En un año donde el crecimiento económico fue del 5,2% del PBI, pero con una desaceleración hacia la segunda mitad del 2022, la participación del excedente de explotación bruto (el saldo contable de las empresas) sobre la generación de valor agregado nacional descendió casi dos puntos porcentuales en la comparación interanual y se ubicó en el 44,6%. A su vez, la participación de los asalariados mejoró, a pesar del proceso inflacionario.
Según el último dato del Indec, la remuneración al trabajo asalariado llegó al 44,9% del valor agregado bruto, es decir una suba de 1 punto porcentual respecto a 2021. Sin embargo, una lectura hacia el interior de este indicador permite concluir que todavía persiste un fuerte componente de desigualdad en la distribución de la riqueza e ingresos, ya que la mayor participación de los asalariados fue traccionada por una aceleración en la creación de empleo no registrado.
La vara baja
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El sueño del fifty fifty pregonado en su momento por Néstor Kirchner sigue cada vez más lejos. En los últimos años, la persistente caída en el poder adquisitivo de los salarios, sumado al fenómeno de trabajadores que no llegan a cubrir una canasta básica total, más la captación de rentabilidad a costa de la remarcación de precios, configuraron un escenario donde la vara quedó muy baja para el lado de los trabajadores.
Según un trabajo del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), publicado por El Destape, “la porción del ingreso que se apropia el trabajo se achicó del 51% en 2016 al 45,7% en 2019”. Al cierre del 2022, había llegado al 44,9%.
En el transcurso del año pasado, según el dato del Indec publicado en su informe generación del ingreso e insumo de mano de obra, los puestos de trabajo totales se ubicaron en los 21,8 millones, un incremento del 6,2%. Dentro de este resultado, los puestos asalariados registrados solo aumentaron un 3,4% mientras que el universo de los no registrados tuvo un incremento interanual del 15%. En 2021, los no asalariados se habían incrementado un 13% contra el peor año de la pandemia.
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Distribución por sectores
Hacia el interior de cada rubro económico hubo movimientos a lo largo del año, aunque se está lejos de una situación de mayor equidad. Donde aún persiste una fuerte disparidad es en el sector agrícola ganadero.
Hacia el cierre del año, los trabajadores de este sector primario participaron con el 26,2% del valor agregado bruto nacional, el mismo resultado que al cierre de 2021. En cambio, el sector privado participó con el 55,4%, cuando un año atrás había sido del 54%.
En el año del dólar soja 1 y 2, y sin los efectos de la sequía, mejoró la transferencia de ganancias para las empresas que se dedican a la actividad primaria, en detrimento de los asalariados, cuya participación se mantuvo inmutable en el saldo anual. Gran parte de ese excedente suele dolarizarse.
En la industria manufacturera se registró una fuerte caída del excedente bruto de explotación que pasó del 54% al cierre del 2021 al 45,5% en el acumulado del 2022. En este escenario, la remuneración hacia los trabajadores mejoró 3 puntos porcentuales en la comparación interanual, al quedar ubicada en el 33,8%.
En el caso de la explotación de minas y canteras –sector de los hidrocarburos y minería – la participación del sector privado se ubicó en el 75,3%, cuando un año atrás había sido del 84%, mientras que la remuneración hacia los trabajadores quedó en el 27,4%, cuando un año atrás hacía sido del 22%.
Más allá de las mejoras puntuales registradas en el último año según el trabajo del Indec, la distancia que suele existir entre lo que capta el sector privado y el mundo asalariado, difícilmente se resuelva solamente a través de la puja distributiva vía paritarias. El famoso fifty fifty requerirá de otro conjunto de políticas públicas que abonen una mejor distribución de la riqueza e ingresos.