El Gobierno logró que el FMI ponga sobre la mesa de discusión el impacto negativo de la sequía para este año. Sin embargo, la falta de lluvia evidenció las complicaciones del país para seguir la hoja de ruta que marca el programa firmado a principios de 2022. Diversos economistas coinciden en que los próximos diálogos con el organismo internacional de crédito no solo abordarán las perspectivas de 2023, sino también el destino de la economía en los años venideros.
Esta semana, el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica difundió una encuesta que constó de una serie de preguntas sobre la realidad política y económica. Respecto a la postura que debe tomar el país en su relación con el Fondo, el 40,8% de los encuestados respondió que el Gobierno tendría que rediscutir las condiciones del acuerdo y el 17,5% afirmó que ni siquiera hay que pagar la deuda. De ambos datos se desprende que seis de cada 10 argentinos piensa que, de mínima, el entendimiento debe ser revisado bajo nuevos preceptos.
Más allá del universo acotado que representa cualquier relevamiento, la coyuntura actual pone en agenda una verdad que luce descubierta: el acuerdo ya es rediscutido. Pero la pregunta que cabe es saber hasta qué punto se debate la reprogramación de objetivos.
La sequía pateó el tablero del esquema económico y todos los directivos del Fondo ya reconocieron que la falta de US$ 20.000 millones vía exportaciones secó al Banco Central. Las metas no podían cumplirse. Volviendo al interrogante previo, ¿Podrán cumplirse en los años que viene o la sola reinstauración de lluvias nos devuelve al punto inicial?
El debate por el Fondo
En diálogo con El Destape, el director asociado de Eco Go, Sebastián Menescaldi, sostuvo: "Claramente tenés un faltante este año de dólares, con lo cual en verdad habría que rediscutir este año y las metas hacia adelante. Hay que ver cuánto vale la pena discutirlo todo o si van a hacer un parche". Y añadió: "También entiendo que cuando llegue el próximo gobierno vas a tener que tener una nueva renegociación con el FMI, que quizás no la encarás de entrada pero la podés iniciar después".
"Dado que tenés un bache y que te faltan divisas, la discusión en torno a pedirle que te adelanten las divisas es saber a cambio de qué. Obviamente, probablemente piden algo justo, algo en lo fiscal y algo en lo cambiario. No se sabe bien qué", señaló Menescaldi.
Por su parte, la economista del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) Celina Calore observó: "Desde que se firmó este acuerdo, sabíamos que los años más difíciles en términos de repago venían a partir del año 2024-2025, principalmente en lo que respecta al vencimiento con privados y que se suman a las necesidades de dólares para pagar el FMI. Entonces la pregunta de si tendríamos una senda fácil, digamos, de cumplimiento con el FMI una vez dejada atrás la sequía, la respuesta es no". Según su mirada, la respuesta es que se "necesitará rediscutir nuevamente el acuerdo, las pautas, los vencimientos y probablemente refinanciamientos porque los vencimientos más duros vienen a partir del año 2026" y además a partir de ese año "ya no habrá desembolsos del FMI, y eso significa es que se sacarán divisas para el pago del FMI de manera neta".
"La coyuntura, la estructura económica argentina y las rigideces que tenemos en la generación de dólares, implica que vamos a tener que rediscutir los vencimientos acordados con el FMI porque cuando vemos el perfil de vencimientos hay una fuerte concentración en los próximos 10 años que va a ser muy difícil de afrontar dadas las características de exportadoras, que es nuestra principal fuente genuina de dólares de nuestro país, y la imposibilidad por supuesto de hoy pedir otro financiamiento internacional", argumentó Calore.
En lo que va del año, el Banco Central resignó reservas por US$ 3.200 millones. Esta cifra es compatible con el efecto de la sequía en las exportaciones y las reservas netas ya se encuentran en terreno negativo. Eso implica que se están usando aquellos créditos de corto plazo, que se deben recomponer rápidamente.
El nuevo programa de incentivo para el sector agropecuario (dólar soja) genera hasta ahora un menor ingreso de divisas de lo esperado. En términos relativos, el atractivo se la propuesta es similar al de septiembre y diciembre de 2022, pero los productores no están liquidando en la misma medida.
Por su parte, el economista del Centro de Política Económica (CEPA) Martín Epstein CEPA le dijo a este medio sobre hipotéticos cambios en el acuerdo: "Aún con recortes reales en el gasto, el déficit tiende a empeorar. Entonces los caminos parecen ser, un ajuste mucho mas fuerte del gasto (con su correlato negativo tanto en la actividad económica como en términos sociales) o la aceptación de que el déficit previsto de 1,9% de PBI para este año debe revisarse". En estas instancias, "parece evidente que el acuerdo no tiene mucha viabilidad hacia adelante, pero la clave será si el FMI tiene intenciones de modificar el programa con la actual gestión, o prefiere dilatar las conversaciones hasta tener en claro el panorama político electoral".
Por último, el economista completó: "El riesgo de necesitar una revisión tan fuerte del programa, ya sea cambiándolo de raíz como ajustando metas sin descartarlo, es el nivel de condicionamientos que pueden ponerse sobre la mesa en esa negociación, y en qué medida el escenario sea de alguna ganancia hipotética en términos políticos, de suboptimos o de caminos que sean inconducentes para el gobierno".