El ministro de Economía Sergio Massa trabaja en un plan de estabilización para bajar la inflación como pre requisito para mejorar los ingresos reales. Estima que en setiembre y octubre caerá a un ritmo de medio punto mensual. Ahí comenzará un programa de cuatro meses, de noviembre a febrero, para buscar una reducción más brusca de la evolución de los precios. La intención es que la curva de precios y salarios se cruce al final del periodo y que a partir de marzo los ingresos de los trabajadores comiencen un sendero positivo en términos reales. Los principales puntos del plan que regirá en noviembre, diciembre, enero y febrero son los siguientes:
*Estabilidad cambiaria
*Programa de administración de importaciones que garantice los bienes intermedios necesarios para la producción.
*Aumento de suma fija o bono por los cuatro meses
*Congelamiento de precios pactado en un acuerdo económico y social.
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Está claro que la intención es ofrecerle a los empresarios un dólar oficial quieto, insumos importados asegurados y suba de ingresos para los que menos ganan pautada de ante mano para acordar un freno a la suba de precios por un cuatrimestre que rompa la inercia inflacionaria, al menos al ritmo actual. Lo más complicado parece ser frenar el dólar oficial. El acuerdo con el FMI señala que debe marchar al ritmo de la inflación. Además, si se retrasa generará nuevos ruidos con el sector agropecuario a partir de marzo cuando llegue la nueva cosecha. Salvo que se esté pensando en un “dólar soja Dos” para 2023.
“Los tres grandes objetivos para la estabilización macroeconómica son los que fijamos desde el principio: orden fiscal, acumulación de reservas y desarrollo con inclusión. El desarrollo con inclusión inexorablemente nos pone en la obligación, finalizada la etapa de estabilización macro, de encarar un proceso fuerte de lucha contra la inflación”, señaló Massa a El Destape.
La refinanciación de los pasivos en pesos y la baja de gastos fue la primera etapa, la acumulación de reservas fruto del dólar soja, la segunda. Con esa estabilidad por ahora precaria el equipo económico piensa utilizar los próximos días para asegurase de que vencido el plazo de liquidación a 200 pesos el Banco Central siga con balance positivo. Massa asegura que llegará a marzo “con más de 10 mil palos de reservas disponibles”.
Aunque aún no da a conocer sus próximos pasos, se sabe que trabaja en un dólar turismo y un dólar “bienes suntuarios”, seguramente el mismo que el turístico: cerca de 300 pesos. Así espera ir cerrando el grifo de los dólares baratos. Debería apurarse con estas medias ya que son del tipo que conviene primero instrumentar y después contar. Si se confirma, el dólar oficial iría reduciendo su protagonismo en la economía, al menos hasta estabilizar el barco. El ministro repite que la prioridad es estabilizar para bajar la inflación.
El funcionario le tiene fe al blanqueo de capitales para la construcción, compra de propiedades e importaciones. Estima conseguir 10 mil millones de dólares el año próximo. Una cifra que a priori parece demasiado ambiciosa. Claramente, seguirá buscando instrumentos de acumulación de reservas para ir cerrando la brecha, condición indispensable para la estabilidad. Aún hay que pasar el próximo invierno importando grandes cantidades de gas que, si como todo indica continua la guerra, seguirán siendo una cuenta difícil de afrontar. El gasoducto, por lo que se sabe hasta ahora, llegaría sobre el final del invierno.
El ministro no utilizó sus relaciones en Estados Unidos para relajar las metas con el FMI. Por el contrario, las ratificó. Y el presupuesto de 2023 sigue la misma senda en términos fiscales y monetarios. Piensa que cuando demuestre que cumplió las metas de 2022 el mercado confiará en él. Además de su hiper actividad, su conocimiento del Estado y sus contactos Massa cuenta con un activo invalorable: el acuerdo con Cristina para avanzar con su plan sin obstáculos. Ese dato también es leído por el mercado.
El presupuesto llegó al Parlamento con una sorpresa: el listado de exenciones impositivas a las empresas. Resultan el 2,7% del PBI. Si se le agregan los beneficios presupuestarios, llegan al asombroso número del 4,5% del PBI. En muchos caso se trata de verdaderos planeros VIP. Hay que preparar pochoclo para ver ese debate parlamentario. La derecha que quiere cerrar las cuentas tendrá una enorme posibilidad de llegar al déficit cero e incluso al superávit si se anima a votar contra los intereses corporativos. “Alguno lograremos eliminar”, se ilusiona el ministro.
Por ahora se lo ve que va decidiendo sobre la marcha, tratando de hacer mil cosas a la vez. Hay que reconocer que agarró las riendas en un momento crucial. El equipo que armó no es el de la cena en su casa, pero todos corren y no se la pasan al contrario, que ya es bastante. Cuando se le pregunta cuándo piensa armar una narración, explicar hacia donde va, contesta: “Lo voy a hacer, es necesario. Pero dejame que me faltan algunas medidas macro. Si no es sarasa. Tiene que ser realista lo que diga. Pero lo vamos a lograr”.
Cerca de él aseguran que por estos días afirmó que "con 10 mil palos en el Central y sin Paso el Frente de Todos gana las elecciones”. Flor de optimista.