Resulta esclarecedor ver un poco más allá de las fronteras para dar cuenta del manejo de la economía que ha desarrollado el gobierno en el actual 2021. Con respecto a uno de los principales problemas, la inflación, si bien es cierto que se finalizará lejos de las iniciales proyecciones del 29 por ciento, la actual medición interanual se encuentra exactamente en el mismo nivel que supo obtener para el mismo período de 2019 la alianza Cambiemos (52,1 por ciento), a diferencia de lo que sucede en gran parte del mundo donde los guarismos duplican o triplican los índices del 2019.
Y es que según datos del economista Alejandro Rofman y de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) en Brasil (10,7 por ciento), Estados Unidos (6,2 por ciento), Chile (6 por ciento), España (5,5 por ciento), Alemania (4,5 por ciento), o Inglaterra (3,5 por ciento) se están duplicando o triplicando las inflaciones del 2019 prepandemico, experimentando los mayores registros de la última década, y en algunos casos como Estados Unidos, de los últimos 30 años.
Estos movimientos, se explican por una combinación de menor oferta de bienes y servicios a causa de los confinamientos derivados de la pandemia, y de una mayor emisión y reducción de tasas de interés para rescatar a empresas y trabajadores que debieron paralizar sus actividades, todo lo que cual, al igual que en la Argentina, dio como resultado una mayor cantidad de dinero disponible para consumir una menor oferta de bienes y servicios.
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De la misma forma, el amplio crecimiento de más del 9 por ciento que experimentará el país este año, se vislumbra aun mayor al ver que Inglaterra, España o Francia, subirán un 6,8; 5,7; y 6,3 por ciento respectivamente según cifras del FMI citadas por el mismo Rofman.
Pero observar lo que sucede detrás de nuestras fronteras también puede resultar útil para otro de los grandes problemas económicos que debe afrontar el país, como lo es el acuerdo con el FMI.
La machacada idea de un FMI distinto y bueno, es visiblemente refutada por la negativa del FMI a extender los plazos de pagos y el cobro de sobretasas a la Argentina, y por la demora en general del Estado Argentino a establecer un plan económico que no choque contra las imposiciones de este organismo, como así también por su actuación en Costa Rica, donde implantó su clásica receta de ajuste fiscal mediante recortes de partidas públicas, flexibilización laboral, y nuevos impuestos que llegan hasta sectores de clase media.
Pero así como como existe pleno consenso en el Frente de Todos de que la falta de un acuerdo con el FMI, o lo que es lo mismo, entrar en default con más de 190 países, sería muy nocivo para la Argentina actual, funcionarios de este espacio afirman que visto desde Estados Unidos no les resultaría muy conveniente que la 25° economía del mundo sufra una crisis cuyos coletazos tendrán sin dudas un impacto regional, en un mundo pandémico que, a diferencia de 2001, no luce tan preparado para lidiar con este tipo de crisis regionales.
Posiblemente sea esta la explicación por la que a diferencia de años anteriores, el FMI se exhibe tan mesurado y prudente a la hora de hacer referencia al manejo de la economía por parte del actual gobierno, que en varios aspectos aplica un programa muy distinto al que este organismo promovía para nuestro país durante los acuerdos celebrados por el macrismo, es decir, de mayores reducciones del déficit fiscal, quita de controles de cambio, reducción de la brecha entre los distintos tipos de dólares (devaluación), quita de subsidios tarifarios, o reducción en lugar de suba de las jubilaciones.
Ello, más allá de que su silencio pueda también leerse por el hecho de que el préstamo otorgado implicó la violación a su propia carta orgánica que prohíbe utilizar los dólares otorgados para financiar la fuga de divisas, o por la admisión de que el préstamo tuvo la intencionalidad política de sostener en el tiempo al gobierno macrista, tal como lo confesó el antiguo director del FMI representando a los Estados Unidos durante el gobierno de Donald Trump y actual titular del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver-Carone.
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En vistas al acuerdo con el FMI
Así las cosas, las chances de que se llegue a un acuerdo, que debería estar terminado de negociar con el FMI en los próximas días para buscar su aprobación legislativa en el Congreso, son visiblemente altas.
De acuerdo a allegados al Frente de Todos, las mayores divergencias están actualmente en los temas vinculados al control de cambios y los plazos para la reducción del déficit, cuya operativa, es decir por mayores impuestos en lugar de recortes y quitas a los subsidios tarifarios, quedaría decidida por el gobierno. De la misma forma, reforma laboral y previsional, luego de los ajustes y formas legales de precarización (uberización) llevadas adelante durante los últimos años no serían hoy los temas más urgentes.
El pronto acuerdo habla también de las urgencias del gobierno. El 22 de diciembre vencen 1.900 millones de dólares con el Fondo, 3.800 millones en el primer trimestre de 2021 más otros 2.400 millones del pago diferido al Club de Paris. Luego, otros 15.000 millones para el Fondo.
Todo, dinero fugado durante el gobierno de la alianza Cambiemos, y con reservas en baja, por solo 42.273 millones. Es decir, un escenario que sumado al 40 por ciento de pobreza y 50 de inflación, luce como poco apto para una cesación de pagos con el mundo.