El consumo masivo se derrumbó más de un 20% en septiembre a nivel nacional, de acuerdo a un informe de la consultora Scentia. Uno de los datos más preocupantes que arrojó el documento es que el rubro alimentación fue uno de los sectores más golpeados y donde las ventas más se resintieron.
El informe conjuga el relevamiento sobre grandes supermercados y autoservicios independientes. La medición interanual entre ambos segmentos marcó un desplome del 22,3% a nivel nacional, del 14,1% en el Área Metropolitana de Buenos Aires y del 27,3% en el resto de las provincias. En lo que va del año, la caída del consumo total a nivel nacional acumula una reducción del 11,9%.
Por categoría, el rubro alimentación se derrumbó 19,6%, bebidas con alcohol un 25,1%, bebidas sin alcohol 26,7%, desayuno y merienda 21%, higiene y cosmética 24,1%, limpieza de ropa y hogar un 16% y los perecederos 16,8%. La consultora tomó como referencia a 7.000 puntos de venta en todo el país.
A nivel interanual, el relevamiento a nivel nacional en supermercados mostró un desplome del 21,2%, del 19,4% en el AMBA y del 22,9% en el Interior. Una fuente del sector supermercadista le dijo a este medio que la caída respecto a agosto fue de aproximadamente del 7%. Para los autoservicios independientes, la caída interanual fue del 23,5% en el total, del 4,5% en el AMBA y del 30,8% en el Interior.
Cae hasta la venta de alimentos
Cuando los economistas hablan de “elasticidad” se refieren a un concepto en principio numérico, pero que tiene repercusión real en las compras que realizamos los agentes económicos ante cambios en variables como precios e ingresos. Existen productos donde pequeños cambios en los precios originan grandes cambios en el consumo. A ellos se les denomina “bienes elásticos”. Por otra parte, hay bienes en los que grandes cambios en precios no cambian significativamente la demanda. Éstos se denominan “bienes inelásticos”, por su condición de esencial para el desarrollo de la vida cotidiana.
Para muchos la respuesta sería que al ser bienes de primera necesidad, los cambios en el precio de alimentos no van a implicar cambios significativos en el consumo. Sin embargo, la híper recesión promovida por el gobierno de Javier Milei hace colisión con esta regla. Las personas están dejando de comprar comida.
Según el relevamiento mensual del Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (Isepci) en comercios de cercanía de veinte distritos del conurbano bonaerense, la variación de los precios tuvo una baja del 3,2% en septiembre respecto al mes anterior. Los precios de las frutas y verduras en septiembre bajaron 6,06% ; los productos de almacén -3,23% y las carnes -1,25%. Desde septiembre de 2023, los precios en el almacén subieron 186,95%, las frutas y verduras 200,31%, y las carnes 149,53%.
La deflación celebrada por Milei proviene de la anomia de ingresos en sectores populares. El último informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) da cuenta del persistente desplome de las ventas en los medianos y pequeños comercios, que obviamente es consecuencia directa de la disminución sin pausas de la actividad económica. Respecto a julio la caída es del 1,6% y en la comparación interanual es de -10,5%. Pero quizás lo más significativo es la medición acumulada de los ocho meses de 2024 (ocho meses del gobierno actual) que muestra una disminución del 16,2%, que claramente es superior al promedio interanual.
Al observar estos datos desagregados, el descenso de la compra de alimentos da por encima del promedio general. En lo que va del año se vendieron menos del 20,5% alimentos. Esto implica que las familias, sobre todo las que viven en los barrios populares, debieron reducir el consumo de alimentos de productos, mucho de los cuales son esenciales para una buena alimentación.