El premio Nobel Joseph Stiglitz pidió terminar con los sobrecargos que aplica el FMI, a los que consideró son "una tasa procíclica". Esta es la misma postura que planteó el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán, en su gira por Europa.
De esta forma, el profesor de la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Economía se sumó al pedido de la Argentina para que el Fondo revise la Política de Límites de Acceso y Recargos de tasa de interés en los programas de préstamos del organismo. En sintonía con el reclamo que viene explicitando Guzmán cada vez que puede, Stiglitz señaló que se trata “en esencia, de una tasa procíclica”, según declaraciones públicas que realizó tras coincidir días atrás, en el seminario “Soñando con un mejor reinicio” organizado por El Vaticano
“La consecuencia es que básicamente la estructura financiera del FMI se basa en obtener dinero de los países pobres y necesitados, y no es así. La estabilidad financiera global es un bien público global que debería ser apoyado por la comunidad internacional y no por esos países que están en una necesidad desesperada”, argumentó el Nobel de Economía.
Estas definiciones coinciden con las declaraciones hechas por Guzmán durante su gira por el viejo continente: "Un tema relacionado que he discutido con muchos de ustedes en reuniones bilaterales, pero que también está relacionado con las condiciones financieras, es el tema de los recargos que el FMI pone en sus préstamos por créditos pendientes que superen cierto umbral". Según apuntó el ministro, esto "crea más desigualdad, es procíclico y regresivo, y en un futuro próximo será cada vez más perjudicial para los países que pedirán un acceso excepcional".
"Puedo asegurarles por lo que viví que otros países no estarán en la misma situación que Argentina en términos de capacidad para atravesar este proceso de una manera que efectivamente entregue un resultado sensato", remarcó el ministro ante el Fondo.
La deuda, un problema global
En otros aspecto, Stiglitz también se manifestó sobre los problemas de deuda que atraviesan los países en desarrollo y al alivio que recibieron países de ingreso bajo por la suspensión temporal del servicio de la deuda en el contexto de la pandemia. Sin embargo, aclaró que es apenas un paso.
“La suspensión de la deuda no es suficiente. Lo más relevante es que la crisis de la pandemia ha durado mucho más de lo que se pensaba al principio y lo que fue una suspensión se ha convertido en una necesidad para la reestructuración de la deuda", sostuvo. En esa línea, afirmó que "hay una gran cantidad de países que necesitan una reestructuración de deuda". Y agregó: "Algunos ejemplos. El primero es un caso en el que el FMI ha jugado un papel muy importante, el caso de Argentina, que es un buen análisis de sostenibilidad de la deuda”.
“No debemos castigar a los países que intentan reestructurar la deuda. El sector privado lo hace y lamentablemente también a veces las instituciones multilaterales. El sector privado lo hace rebajando la calificación de los países que están intentando una reestructuración, por lo que, justo en el momento en que lo necesitan, si van y piden una suspensión de la deuda, se les dice ‘si pides una suspensión de la deuda, nunca más obtendrás crédito’. Realmente socava toda la iniciativa global en la que nos hemos comprometido”, concluyó el economista.