no pueden guardarse en silo bolsa.
Las economías regionales liquidaron apenas 500 millones de dólares, según los datos desagregados de la Bolsa de Comercio de Rosario. Además, con un tipo de cambio oficial ubicado en los 280 pesos, el actual esquema de beneficios perdió “atractivo” para los grandes productores que al igual que los sojeros esperan nuevas devaluaciones quirúrgicas.
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Por eso ahora el Gobierno puso el ojo en los remanentes de maíz. A partir de un acuerdo con los exportadores, el volumen de equilibrio para garantizar el abastecimiento interno de este cereal solo permite exportar un máximo de 20 millones de toneladas por año.
Según los datos publicados por la secretaría de Agricultura, el registro de las declaraciones juradas de ventas al exterior indica que al 21 de julio fueron autorizadas ventas al exterior por 14,6 millones de toneladas. Por ende, existiría un remanente de 5,5 millones.
La cotización en la Bolsa de Chicago coloca al maíz en los 250 dólares por toneladas. Por lo tanto, con una nueva devaluación quirúrgica para este sector – con un tipo de cambio cercano a los 350 pesos – podría incentivarse el ingreso de 1375 millones de dólares a las arcas del Banco Central.
El resto de los granos que podrían liquidarse con el nuevo beneficio – sorgo, cebada- no aportarían un gran volumen, mientras que por el girasol serían cerca de 500 millones de dólares, según los análisis realizados en el mercado granario.
“El nuevo beneficio exportador será para las economías regionales sumado el maíz”, señalaron a El Destape desde Agricultura. Con esta ecuación podrían orillarse cerca de 2000 millones de dólares.
Impactos
El maíz es un insumo clave para varias industrias alimenticias, como la aviar, porcina, lácteos y la ganadería vía feedlots. El uso forrajero de este cereal ronda el 70% de la demanda interna, de los cuales un tercio se destina a la industria ganadera, otro tercio al sector avícola, un 12% sería para los porcinos y la lechería consumiría el 19% del forraje.
En caso de implementarse un beneficio exportador para los productores de maíz, no es de extrañar que los diferentes eslabones de la cadena aviar, porcina, vacuna y lácteos remarquen precios en la misma cuantía que el nuevo beneficio exportador.
“Los primeros que van a golpear la puerta son los polleros. Van a reclamar una compensación o directamente van a trasladar todo a precio”, sostuvo ante El Destape un analista del mercado granario.
MÁS INFO
El precio de la carne es clave dentro del IPC. En febrero, tuvo un incremento cercano al 29% y otro 14% en marzo, según los relevamientos del Centros de Estudios de Política Argentina (CEPA). En mayo el alza fue del 1,9 y en junio del 1,5. Es decir que volvió a moverse muy por debajo de la inflación, tal como había ocurrido en 2022. Tal como es habitual en el sector, hacia el cierre del año los productores y el resto de la cadena presionarán para aplicar nuevos incrementos de precios, que se intensificarían en caso de aumentar los costos de forraje.
Soja también hay
Las grandes empresas de la industria sojera importaron 6,1 millones de toneladas de este grano durante el primer semestre, casi el triple de las compras realizadas durante 2022. La oleaginosa, que proviene principalmente de Paraguay y en menor medida desde Brasil, es utilizada por la industria para la producción de aceite y harina.
Según datos del Banco Central, entre enero y junio de este año, el costo de las importaciones temporarias fue de 2975 millones de dólares, que se cancelan una vez concretadas las exportaciones.
El informe Monitor Agroindustrial, elaborado por la cámara que nuclea a las exportadoras (CIARA CEC), afirmó que este año deberían importarse 10 millones de toneladas para poder alcanzar una molienda de 27 a 30 millones.
La actual cosecha de soja se redujo un 50% como consecuencia de la sequía. Pero granos hay. De acuerdo a los datos de las cerealeras, al primero de julio existía un stock de casi 11 millones de toneladas, valuadas en 6000 millones de dólares. Desde Agricultura y analistas de mercado señalaron que, por estas horas, quedarían entre 8 y 10 millones de toneladas guardadas en silo bolsa.
Luego de las PASO, podría llegar el Dólar Soja 4, fecha que coincide con el momento en donde el sector realiza pagos por fertilizantes y otros insumos. La semana pasada, este cultivo cerró en Chicago cerca de los 551 dólares por tonelada. Es decir, los grandes productores poseen entre sus manos 5000 millones de dólares que podrían saltar a un poco más de 6000 millones en caso de industrializarse para su venta al exterior.