Las fuentes de empleo que se destruyen no se recuperan rápidamente, sobre todo cuando sectores clave para la generación de trabajo -como industria y construcción- son directamente afectados por las políticas económicas en marcha. Al respecto, si se mira para atrás, 187.000 trabajadores registrados perdieron su empleo en un año, un número que alarma y no llega a ser compensado por la leve recuperación de finales del 2024. ¿Qué esperar entonces para lo que viene? Según estimaciones privadas recién en enero de 2026 podrían empezar a recuperarse todos los empleos que se perdieron desde agosto de 2023, cuando empezó la contracción.
Así lo advirtió un informe de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) que mostró que se tardaría al menos dos años y medio en recuperar los puestos perdidos en estos meses. Hay que considerar, además, que el nivel con el que inició el gobierno de Javier Milei lejos está de llegar a cumplir con las necesidades laborales de la población argentina que viene sorteando, a duras penas, el impacto de la caída de la actividad económica y la pulverización salarial.
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Asimismo, un aspecto no menor tiene que ver con el incremento del trabajo no registrado, la subocupación y la ocupación demandante que ponen sobre la mesa la precarización que atraviesa al mercado laboral y que se plasma en una realidad concreta: en solo un año la cantidad de empleados del sector privado bajo la línea de pobreza se incrementó 71% y la de empleados públicos, 154%.
Destrucción sostenida
El empleo formal en el sector privado cayó de forma ininterrumpida desde agosto de 2023 llegando a acumular once meses seguidos de destrucción de fuentes de trabajo. Si bien desde septiembre de 2024 se observó una leve recuperación lo cierto es que los problemas estructurales se agravaron en el primer año de gestión de La Libertad Avanza al punto de que 186.800 trabajadores registrados perdieron su empleo: 66% del sector privado, 23,% del público y 11% de casas particulares.
Al respecto, el resultado fue una profundización de la fragmentación y precarización que desde hace tiempo marcan la realidad del mundo laboral argentino. Así lo explica el último informe del centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) desde donde analizaron que, desde septiembre pasado, se evidencian tres grandes cambios: 1) el empleo formal cayó mientras crecieron modalidades más inestables y de menores ingresos (trabajo informal y por cuenta propia); 2) el sector público atraviesa un fuerte proceso de achicamiento y 3) en el sector privado la heterogeneidad en la recuperación sigue siendo la regla.
Al indagar en las brechas dentro del propio sector privado se indicó que “mientras actividades primarias (sobre todo minería) e informática tuvieron el mejor desempeño, en la industria el comportamiento fue disímil”. Sobre ello, sectores como Alimentos y Explotación de Minas y Canteras tuvieron un aumento de empleo y salarios, mientras que en la actividad comercial hubo suba de puestos pero contracción salarial y, en el extremo opuesto, se ubicaron Textiles y calzado así como Construcción (el sector más afectado) junto con la industria manufacturera, fuertemente golpeados por la recesión y crisis del mercado interno.
A partir de este cuadro de situación, los economistas evaluaron que, para el inicio de este año, “se puede esperar que la situación sea similar a la de los últimos meses, manteniendo un ritmo moderado de crecimiento”. De acuerdo con el Indicador Predictivo del Empleo elaborado por el CETyD, un modelo de estimación del empleo en base a inteligencia artificial que toma las expectativas de los empresarios, el sector privado tendría una variación mensual del 0,17% en noviembre, del 0,16% en diciembre y del 0,18% en enero 2025.
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Sin embargo alertaron que justamente “de mantenerse ese ritmo moderado de crecimiento del empleo, recién en enero de 2026 se recuperarían todos los empleos que se perdieron desde agosto de 2023. Es decir que tardaríamos casi dos años y medio en volver a la situación inicial”, indicó Matías Maito, director del CETyD.
Según analizó el especialista, “ante esta situación no hay demasiado margen para ser optimistas y esperar una recuperación más rápida, a no ser que se activen dos grandes generadores de empleo como son la construcción y la industria, dos de lo sectores más afectados por el actual modelo”.
La visión coincide con lo planteado por el investigador Luis Campos, del Instituto de Estudios y Formación de la CTA - Autónoma, quien publicó, “para adelante la primera pregunta es si es posible incrementar la tasa de crecimiento del empleo registrado. De lo contrario, podemos ir a un escenario de un incremento exiguo que a duras penas alcance para compensar el crecimiento vegetativo de la población”. En ese sentido, sumó que “en el corto plazo, la única alternativa parece ser la construcción” aunque al momento no hay señales de mayor reactivación a partir de la obra pública nacional. El especialista advirtió que “no luce razonable ni sostenible que actualmente haya casi 100.000 trabajadores registrados menos que a comienzos de 2018”.
Pobres e indigentes
El 52,9% de la población de nuestro país se encontraba bajo la línea de pobreza en el primer semestre del 2024, último dato oficial disponible. Se trata del valor más elevado en casi 20 años.
“La evolución de la pobreza no llama la atención únicamente por el elevado valor alcanzado sino por la velocidad de su crecimiento”, indicaron desde el CETyD, en referencia al incremento de 11,2 puntos porcentuales que tuvo lugar entre el segundo semestre de 2023 y el primero de 2024, “el salto más acentuado en seis meses desde el año 2002”, señalaron. Desde 1989, el ritmo de aumento fue sólo superado por la hiperinflación de ese año y por la crisis de 2001.
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Estos números se reflejan en la calidad de vida diaria de la población generando condiciones más que preocupantes: en 2024 se incrementó en 71% la cantidad de empleados registrados del sector privado bajo la línea de pobreza en tanto que la de empleados públicos escaló 154%.
Finalmente agregaron que “si la pobreza se ha vuelto un fenómeno recurrente entre los trabajadores formales, la indigencia es una realidad que caracteriza cada vez más a informales”. De acuerdo con el mismo centro de estudios, el 24% de los trabajadores informales y el 22% de los cuentapropistas ingresaron en el primer año del gobierno libertario en la categoría de indigentes.