Los fondos de inversión Pimco y Templeton son actualmente los principales tenedores de deuda en pesos que lanzó en su momento el gobierno de Cambiemos, los denominados bonos BOTES y BOPOMO. Con estos instrumentos, premonitorios en su nombre, el ex ministro de Finanzas Luis Caputo colocó desde mayo de 2018 entre inversores amigos hasta 100.000 millones de pesos para ganar tiempo hasta que finalmente decidieron acudir al auxilio del Fondo Monetario Internacional. "Se sabía desde el primer momento que era una operación desventajosa, pero hubo algún acuerdo que nunca conocimos y que aceitó esta colocación", explicó una alta fuente del equipo económico a El Destape. El resultado fue una pérdida millonaria también para estos fondos. Sin embargo, recién cuando el cambio de gobierno se presentaba inevitable (post PASO) empezaron a liquidar sus posiciones e irse del país. Todavía hay un fuerte remanente de esa migración que presiona sobre el precio del dólar bursátil o financiero y alienta una devaluación.
El Ministerio de Economía anunció que licitara bonos en dólares por un total equivalente a 750 millones, un volumen que estiman mantienen como remanente los fondos que acompañaron la gestión Cambiemos y que se quieren ir del país. Los fondos presionan sobre el precio del contado con liquidación, que sirve de referencia y que está más que inflado en los últimos días por la intervención de estos grandes jugadores. El contado con liquidación es una forma de dolarizar cartera adquiriendo bonos en pesos y vendiéndolos en el exterior en dólares.
Pimco y Templeton ya tienen los bonos, son los que lanzó casi ininterrumpidamente el macrismo hasta el colapso de 2018. Ahora los quieren rematar y como se les impidió operar en contado con liquidación, lo hacen a través de algún Agente de Liquidación y Compensación (ALIC), según reconocieron a este medio. La licitación que se hará en los primeros días de noviembre busca darles una salida que no impacte en el precio del dólar financiero ni en el nivel de reservas.
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La primera colocación fue en mayo de 2018, cuando la cartera de Finanzas a cargo de Caputo emitió 73.250 millones de pesos de bonos del Tesoro (BOTES) a cinco y ochos años de plazo. "Fue un voto de confianza”, dijo Caputo, secundado por su entonces par de Hacienda Nicolás Dujovne. Para captar esos fondos reconoció una tasa efectiva promedio de 20 por ciento anual. La operación le permitió contar con recursos en pesos para afrontar el vencimiento de letras del Banco Central, que luego terminaron siendo reperfiladas. La mayor parte del monto colocado en un primer momento fue a los fondos Templeton Investments y BlackRock, que además colaboraron liquidando divisas para adquirir esos títulos. La colocación no impidió que se acelerara la corrida cambiaria y el dólar saltó 50 por ciento hasta el freno temporal que generó el arribo del Fondo.
Un salvavidas de plomo
La aspiradora de Caputo logró secar momentáneamente la plaza para quitarle algo de presión a la corrida cambiaria. La operación invitaba a los inversores deshacerse de las Letras del BCRA (LEBAC), que son a corto plazo, para asegurarse una renta elevada con vencimiento a cinco u ocho años. Es decir, se les ofrecía cambiar deuda de cortísimo plazo por deuda con vencimientos más largos en la misma moneda en un contexto que no era el óptimo para asumir este tipo de riesgos.
Templeton, uno de los fondos de inversión más grandes del mundo, afirmó en una entrevista a Bloomberg que perdió 3000 millones de dólares por sus últimas inversiones en países emergentes, principalmente en bonos argentinos. La división Global Fund de Templeton se vio afectada por el reperfilamiento que aplicó el ex ministro de Economía Hernán Lacunza, quien dejó en default la deuda en pesos al momento de que el macrismo dejó el gobierno en 2019.
Primero fue Templeton y luego Blackrock y Alliance Bernstein los grandes compradores de BOTES. Templeton y BlackRock desembolsaron unos 3.000 millones de dólares cuando la divisa cotizaba en 25,50 para subirse a los BOTES. La apuesta especulativa de estos fondos es comprar títulos en monedas estresadas, como en un proceso de overshooting, y sumarle al rendimiento en moneda local, la mejora del tipo de cambio del ajuste posterior. Dado que estos fondos especulativos liquidaron dólares, en algunos casos, para adquirir los bonos salvadores que ofreció el macrismo, hubo una pequeña tregua en los precios de la divisa, la cual duró hasta junio, apenas un mes.
El fondo Templeton fue el suscriptor original de los bonos, que se quedó con 44,7% de los BOTE 2023 en circulación y con el 57,32% de los BOTE 2026. Mientras que BlackRock tenía el 3,6% y el 2,51% de ambos títulos respectivamente y Alliance Bernstein 10% y 2,52%.
Pacific Investment Management Company (Pimco), un megafondo con sede en California, con casi 3.000 empleados y activos administrados por casi 2.000 millones de dólares, detenta el 40% de las tenencias de Bonos de Política Monetaria (Bopomo) emitido por la Argentina. En septiembre de 2019, luego de «reperfilar» parte de la deuda en pesos, el fondo decidió mantener sus posiciones.
Pimco comunicó en agosto pasado su decisión de desarmar sus posesiones en estos mercados, llevándolos al mínimo y concentrar las inversiones de sus clientes en monedas, commodities y bonos de estados desarrollados. Pimco explica que las pérdidas durante los tiempos del COVID-19 alcanzaron el 19% en las opciones de emergentes; mencionando explícitamente dos apuestas que fueron de las peores en todo el mapa: el peso argentino y la libra egipcia. En el segundo nivel de culpabilidades, se menciona al real brasileño y el rand sudafricano.
La principal inversión del fondo en el país, fue hacerse de casi toda la colocación del Bono de Política Monetaria (BOPOMO) emitido en julio de 2017 por Caputo. Pagaba cupón a partir del nivel de la tasa de interés de las Letras de Liquidez del BCRA y liquidaría trimestralmente en marzo, junio, septiembre y diciembre de cada año. Era la primera mega colocación para comenzar a captar pesos en el mercado local. Pimco adquirió el 60% de la colocación, perdiendo fortunas calculadas en casi 800 millones de dólares hacia el final del gobierno de Macri.