Santa Fe: la incertidumbre sobre el ingreso limita el consumo

Algunos comercios facturan un tercio del período pre-cuarentena. Los que pedían abrir ahora se quejan de que venden mucho menos. 

19 de mayo, 2020 | 13.26

La entrada en la Fase 4 de la cuarentena en la provincia de Santa Fe exhibió una muestra de que a veces los pronósticos de los actores económicos fallan. Si bien muchos sectores presionaban (y presionan) para que habiliten su apertura, bajo la ilusión de que así volvería la normalidad del consumo, la primera semana de flexibilización en el mayor conglomerado del Gran Rosario, sin los problemas sanitarios que desató en otras ciudades del país, indican que el comportamiento del gasto de las personas se ha vuelto cauteloso bajo la pandemia.

Desde el municipio destacaron que en estos primeros días, si bien hubo un aumento de la circulación, las ventas en comercios (uno de los sectores liberados aunque solo por la tarde) promediaron un 35% de la facturación de meses anteriores. Mientras el 80% de los locales que estaban habilitados ya volvieron a abrir, el otro 20% aún evalúa qué hacer. 

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La actividad fue algo mayor en los barrios que en el centro, debido al impacto del paro de transporte público que afecta a varias ciudades del interior del país y al fomento estatal de la compra de proximidad. Sin embargo, todos fueron a la baja: quienes pedían apertura, ahora se quejan porque no venden. Los rubros con mejor desempeño fue ropa de niños y bebés, ropa interior, indumentaria deportiva y calzado, telefonía y  accesorios de electrónica, estos últimos motorizados por el teletrabajo.

En la capital provincial, la otra gran urbe de la provincia que liberó la actividad económica el 11 de mayo, se dio una situación particular: la costumbre de dormir la siesta de los santafesinos vuelve obsoleto el horario de apertura de 13 a 18 que dispuso la provincia, porque durante las primeras horas la zona comercial se vacía. Por ello, los comerciantes piden abrir más temprano. "Si bien hubo más movimiento en la calle durante esta fase, no se reflejó totalmente en los locales y el porcentaje de venta estuvo también entre el 25% y el 30%", dijo Martín Salemi, presidente del Centro Comercial de Santa Fe.

Incertidumbre

La explicación es que, en este contexto, la gente no quiere gastar ni endeudarse. “Ha caído la demanda porque bajaron los ingresos. Y el que lo ha preservado está calculando sus decisiones de consumo, y ni hablar de inversión. El que cobró a tiempo no sabe si va a seguir haciéndolo en los próximos meses”, explicó a El Destape el secretario de Desarrollo Económico y Empleo de Rosario, Sebastián Chale.

Según el Ministerio de Trabajo de Santa Fe, un tercio de los empleados formales de la provincia está cobrando salarios reducidos por el coronavirus, en muchos casos empalmados con la asistencia de Nación para el pago de una parte de ellos. La economía informal, cuyos protagonistas han visto caer sus ingresos casi a cero en muchos casos, acusa un desplome peor. “La economía se maneja con expectativas, y ahora hay mucha incertidumbre”, apuntó el funcionario.

Por ello, como en toda crisis, hubo una tendencia grande hacia la reprimarización del gasto, con prioridad hacia alimentos, limpieza y artículos de primera necesidad. Los supermercados vendieron hasta un 30% más durante los primeros días del aislamiento, por encima de Navidad y Fin de Año, pero luego en abril comenzaron a ver una caída y cerraron con los números en rojo en la comparación interanual. Farmacias también tuvieron pérdidas producto de que las personas se enferman menos por todos los cuidados y prevenciones por el coronavirus, y los kioscos sufrieron una caída del 80%.

Los últimos números oficiales procesados muestran que la actividad económica de Rosario tuvo una fuerte caída del 26 por ciento interanual en marzo. Construcción y las actividades ligadas al esparcimiento y la gastronomía fueron los rubros más afectados. Por ello, el Ejecutivo local espera que la reapertura de actividades contempladas en esta fase marque un piso a la caída.

Ansiedad

La clave, para Chale, es “ir construyendo un cronograma que administre las expectativas. Que todo el mundo sepa cuándo esto empieza a ir regularizando el funcionamiento de la actividad”. Y dijo que cree que es “lo que hoy está faltando, producto del desconocimiento sanitario”, más teniendo en cuenta que el pico, aun siendo menor a lo que se esperaba, se espera para junio y julio con la llegada del frío.

Las actividades que se ven afectadas y meten presión para abrir son la gastronomía, los salones de fiestas, la hotelería y el turismo. La construcción sigue con obras privadas hasta 5 trabajadores, y la industria ya está activa en un 90%, salvo el sector automotriz y autopartista: línea blanca, industria de refrigeración y equipamiento están abiertos, pero con un 30% de su capacidad productiva.

Uno de los más acuciados son los bares y restaurantes, cuya reactivación fue postergada por los riesgos que conlleva. Afirman que “en breve van a cerrar muchos”, en especial si cuando se habilita el funcionamiento, el público no concurre. “Vamos a multiplicar gastos y seguiremos sin ventas", dijo Alejandro Pastore, secretario de la Asociación Hotelero Gastronómica de Rosario.

En promedio, el sector hoy factura mediante delivery el 10% de lo que recaudaba antes de la cuarentena. "En una primera etapa subió, pero ahora se volvió a restringir por la pérdida del poder adquisitivo de la gente", aclaró el referente, titular de un bar ubicado en el tradicional paseo gastronómico rosarino de avenida Pellegrini.

Sin certezas sanitarias sobre el futuro cercano, y con rebrotes en algunas zonas del país, es un enigma lo que va a pasar con los rubros más golpeados. Hasta que no desaparezca el miedo a perder el empleo o el poder adquisitivo, será difícil que la economía se reactive.