La pandemia del coronavirus no afectó de igual forma a hombres y mujeres en ningún ámbito y el empleo no fue la excepción. A raíz de las medidas preventivas para evitar la circulación en la vía pública, la desocupación registró un aumento más pronunciado en el género femenino.
De acuerdo al último informe que brindó el Indec, para el caso de las mujeres, el desempleo saltó del 11,2% en el primer trimestre del 2020 al 12,3% en el primer trimestre de este año. En cambio, para los varones la proporción fue inversa: el indicador bajó del 9,7% al 8,5%.
En el análisis de los grupos por sexo, también se observa una diferencia enorme en la tasa de empleo. Mientras que para las mujeres fue del 43%, en el caso de los varones, la tasa de empleo alcanzó el 63,8%.
Un problema regional
Un informe publicado por Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) prevé que los efectos económicos y sociales de la pandemia repercutirán de forma más significativa en las mujeres. La recesión económica de la región “está afectando negativamente la ocupación y aumentando la precarización de las condiciones laborales”. En el caso de las mujeres, esto representa un retroceso de más de 10 años en su participación en el mercado laboral, según el organismo internacional.
En 2020, explica el estudio, “se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo”. En el caso de la Argentina, por ejemplo, las mujeres tienen menos tiempo para su carrera profesional o el esparcimiento, ya que le dedican, en promedio, tres horas más a las tareas de cuidado que los hombres,
A nivel regional, la mayor caída en el trabajo de las mujeres se dio durante el segundo semestre de 2020: la estimación es que la tasa de desempleo fue de un 12,2 por ciento. Además, la CEPAL advirtió que en 2020 muchas mujeres quedaron fuera del mercado laboral y no pudieron buscar trabajo “por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares”.
Otro aspecto que destaca la CEPAL en su informe es lo que ocurrió con el trabajo doméstico rentado durante el primer año de la pandemia, “que se caracteriza por una alta precarización y por la imposibilidad de ser realizado de forma remota”. En 2019, alrededor de 13 millones de personas se dedicaban al trabajo doméstico remunerado (de los cuales el 91,5% eran mujeres). En total, ese sector empleaba a un 11,1% de las mujeres empleadas de la región.