María Rosa tiene 57 años, vive en el partido bonaerense de Esteban Echeverría, es madre y trabaja como empleada de casa particular en countries de la localidad Canning. Recién a fines del año pasado logró que sus empleadores la formalicen a través del programa Registradas, que llevaba adelante la AFIP, y que discontinuó el gobierno de Javier Milei. El impacto de la crisis económica destruye su poder adquisitivo a través del tarifazo del transporte y la inflación de los productos de la canasta básica. Ajustes en la vida cotidiana, despidos y salarios que se contraen cada vez más, tres componentes del derrumbe de la economía.
El ajuste del Gobierno tiene una magnitud histórica desde las planillas que difunde el Ministerio de Economía. Pero el sablazo contra la vida cotidiana de los trabajadores se siente con cada vez mayor dramatismo. El Destape dialogó con María para reflejar el punto de vista en el mercado laboral de las empleadas de casa particular, una de las tantas víctimas del programa económico que lleva adelante el ministro Luis Caputo.
A fines del año pasado, el Gobierno no renovó la continuidad del programa Registradas, destinado a la promoción de la formalización de las trabajadores y trabajadoras de casas particulares. La iniciativa tenía como objetivo generar nuevos puestos de trabajo en el sector y reducir la informalidad en el empleo, garantizando la permanencia en un trabajo registrado y promoviendo la bancarización.
El beneficio consistía en la transferencia del 50% del salario de la trabajadora por parte del Estado nacional, durante seis o ocho meses, dependiendo de si se trata de poblaciones priorizadas y/o titulares de programas de inclusión laboral. Una vez otorgado el beneficio, se abría una cuenta sueldo en pesos en el Banco de la Nación Argentina a nombre de la trabajador o trabajadora, donde se depositaba el beneficio.
"Sólo le pido a Dios"
Pero más allá de la medida específica que impacta negativamente en este sector, el fogonazo inflacionario y el tarifazo de transporte pulverizan los sueldos. Así lo describió María: "El tema del boleto se complica, es como que uno tiene que estar trabajando para poder tener para el pasaje. Si vos no tenés trabajo y tenés que ir por ejemplo a un hospital, a un colegio a los chicos. Yo hoy en estos meses que aumentó el boleto tuve que pedirle a mis empleadores que me dieran para el viático".
"La realidad en que vivimos me preocupa. Tengo una familia que mantener. Tengo adolescentes… y uno vive preocupado día a día. No sé, le pido a Dios siempre que los esté guardando. Esperemos que se mejore todo esto", imploró ante el rumbo del país. Es que los elogios a planillas de Excel por parte de los funcionarios tiene un costo muy grande: la caída de la actividad económica se lleva por delante a los puestos de trabajo.
"Conozco gente que se quedó sin trabajo. Tengo amigos, amigas que se quedaron sin trabajo. Y te da tristeza porque no consiguen. Además, lamentablemente, si consiguen, se aprovechan y quieren pagarte lo más mínimo posible", contó María a este medio. Y sumó: "Mucha gente que también emprendió algún negocio, por ahí está cerrando. También tenían a su gente trabajando y tuvieron que decirle que bueno, hasta acá llegaron, porque tienen que cerrar".
Entre blanqueos y la suba de precios
A través de asesoramiento del Sindicato de Amas de Casa (Sacra), María logró que sus empleadores la formalicen luego de casi ocho años. En el rubro es casi una utopía, ya que las mujeres que se desempeñan en esta rama forman parte de la enorme masa de personas que trabajan sin estar registradas. Ahora el Gobierno apunta a quitar los "privilegios" del mercado laboral formal.
"Le pedí a Dios, Dios mío, por favor, que alguien me ponga en blanco, porque encima se acerca mi edad jubilatoria. Te da vergüenza tener que decirle a tus patrones que te pongan en blanco. Saben sus obligaciones y no lo hacen", explicó. Casi en paralelo a que María sea registrada, Milei firmó el DNU que desregula la legislación laboral en varios aspectos.
Según los datos del Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central, la inflación estimada para el primer trimestre se ubica en el 60%. El testimonio de María es una muestra de la regresión del ingreso y los cambios de patrones de consumo.
"La suba de precios hace que uno tiene estar ya prohibiendo y seleccionando qué es lo que vas a comprar. Salís a comprar y está todo carísimo, no te alcanza. Yo con lo que trabajo, es como que vivo el día al día, y resulta que gastaste todo lo que trabajaste", sentenció con crudeza. Lo que "se comía antes ya no se puede comer", remarcó. Y detalló: "Está muy cara la carne, el pollo, y en mi casa yo soy la única que trabaja. Así que es un dolor de cabeza todo esto, pero bueno, hay que seguir adelante".