A diez meses de la asunción del gobierno de Javier Milei, las políticas de ajuste del Estado se profundizaron a tal punto que la mayoría de las familias recortó su alimentación, compró menos medicamentos y hasta tuvo problemas para llevar niños a jardines de infantes. Un informe del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) realizó una encuesta nacional que muestra los efectos devastadores de las medidas macroeconómicas de devaluación, suba precios, desregulación de tarifas y recortes en las políticas públicas que provocaron que la pobreza ascienda al 52,9%, lo cual describieron como un escenario "similar al de la post crisis de 2001".
En cuanto a las políticas de cuidado, el ajuste del Gobierno provocó que de 49 relevadas, 24 se derogaron o discontinuaron, mientras que otras 18 están en riesgo o sub ejecutadas. Sólo siete se mantienen vigentes. Para analizar las consecuencias en las distintas poblaciones de cuidado, el CELS - a través de la mesa interseccional denominada "La cocina de los cuidados"- realizó una encuesta telefónica de alcance nacional entre el 30 de agosto y el 20 de septiembre. Se trata de una investigación de opinión pública sobre hábitos y percepción de cambios sobre la organización del cuidado, que combinó una encuesta telefónica en base a un cuestionario estructurado (1.730 casos) y entrevistas semi estructuradas (702 casos de una muestra con diseño no probabilístico).
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Sin comida, sin remedios, sin educación
De allí se concluyó que el 65% de las familias argentinas hizo recortes en su alimentación en el último año. Además, en los hogares con infantes, el 67% de las familias dijo tener más dificultad para obtener vacantes en espacios de cuidado y jardines.
En los hogares con personas mayores, el 76% de las familias dijo percibir mayores costos en los medicamentos no cubiertos por el PAMI y el 74% declaró contar con menores ingresos para contratar cuidados para estas personas. En los espacios con personas con discapacidad, la principal dificultad aparece con la suba de precios de los medicamentos, identificada por el 85% de las familias. El 64% también afirmó estar teniendo mayores dificultades para obtener prestadores para las terapias.
En cuanto a los ingresos percibidos, un tercio declaró que la suma de ingresos de su hogar no supera los 300 mil pesos mensuales. Casi un cuarto reúne entre 300 y 600 mil pesos en el total de ingresos familiares. Y los que suman hasta un millón por mes no llegan al 20% .
Al indagar cómo definiría su situación laboral actual, cuatro de cada 10 personas dijo estar ocupada y el 25% tener una jubilación o pensión. Un 26% manifestó estar desocupado: se trata de una proporción mucho mayor a la de la tasa actual de desempleo medida por el INDEC, con más incidencia en la juventud y en quienes tienen menor nivel educativo.
Quienes declararon tener menor nivel de ingresos totales en su hogar viven en barrios populares o conviven con alguna persona con discapacidad. Hubo escasas respuestas a la opción de identificarse como “ama de casa”, aún cuando se ofreció como respuesta. Aquellas que dijeron ser “amas de casa” presentan más convivencia con personas mayores o con discapacidad.
El 55% de las familias dijo que no le alcanzan los ingresos totales y mensuales de su hogar. Incluso para quienes residen en barrios privados/cerrados, el porcentaje que dio la respuesta “no me alcanzan” fue significativo (58%). En general, esta percepción es mucho más frecuente entre mujeres, entre quienes no tienen trabajo remunerado, son amas de casa, tienen personas a cargo y entre quienes viven en barrios populares.
En cuanto a la evaluación de los ingresos, para un 43% la situación empeoró y para un 24% es igual de mala. Para un 14% es igual de buena y para otro 14%, mejoró. Para estas últimas familias la razón esgrimida fue “el control de la inflación” que les permitió “hasta ahorrar” u “organizar mejor los gastos”. Entre quienes empeoró o es igual de mala es la inflación y “la subida constante de precios” la causa principal de que “no me alcanza para pagar expensas, alquiler, transportarme y comer todos los días”, “me quedé sin trabajo y sin ingreso, “sufrí un despido”.
En los tres grupos de hogares relevados, la mayoría de las familias identificó tener menor disponibilidad de tiempo para cuidar de estas personas en los últimos seis meses. De hecho, el 57% de las familias que asisten a comedores barriales o escolares dice haber encontrado menos comida. El 8% de la muestra dijo recibir asistencia o refuerzo alimentario de algún comedor barrial o escolar.
Las mujeres (74%), mucho más que los varones (57%), perciben que la situación de su hogar empeoró y debieron ajustar la alimentación: la suya propia y la de los demás. En este sentido, seis de cada 10 mujeres sobrecargaron el tiempo destinado a cuidar a sus mayores y a los niños y niñas de la casa, mientras que tres de cada 10 varones hicieron lo mismo. En mayor medida son ellas (43% frente al 29% de varones) quienes advierten los aumentos y la reducción de los espacios para cuidar.
La encuesta también arrojó que las mujeres recurrieron menos que los varones este último año a alternativas que redistribuyen el tiempo y el trabajo de cuidar como prestadores de terapia, resolución del traslado de personas con discapacidad, cuidado en residencias de mayores.