El director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, estimó que la pobreza en el país "tiende a estabilizarse y a bajar levemente" con relación al primer bimestre del año. Sin embargo, los datos que reflejan el estado de la actividad económica y el empleo hacen parecer difícil que esa proyección se cumpla.
El académico comentó que, si bien el número de pobres aumentó desde la asunción de Javier Milei, indicó que "habría llegado a su techo y habríamos pasado lo peor, a partir de una recuperación parcial de los ingresos". Y agregó: "Así, no habríamos llegado a los niveles más graves, que son los que se alcanzaron en 2002, cuando la pobreza trepó a más del 60%". No obstante, aclaró a Radio Rivadavia que el porcentaje de personas en la indigencia se duplicó en el último año, a partir de un empeoramiento de los indicadores de empleo.
Por qué la pobreza puede seguir aumentando
Según el último Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central, se espera una tasa de desocupación de 7,6% para el último trimestre de 2024, lo cual implicaría un avance de dos puntos respecto al final de 2023. Ya el empleo privado registrado tuvo la peor variación mensual para un mes de marzo desde el 2002 y cayó 0,5%. El balance fue incluso peor a la pandemia y desde que Milei ganó el balotaje en noviembre, los puestos de trabajo se redujeron 1,4%.
Las expectativas de las empresas en lo referente a la contratación de personal para los próximos tres meses se ubican levemente por encima del 0%, es decir que se vislumbra un escenario sin cambios, en el que un escaso porcentaje de empresas espera incrementar sus plantillas de personal y un porcentaje casi igual espera reducirlas. Este indicador surge de la diferencia entre la proporción de empresas que esperan aumentar sus dotaciones y aquellas que esperan disminuirla: el 4,1% de las empresas declararon que harán cambios en sus dotaciones en los próximos tres meses.
De acuerdo a un informe de Cippec, de 20 millones de trabajadores, 52% son informales o monotributistas; 31% asalariados privados registrados y 17% estatales. La lupa sobre el segmento más importante revela que 46 puntos de ese 52 son informales o se desempeñan como cuentapropistas no profesionales. Es decir, están ocupados en empleos de baja productividad.
"La actual recesión podría estar sumando algunos puntos al segmento más vulnerable. Las consecuencias son múltiples", advirtió el informe. Además de que el trabajador informal no cuenta con un piso de derechos que lo proteja, su situación precaria tiene un impacto en la recaudación fiscal y en los sistemas previsional y de salud.
Los trabajadores informales sufren una suerte de penalidad salarial, ya que ganan menos que los asalariados formales. La consultora Idesa (Instituto para el Desarrollo Social Argentino) estima que el 46% integrado por cuentapropistas no profesionales y trabajadores en negro tienen una remuneración promedio que apenas alcanza la mitad de lo que percibe el segmento formal.
A la caída del empleo, se suman obstáculos para frenar la inflación
Uno de los argumentos que presenta el Gobierno para defender su gestión es la desaceleración inflacionaria del último trimestre, tras el pico de diciembre. Con esa consigna, especulan respecto a una consecuente baja de la pobreza en el mediano plazo. Sin embargo, la postergación de aumentos en tarifas, la incertidumbre en el panorama cambiario le meterán presión al Gobierno en su plan anti- inflacionario a costa de la actividad económica.
La microdevaluación diaria del 2% en el tipo de cambio oficial continúa y no parece haber cambios sensibles en el corto plazo. Sigue siendo un interrogante cómo será el desenlace cambiario después de estos meses en donde el tipo de cambio funcionó de ancla. La apuesta parece ser que la inflación caiga lo suficientemente rápido por el desplome de la demanda y se atenúe el ritmo de atraso. La estabilidad cambiaria podrá permanecer un par de meses más, si se decide mantener el cepo. Pero más adelante, con importaciones ya regularizadas, habrá nuevas presiones a una suba.
Lo cierto es que existen variables clave de la economía que se encuentran pisadas: dólar y tarifas. Solo resta esperar en qué momento caerán los aumentos postergados de regulados y cómo afectan a otros rubros por la consecuente suba en la cadena de costos.
Otro sector en el que el ministro Luis Caputo decidió intervenir para evitar una aceleración inflacionaria es el de las tarifas de luz y gas, mediante la postergación de su suba. Pese a que en febrero pasado había establecido que desde mayo estas debían quedar indexadas a la suba de precios, a inicios de este mes se conoció que no habrá aumento.
Por otra parte, aunque en mayo se postergó la aplicación del Impuesto a los combustibles, éstos incrementaron su precio en 4% como ajuste por la devaluación. En junio debería aplicarse no sólo el ajuste de 4,4% del Impuesto a los Combustibles postergado, sino también la actualización correspondiente al primer trimestre de 2024, que incidiría en un nuevo incremento de la nafta cercano al 20%. Todo ello con independencia de la suba de la nafta por los vaivenes del dólar y del precio internacional.