El 2020 es un balance de pérdidas. La mayor y más grave es la ausencia de casi 43.000 argentinos y argentinas que partieron golpeados por el virus. El otro daño que le sigue en importancia lo constituye la contracción de la economía por el impacto que implica las restricciones a la libre circulación de personas y bienes. La caída de la actividad medida por el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) acumula a octubre -11,3% respecto de los primeros diez meses del 2019, superando baja anual registrada en el año 2002 (-10,9%).
El Gobierno, arrastrando el inventario macrista de parálisis de la economía, desempleo, inflación y deuda, desarrolla una gestión centrada en impedir el doble colapso sanitario y social, resultados que hacia el fin de su primer año de gestión puede considerar logrados.
Hacia adelante y en lo inmediato el Gobierno abandona su administración defensiva y decide acertadamente poner fin a los límites al pleno funcionamiento de la economía impuestos por el virus, con una campaña de vacunación masiva durante el primer semestre del año que inicia.
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Esta acción reinstala desde la perspectiva de reconstrucción posconflicto nuevamente el sistema sanitario y el devenir económico. Una crisis profunda como la atravesada habilita la revisión del comportamiento de los distintos agentes y, por ende, el ensayo de reformas de fondo ante debilidades manifiestas o respuestas insuficientes en la tormenta.
El sistema de salud abandonado por el macrismo fue tensado al máximo por la pandemia y respondió, pero resultó evidente que, sin una asignación de recursos en forma más eficiente desde una conducción unificada permanente del Estado Nacional, puede fracasar ante una nueva calamidad epidémica a futuro.
Sin duda, la potencia de la economía nacional protegida y estimulada, libre del corset del virus, producirá una recuperación acelerada, inclusive sobre el pronóstico del 5,5% contenido en el Presupuesto, tal como es el consenso de la mayoría de los analistas.
Los interrogantes al interior de la coalición y en el pueblo que acompaña al gobierno, giran en torno al tipo de recuperación por venir. Es decir, al alcance social que tendrá el crecimiento y a la capacidad de las cuentas externas para sostener la expansión de la economía con carácter inclusivo, en concreto la oferta de dólares.
En el discurso en el Estadio Único de La Plata el pasado viernes 18 de diciembre, Cristina abordó estos temas, trazando un rumbo nítido para enfrentarlos el año próximo.
Algunos fragmentos de su alocución no sólo reflejan por enésima vez su rol de estadista, sino que también arrojan precisión sobre el sentido del retorno al Gobierno en el marco de la actual coalición peronista. Veamos:
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“Nuestro país debe ser de toda Latinoamérica el que más recursos humanos, tecnológicos, el que más inversiones tiene en materia de salud, lo que pasa es que la tenemos divida en tres sistemas: el público, el privado y el de las obras sociales
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“Vamos a tener que empezar a repensar un sistema nacional integrado de salud en el que podamos articular todo esto para hacer un uso más eficiente de lo que hay en la Argentina”
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“Yo no quiero que ese crecimiento se lo queden tres o cuatro vivos nada más. Hay que alinear salarios y jubilaciones, precios, sobre todo los de los alimentos, y tarifas”
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“Doce años y medio en la Argentina lo hicimos y por eso, además de la unidad, volvimos”
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“Doce años y medio que logramos la participación de los trabajadores en el PIB como nunca, o como en las mejores épocas peronistas”
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“Los argentinos podían comer carne no solamente porque tenían trabajo y salario sino porque además cuidábamos la mesa de los argentinos”
Cristina instala con precisión la regulación estatal en la oferta de bienes esenciales: salud, alimentos y energía. Sin esa intervención no hay recuperación económica vigorosa porque los ingresos populares son cooptados por los precios fijados por los monopolios oferentes de dichos bienes imprescindibles para el bienestar del pueblo. El trabajador no tiene resto para indumentaria, equipamiento de su hogar y recreación. Es la referencia al crecimiento que “se lo quedan tres o cuatro vivos nada más”.
Del mismo modo que lo ocurrido en la carta pública en ocasión del décimo aniversario de la partida de Néstor, al advertir a los agentes económicos más poderosos que la presión por la devaluación del peso podía desembocar en un desborde social de consecuencias políticas imprevisibles. Advertencia que detuvo transitoriamente esas maniobras.
Cristina anticipa con claridad que la salida de la crisis será tan veloz como avance el programa de vacunación, pero que dicha resolución no es neutral en términos socio-económicos y, por ende, incorpora la dimensión política de la pospandemia reclamando la intervención estatal para garantizar que se reparen los daños causados a la inmensa mayoría del pueblo.
Planteando que eso constituye la razón esencial por la que la ciudadanía acompaño el retorno al gobierno de la actual coalición: la esperanza avalada por lo hecho en los doce años y medio de administración previos.