El impacto de la aceleración de precios en la pérdida de la capacidad de consumo de las familias, sumado a la ausencia de mejoras en los ingresos y el recorte en partidas sociales dieron paso, desde los primeros meses de este año, a un cada vez mayor empobrecimiento de los hogares argentinos, aumentando la desigualdad en general, y entre las y los propios trabajadores. Según alertó un informe privado, las familias perdieron un 20% de poder adquisitivo en un año al tiempo que el 20% más rico de la estructura social pasó a concentrar el 52% del ingreso, mientras los sectores más pobres se quedaron solo con el 4,5% del ingreso total.
Los datos se desprenden de un documento dado a conocer por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA que destacó “la caída del poder adquisitivo en todos los estratos, pero con mayor intensidad en los estratos medios y en los más pobres, ampliando la brecha con respecto a la línea de pobreza”. A su vez, el debilitamiento del papel del Estado ha generado que transferencias sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta alimentar apenas cubran “el 50% de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y el 25% de la Canasta Básica Total (CBT)”.
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En tal coyuntura entraron en vigencia los cambios contenidos en la reforma laboral del oficialismo que, aseguran especialistas en la materia, lejos de hacer frente a los problemas del mundo del trabajo, terminará por legalizar las prácticas de fraude laboral ya existentes, anulando las cada vez menos frecuentes expectativas de poder conseguir algún puesto de trabajo con derechos elementales. Por su parte, el próximo jueves 18 de julio, habrá una nueva convocatoria al Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) que buscará actualizar los magros 234.000 pesos de un ingreso que no alcanza a cubrir la mitad de una Canasta Básica tipo (en torno a los 850.000 pesos).
Pobres más pobres
Solo en el primer trimestre de este año la caída del PIB fue del 5,1% en un marco de fuerte retroceso de la producción industrial (baja de 14,8% en mayo, con cinco caídas de dos dígitos en los últimos seis meses), sumado al impacto negativo en la actividad de la construcción -golpeada por los recortes de la obra pública llegó a caer 42,2% en marzo-, la baja del consumo privado (6,7%) por la pulverización salarial y la reducción de empleos, y una menor inversión (se contrajo en 23,4% en el inicio de 2024).
En tal escenario, el ingreso per cápita familiar cayó un 20,8% a nivel general, a la vez que la mayor pérdida de ingresos se observó en las y los trabajadores de menores ingresos: “en el 20% más rico de las clases medias la pérdida fue de 17,9%, mientras que para el 20% más pobre, la caída fue del 27,8%”, alertó el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA.
La entidad publicó un nuevo informe que pone el ojo en el crecimiento de las desigualdades sociales destacando que los ingresos totales de los hogares sufrieron una reducción en términos reales (considerando el impacto de la inflación) de entre 30% y 15%, dependiendo del quintil de la población. En detalle, en el caso de la población ocupada, sus ingresos cayeron 18,3% en el primer trimestre de 2024 con respecto al primer trimestre de 2023, a su vez, en el interior de este segmento el estrato más pobre perdió 24,4%, el del medio, 23,1%, y el alto, 12,2%.
En el caso de los ocupados asalariados, el retroceso en el poder de compra fue de 19,7% y también existen heterogeneidades en su interior: el estrato más bajo vio un retroceso de 24,9% mientras que el medio, 22,6% y el alto, 15,1%.
Los datos se desprenden del informe “Nuevos pobres, pobres más pobres y más desiguales: ¿Una crisis que va quedando atrás o un peor futuro por venir?” donde se destacó que “los cambios ocurridos en los ingresos laborales como en los no laborales fueron insuficientes para compensar el elevado crecimiento de la canasta básica alimentaria y no alimentaria”. Como consecuencia de esto, “los hogares perdieron capacidad de consumo, alejándose -sobre todo en los estratos más bajos- de los requerimientos básicos para la subsistencia, dando cuenta del crecimiento significativo del empobrecimiento”, alertó el informe al que accedió este medio.
Si bien “todos pierden” la población con ingresos más bajos y que ya enfrentaba tasas de pobreza y de indigencia mayores, vio cómo se agravaron aún más sus condiciones de vida, mientras se agrandan las brechas de desigualdad al interior de la sociedad: el 20% de población de menores ingresos se apropia sólo del 4,5% de los recursos monetarios totales en tanto que, en contrapartida, el 20% de la población con mayores recursos concentró el 52% del volumen de ingresos de los hogares.
Nuevos pobres
En un contexto de pérdida del poder adquisitivo de los ingresos en general, tiene lugar también un incremento de la desocupación (7,7% en el primer trimestre del año) y sostenidos niveles de precariedad laboral que, por su parte, difícilmente puedan revertirse con la reforma laboral aprobada en el Congreso y ya en vigencia.
“En el período de un año la capacidad de compra del ingreso medio real de la ocupación principal disminuyó un 18,5% y la mediana un 26,7%. En efecto, si bien el conjunto de la fuerza de trabajo perdió ingresos laborales reales entre el 1° trimestre de 2023 y el de 2024, dado que este retroceso fue regresivo, la distribución de los ingresos laborales registró una mayor concentración en los altos ingresos”, destacó la UCA.
La capacidad de apropiación de los ocupados de mayores ingresos paso del 45% al 48,8% del total del volumen de ingresos de la ocupación principal, mientras que la de los de menores ingresos disminuyó del 4,5% al 3,8%, de esta manera, “las brechas de ingresos de la ocupación principal se incrementaron de 10 a 12,8 veces”. A su vez, la remuneración salarial media pasó de $451.888 a $361.445, una caída efectiva del 20% en términos reales entre el primer trimestre de 2023 y el primer trimestre de 2024. La consecuencia directa de lo anterior es “más trabajadores asalariados pobres, tanto formales como informales”.
Así, mientras el proceso inflacionario deterioró la capacidad de compra de los ingresos laborales y no laborales de los hogares, sumado a la pérdida de empleos y la menor calidad de los trabajos, las tasas de pobreza e indigencia habrían pasado “del 38,8% y 8,8% en el primer trimestre de 2023 a alrededor de 55% y 19%”, es decir 16 y 11 puntos de crecimiento solo un año más tarde.