El anuncio sobre pasar deuda del Banco Central al Tesoro que hicieron el ministro Luis Caputo y el titular del BCRA, Santiago Bausili, se trata de "una especie de Plan Bonex, pero con otro nombre", advirtió el exviceministro de Economía Orlando Ferreres. Además, alertó que puede haber un riesgo sobre los depósitos.
"El viernes se anunció una especie de plan Bonex para los bancos, con otro tipo de nombre, pero se pasa deuda del BCRA al Tesoro", señaló el consultor. Explicó que "eso es lo que no gustó a los mercados" y que el Gobierno "pensó una mejor reacción con la salida de la ley Bases y el Paquete fiscal". Y sumó: "No salieron muy contentos los bancos al ver que era una obligación ineludible".
Ferreres remarcó que ve a los banqueros "preocupados y se encontrarán con alternativas que serán difíciles de implementar también". Sobre la implicancia de la medida para los depósitos, aclaró que no tendrá efectos "no como la otra vez", pero alertó que hay un riesgo, en declaraciones radiales. El equipo económico dijo que se emitirá una letra para "llevar adelante igual que como se venía haciendo con los pases", por lo que "hay que emitir las normas correspondientes del BCRA y del Tesoro".
Qué fue el Plan Bonex
El Plan Bonex, abreviación de Bonos Externos, se implementó en diciembre de 1989, durante los primeros meses de gobierno de Carlos Menem y en el contexto de la necesidad de contener la hiperinflación que había estallado en los meses previos, a finales del gobierno de Raúl Alfonsín.
Fue llevado adelante por el entonces ministro de Economía Antonio Erman González, quien asumió tras el fracaso de su antecesor, Néstor Rapanelli, con el objetivo de contener la suba de precios, que en diciembre había vuelto a ser del 40%.
El Plan Bonex consistió en un canje forzoso de los depósitos de plazo fijo por bonos (denominados Bonex 89 y a vencer en 1999), para los ahorristas que superasen el millón de australes. Se trataba de un volumen importante, ya que debido a la hiperinflación, los ahorristas solían colocar por esos meses la mayoría de su resto para aprovechar el 138% de interés mensual (en junio) y recortar la pérdida generada por la suba de precios.
De esta forma, se buscaba disminuir la liquidez o disponibilidad directa de dinero en efectivo de los ahorristas, de modo tal que habría una menor demanda de bienes y servicios o de compra de dólares, ya que los bonos debían negociarse en el mercado secundario de títulos. Así, se buscaba enfriar la actividad y disminuir la inflación, en pos de salir de la híper.
La medida del gobierno de Menem terminó por causar, como era esperado, una fuerte recesión al confiscar aproximadamente un 60% de la base monetaria del país por una caída en la liquidez.
Además, el Plan Bonex significó un gran perjuicio para los ahorristas, ya que los bonos tardaron meses en imprimirse y desde el comienzo cayeron un 25% nominal en el mercado secundario de títulos. La medida fue judicializada por varios ahorristas particulares, pero la Corte Suprema, dominada por la llamada "mayoría automática" menemista, falló a favor de la constitucionalidad del decreto 36/90 que creó el plan.