La primera reacción de Martín Guzmán fue felicitarla en redes sociales apenas se conoció que el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, va a proponer a Janet Yellen como secretaria del Tesoro, una suerte de ministra de Hacienda. Más allá del vínculo común que tienen, se espera que las políticas que aplique la pronto funcionaria beneficien a Argentina.
“Me sumo a la felicitación de Joseph Stiglitz para Janet Yellen, quien será nominada como secretaria del Tesoro de Estados Unidos. Esperamos trabajar de forma cooperativa por una economía global más estable e inclusiva”, tuiteó Guzmán el lunes en cita a la gratulación del Nóbel tras la difusión del nombre para un cargo que jamás fue ocupado por una mujer en los 231 años de historia. Después de la asunción de Biden restará que la economista reciba la aprobación del Senado.
El mensaje en redes sociales es compartido en los pasillos del Ministerio de Economía, donde ven con buenos ojos esta posible designación. No sólo compartieron centros de estudio, sino que el mentor de Guzmán, Stiglitz, dirigió la tesis doctoral de Yellen.
El nuevo desafío estará plagado de desafíos, con la crisis del covid como el mayor de ellos. El FMI espera que Estados Unidos sufra una recesión del 4,3% este año y recortó la previsión de crecimiento al 3,1% para 2021. Asimismo, proyecta que el desempleo cierre 2020 en el 8,9% y en el 7,3% el próximo período.
Biden no eligió a Yellen por capricho. Se trata de, también, de la primera mujer que presidió la Reserva Federal en los últimos años de la presidencia de Barack Obama, cargo que Donald Trump se negó a renovarle. Desde el banco central estadounidense, la economista heterodoxa aplicó baja tasa de interés para conseguir una recuperación tras las secuelas del crack inmobiliario de 2008.
Dentro del gabinete de la Casa Blanca se espera que vuelva a una política de emisión y tasas bajas, de acuerdo tanto a sus antecedentes como a su formación. La línea la mantendrá al menos hasta que la máquina de imprimir dólares impacte sobre la inflación interna, problema que no tiene razón para surgir en los primeros años, contrario a las consignas baratas que gritan neoliberales argentinos en televisión.
La Secretaría del Tesoro es la oficina a la que Guzmán deberá llamar en caso de que busque que Estados Unidos ejerza presión sobre el FMI y haga valer su 16,5% de los votos en la entidad. Desde ese despacho llamaron a Christine Lagarde en 2018 para que firme el mayor préstamo de la historia, cuyo gesto se convirtió en un regalo de campaña a Mauricio Macri, dado que se violó el propio reglamento del Fondo sobre el destino que se le debía dar al dinero.
Si bien Argentina inició ya las negociaciones con Kristalina Georgieva y parece haber un entendimiento común sobre los problemas del acuerdo anterior, Yellen podría llegar a inclinar la balanza para que el organismo se conforme con un menor ajuste del que acostumbra exigir. El servicio ampliado (EFF, por el inglés) obliga a una tutoría más presente que el crédito de derechos de giro (stand by), pero permite mayor flexibilidad con los plazos de gracia y los que se necesitan para terminar de abonar, razón por la que Argentina lo buscó a la hora de barajar y dar de nuevo.
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No todos los funcionarios tienen claro si implicará una mejoría en la relación bilateral. En Cancillería, que maneja Felipe Solá, esperan aún señales que indiquen cuál será la estrategia de Biden para la región. Por lo pronto algunos se mantienen escépticos al recordar que el país del norte mantiene una posición geopolítica casi inamovible pese al recambio presidencial.
Demócratas y republicanos apoyaron y financiaron movimientos desestabilizadores, golpes de estado e incluso guerras. Para la región latina el objetivo de desplazar gobiernos populares e instalar al neoliberalismo se tornó más que evidente durante las últimas décadas.
Lo que sí parece casi seguro que impactará de forma favorable será la política de Yellen de emisión de billetes y reducir el interés. El beneficio se expandirá a todos los países subdesarrollados, así como se dio en los años previos, cuando la Fed tomó esa misma actitud.
Las tasas bajas en dólares desplazarán a los grandes fondos de inversión a economías emergentes en busca de mayores rendimientos. Estos capitales, no necesariamente buitres, pueden llegar a ser capitalizados por el mercado local para financiar la expansión de compañías exportadoras y la consolidación de nuevas.
Asegurarse que ingresen inversiones reales, además evitar un endeudamiento barato pero innecesario en moneda extranjera y una bicicleta financiera serán retos para los funcionarios argentinos. Esto dependerá de la regulación de la cuenta capital que el Gobierno Nacional decida llevar adelante para impedir que un próximo Macri vuelva a generar un pasivo insustentable y se repita el ciclo. Cambiemos lo realizó para financiar la fuga a pesar de las tasas altas, por lo que la tentación de dólares baratos merece una barrera mayor.