Las últimas mediciones de inflación que realizó el Indec reflejaron una desaceleración de la suba del costo de vida que no se palpa del todo en la vida cotidiana. Sin denuncias de manipulación de datos de por medio, un informe relevó cómo la metodología del organismo estadístico se contrasta con el consumo masivo de las personas.
La variación de precios se mide en base a índices, como una buena parte de las variables macroeconómicas. En la construcción del mismo intervienen dos elementos básicos, los precios y la canasta de bienes; en tanto que sus resultados son esenciales para medir el “costo de vida” de la población.
De acuerdo al Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (Isepci), en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), como en la mayoría de los índices de precios se utiliza la fórmula Laspeyres, que compara el gasto realizado para adquirir una canasta fija de bienes y servicios, aplicando sobre ella la variación de precios. La comparación se vincula al gasto del consumidor y dicho gasto depende de sus “gustos”, elemento subjetivo que es parte determinante de su demanda. Pero también depende de la relación existente entre los precios de los bienes y servicios (efecto sustitución); así como del ingreso con el cual el consumidor va a conformar su estructura de gastos (efecto ingreso). Las relaciones entre precios, incluido el ingreso, son elementos objetivos que denominamos precios relativos.
En suma, el IPC resulta del movimiento de los precios, absolutos y relativos, que se miden mensualmente y de una canasta de bienes/servicios que permanece fija en el largo plazo. Por lo tanto, su efectividad como indicador del costo de vida depende tanto de la correcta información de precios, como de la fiel representatividad de la canasta. Esta última debe representar la distribución del gasto del consumidor.
En la metodología aplicada para elaborar la canasta de bienes del IPC, base diciembre de 2016 y vigente en 2024, el INDEC señala: “La elaboración de esta canasta implica una clasificación de los bienes y servicios de consumo, la selección de los que son representativos para el análisis de la evolución de los precios al consumidor y la asignación de ponderaciones a cada uno de ellos. La importancia de cada agrupamiento de bienes y servicios se obtiene a partir de encuestas a los hogares. En el IPC base diciembre 2016 se utilizan los resultados de la ENGHo (Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares) referida a período octubre de 2004-diciembre de 2005”.
La canasta de bienes del IPC está conformada por doce agrupamientos, que se aplican con diferentes ponderaciones en las seis regiones geográficas del país en las cuales se realizan las mediciones. El INDEC elabora un IPC para la canasta de bienes de cada región y luego procesa un índice nacional, computando otras ponderaciones para cada región, que reflejan principalmente el peso poblacional de cada una.
Relación entre la canasta de bienes y gastos de los consumidores: el sesgo del Indec
En Argentina convivieron hasta diciembre de 2023 mercados de bienes con libre competencia en los agrupamientos de alimentos, vestimenta, recreación; con mercados de servicios regulados y/o subsidiados, como los servicios eléctricos, salud, transporte, comunicación.
Es decir, canasta y precios son elementos independientes para la elaboración del IPC, siempre que no haya altas variaciones en los precios relativos que alteren la composición del gasto de los consumidores. Con ingresos estables de los consumidores, el aumento de la tarifa de luz, prepaga, transporte, etc., en relación a los alimentos, tiene altas chances de influir y alterar la composición de los gastos, léase la canasta de consumo.
El precio relativo en enero-julio de 2024 se ubica en 1.61, cifra que muestra un 61% de aumento del precio de los servicios con relación al precio de los alimentos. Este valor se ubica cercano al doble del calculado 2018-2019, mientras es similar al 2017, cuando el gobierno de Macri intentaba imponer una política de reducción de subsidios similar a la actual.
Desde diciembre de 2023, los agrupamientos de servicios registraron un incremento de precios superior a los alimentos y también a otros bienes como vestimenta y equipamiento del hogar. Asimismo, fueron reducidas las variaciones en los agrupamientos de recreación y restaurant, situación que muestra especialmente los efectos de la recesión económica y la caída de los ingresos de la clase media. Esta última es la más afectada por este cambio en los precios relativos, ya que su consumo en servicios es alto.
Estos cambios de precios resultantes de la nueva política económica que lleva adelante Javier Milei limitan la precisión del IPC como indicador del costo de vida.