La inserción al mundo laboral siempre fue el principal desafío de los y las jóvenes, pero pocas veces fue tan difícil como en los últimos años. La calidad de los puestos de trabajo a los que acceden suele ser deficiente, con fuerte deterioro de las condiciones laborales, alta inestabilidad y desprotección social. El salario para el rango "Jóvenes de hasta 24 años" ganó con mayor velocidad poder adquisitivo entre 2003 y 2015, superando la mejora de todas las otras franjas etarias en ese período, pero también fue el que más rápido se desplomó entre 2016 y 2019 (también con mayor celeridad que en los otros rangos de edad).
Entre 2019 y 2022 se observa cierta estabilidad en los salarios, sin recuperar prácticamente nada de lo perdido en la etapa previa. Esto explica parte del descontento de índole político y social de ese segmento.
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En lo que refiere a la tasa de empleo, este rango etario hasta 24 años registra para las últimas dos décadas una desocupación promedio de 22,4 por ciento (entre 2003 y 2022), y el INDEC informó que actualmente ese número está en su mínimo histórico, con 19 por ciento. De hecho, en el segundo trimestre de 2022 el promedio se encontraría cercano a un 17 por ciento.
"Sin embargo, en empleo no registrado los guarismos no son alentadores: históricamente el promedio para menores de 24 años fue de 59,5 por ciento, y en el último dato disponible esta franja etaria tiene informalidad del 66,4 por ciento", explicaron desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA). El desempleo afecta especialmente a jóvenes que más necesitan trabajar: personas provenientes de hogares de menores ingresos y más a mujeres que a varones.
La tasa de desempleo en los jóvenes casi triplica a la de la población adulta en general y viene ampliándose desde 2004. La Argentina es el país con mayor desempleo juvenil del Cono Sur, por encima de Uruguay (24,5 por ciento), Chile (16,8 por ciento), Paraguay (12,8 por ciento) y Bolivia (6,6 por ciento), según señala el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
Las personas de hasta 24 años presentan en Argentina, en promedio, una tasa de desocupación 2,5 veces mayor a la de las personas de entre 25 y 34 años y cuatro veces mayor a las de las personas de entre 35 o más años, en el periodo comprendido entre 2003 (tercer trimestre) y 2022 (primer trimestre), según la segmentación etaria publicada por el Ministerio de Trabajo con datos provistos por el INDEC. No obstante, las cifras actuales (19,2 por ciento) son históricamente bajas.
"Si se extiende el período a la década de los noventa, y considerando que la información disponible para dicho período segmenta la franja etaria hasta 25 años ( y no hasta 24 años), el promedio de tasa de desocupación alcanza 23,3 por ciento, confirmando que el dato actual de desocupación resulta históricamente bajo", aseguraron desde CEPA.
A esta situación se suma el hecho de que, al menos, seis de cada diez empleos jóvenes no está registrado. "Otro problema tanto o más serio es la informalidad, que se traduce en que a menudo ganan el salario mínimo o menos, trabajan por jornadas extendidas, en situaciones insalubres y sin protección social (sin vacaciones pagas, licencias por estudio, por maternidad o paternidad en caso de tener un hijo, ni aportes jubilatorios)", detalló el CIPPEC.
Entre el tercer trimestre de 2003 y el primer trimestre de 2022, en promedio, las personas hasta 24 años alcanzaron una tasa de empleo no registrado de 59,5 por ciento. A diferencia de la tasa de desocupación, el nivel de empleo no registrado actual supera en 7 puntos por ciento el promedio histórico para el período mencionado.
Las personas de hasta 24 años presentan, en promedio, una tasa de empleo no registrado 60 por ciento superior a la de las personas de entre 25 y 34 años, del doble respecto a la tasa de las de las personas de entre 35 a 59 años y 45 por ciento superior a la de las personas de más de 60 años. Estos niveles de desempleo conlleva que el ingreso laboral se haga por salarios realmente pauperizados.
Las personas hasta 24 años recuperaron más rápido poder adquisitivo en el período 2003-2015 y fueron los que perdieron con mayor celeridad en la etapa 2016-2019. "Mientras que entre 2003 y 2015 lograron más que duplicar su poder adquisitivo (por encima de todas las demás franjas etarias), entre 2016 y 2019 perdieron 32 por ciento, superando también al resto de las franjas etarias", detalló el CEPA.