Las distintas opciones de dolarización llevan consigo una serie de dificultades en su implementación que van más allá de la adopción de la moneda estadounidense en reemplazo del peso, de acuerdo con la evaluación de diferentes economistas, entre los que la pérdida de la facultad de diseñar política monetaria por parte del Banco Central figura entre los principales puntos en contra.
"Hemos tenido muchas corridas cambiarias y de depósitos, son episodios muy violentos", señaló Gustavo Reyes, de la Fundación Mediterránea, quien agregó que "si el Banco Central no puede financiar a los bancos, se cae el sistema financiero".
En el mismo sentido se expresó Andrés Asiaín, del CESO, quien alertó que "no podría haber un salvataje a un banco, porque no hay capacidad de emisión para rescatar depósitos y cualquier corrida en el mercado de bonos no tendría piso".
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Reyes admitió que "cualquier tipo de política económica tiene costos y beneficios, si es buena o no, depende básicamente de cuándo y dónde se la realice", en una discusión en la que "nadie va a tener la razón, cada uno va a tener su corazoncito, y la dolarización es un buen ejemplo de esto".
Al respecto, sostuvo que un intento de dolarización en la Argentina "no cumple con tres requisitos" necesarios a su juicio para implementarla como que la economía de nuestro país y la de Estados Unidos tengan "ciclos sincronizados, mercados laborales integrados y transferencias intergubernamentales".
"¿Creen que porque estemos en recesión Estados Unidos nos va a dar una transferencia? Ojalá, pero no parece ser el caso", planteó.
En base a la experiencia ecuatoriana, Reyes indicó que la dolarización tiene "beneficios en el corto plazo y costos en el mediano", señalando entre los primeros a "la baja de la inflación, no instantáneamente, pero sí rápidamente" en especial para los bienes transables, "no así en los servicios".
Entre los costos, señaló que por la rigidez de la dolarización "cuando la economía entra en recesión, se ajusta con deflación", lo que genera que "se posterguen los consumos para comprar más barato a futuro y entonces cada vez se vende menos".
En ese contexto, apuntó, "si una empresa está endeudada y sus productos no sólo no se venden, sino que cada vez valen menos, la deuda en términos reales se hace cada vez más grande".
Reyes advirtió que "la dolarización no implica que sí o sí se ajusten las cuentas fiscales, uno de los enormes problemas que tiene la Argentina", con el agravante que, como ya ocurrió en Ecuador, "el exceso de gasto se financió con deuda, porque no tienen herramienta política para financiarse, y varias veces cayó en default".
Como la dolarización puede ser reversible y si persisten los problemas fiscales, Reyes se preguntó "¿quién garantiza que una provincia grande no saque su propia cuasimoneda?".
Del mismo modo, señaló que "no es garantía de que vaya a crecer la economía", tal como pasó también en Ecuador a partir de 2014.
"Podría pensarse que, sin riesgo cambiario, tendría que bajar la tasa de interés, pero es relativo, porque si hay una deuda y no se tiene la maquinita, hay un riesgo mayor y no necesariamente la prima cae", agregó.
Por otra parte, indicó que "un sistema de dolarización no puede amortiguar la caída de los precios de las exportaciones, una situación en la que Argentina generalmente entra en problemas".
Desde otra perspectiva, Cachanosky puntualizó que "una dolarización no es una mera reforma de política monetaria, es fundamentalmente una reforma institucional", y citó al respecto al ex ministro de Economía Domingo Cavallo, quien, aseguró, "no tiene dudas de que la dolarización fue lo que evito que bajo Rafael Correa Ecuador termine siendo otra Venezuela, no es un aporte menor".
Asimismo, aseveró que, "con límites, la dolarización ´protege' al sector privado de los desajustes del sector público", poniendo como ejemplo a que "ninguno de los países dolarizados de la región (Ecuador, El Salvador, Panamá) han tenido crisis bancarias o cambiarias, que tan comunes son en la Argentina".
Con información de Télam