Después de la reestructuración de deuda con el sector privado, el Gobierno arrancó el año con tres ejes de política económica:
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Reducción del desequilibrio fiscal, asegurando que la tasa de crecimiento de los ingresos evolucione por encima de la de las erogaciones. El gasto total presenta una disminución interanual, 1er. cuatrimestre 2021/1er.cuatrimestre 2020, en términos reales, del 13%.
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Uso de parte de las divisas del superávit comercial para intervenir en los mercados cambiarios alternativos y estabilizar el tipo de cambio en los mismos. Limitando la acumulación de reservas internacionales en el BCRA pese a los buenos precios internacionales de cereales y oleaginosas. El superávit comercial del 1er. cuatrimestre fue de u$s 4.001 millones y las reservas internacionales aumentaron u$s762 millones.
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Búsqueda de acuerdo con los organismos multilaterales de crédito (FMI y Club de París), con el mayor respaldo del exterior, realizándose dos giras globales con presencia del Presidente en la última.
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A su vez, se inició el Consejo Económico Social para ordenar la puja distributiva de empresarios y trabajadores, instando a los agentes económicos privados a impulsar la recuperación económica. Contando para ello con las condiciones macro delineadas por la política económica centrada en la prudencia fiscal, la estabilidad del tipo de cambio y el apoyo internacional recibido.
La política monetaria y fiscal deben ser expansivas para apuntalar la continuidad de la recuperación en el contexto de propagación del virus
Este diseño de política económica tuvo luces y sombras.
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Tuvo éxito en contener a las variables financieras. Durante el 1er. cuatrimestre 2021 la cotización del dólar “contado con liquidación” flotó estable en torno a los $155 y la tasa de interés de referencia de política monetaria permaneció inalterada en el 38% nominal anual.
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Pero falló frente a la inflación. En el primer cuatrimestre 2021 la inflación minorista general acumulada fue del 17,2% y la de alimentos del 18,8%. Cifra que consumió el 59,3% del pronóstico de inflación minorista anual del 29%, contenido en el Presupuesto 2021.
Esta apretada reseña de la política económica y su resultado frente al comportamiento de las variables nominales introducen el análisis en lo ocurrido a partir de mayo con la llegada de la “segunda ola” del virus. Este hecho generó el reclamo de distintos actores de la coalición, incluido quien esto escribe, de una revisión del esquema en curso.
Los temas en discusión fueron esencialmente dos:
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La suba de precios disparada por la presión de la demanda externa y el comportamiento de los monopolios de producción y comercialización de bienes esenciales.
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La continuidad de la prudencia fiscal ante la mayor demanda de atención sanitaria y nuevas restricciones a la movilidad de las personas.
Los debates y las acciones concretas se exteriorizaron en la política tarifaria para el sector energético, el cierre transitorio de las exportaciones de carne y otras potenciales regulaciones sobre el sector alimenticio, la proclama del 25 de mayo firmada por numerosas figuras públicas reclamando el uso de las divisas en el mercado interno y una reprogramación de los pagos de la deuda con los organismos multilaterales. Y en un plano más estructural, la recuperación plena para la gestión estatal de la Hidrovía.
La política económica entró en debate y esta semana se intentó encauzar al mismo con un encuentro, apenas difundido con una foto, entre los economistas de mayor peso institucional e influencia real en el seno de la coalición peronista gobernante. El gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el Ministro de Economía de la Nación, Martín Guzmán.
También mayo trajo las buenas noticias de una mayor acumulación de reservas internacionales en el Banco Central, alcanzando a u$s 2.371 millones en los primeros cinco meses del año y la puesta en marcha de un paquete de inversión en el sistema de salud y ayuda directa a empresas y familias por $ 485.000 millones, que revierte la contención fiscal seguida hasta el presente.
Venimos reflexionando desde esta columna y también en los informes de coyuntura emitidos por el equipo político-técnico del Senado bonaerense acerca de la primacía del orden de las cuentas externas sobre el equilibrio fiscal.
La política monetaria y fiscal deben ser expansivas para apuntalar la continuidad de la recuperación en el contexto de propagación del virus, e inclusive acelerarla. Pero sólo tendrán un efecto multiplicador virtuoso si se cumplen dos condiciones de borde:
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Equilibrio sostenido en las cuentas externas, expresado en un Banco Central robusto en reservas. El equilibrio externo permite mayor laxitud en el orden fiscal.
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Intervención del Estado en los mercados de bienes esenciales. Intervención con presencia directa como efector y/o a través de regulaciones.
Mayo implicó la apertura de un debate sobre el esquema económico seguido con posterioridad a la reestructuración de la deuda con el sector privado. Debate abierto en parte por la llegada de la “segunda ola” del virus y en parte por la aceleración en los precios.
El programa de vacunación ha avanzado con velocidad los últimos días y preanuncia un control efectivo de la pandemia en las próximas semanas, permitiendo una circulación segura de las personas y, por lo tanto, un mayor tránsito de bienes, movilidad clave para la expansión de la economía. Sin duda, será un éxito del Gobierno. La discusión continuará girando en torno a la velocidad y el alcance inclusivo de la recuperación. Algo que ya había anticipado Cristina en su discurso en el Estadio Único de La Plata en noviembre pasado respecto a impedir que el crecimiento sea apropiado por “cuatro vivos”.