El ministro de Trabajo convocó al Consejo del Salario Mínimo para el 27 de abril, donde se discutirá una actualización del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM). Actualmente, la remuneración se ubica más de $ 35.000 por debajo del costo de la Canasta Básica Total (CBT) e, históricamente, las organizaciones sindicales y sociales piden igualar ese valor. Para eso debería haber un aumento del 177%.
En la última reunión de octubre, se fijó un incremento del 28% que se abonaría en tres cuotas y que culminaron en marzo llevando el salario mínimo vital y móvil hasta los $ 21.600. El incremento anterior quedó muy retraído de la suba de precios en el período que va desde marzo del 2020 a marzo de este año, ya que aumentaron un 42,6%.
Pero a su vez, la última suba del mínimo antes de octubre de 2020, había sido en septiembre de 2019. Por lo tanto, la última quedó muy por detrás de la inflación entre septiembre de 2019 y marzo de 2021, que fue del 66% en general y de un 72% para la Canasta Básica Total que mide la pobreza.
Deterioro del salario
Según el último informe disponible del Indec, la CBT para un hogar compuesto por cuatro personas fue de $ 57.997. De esta forma, la brecha con el salario mínimo es de $ 36.397 o de un 62%. Las cuentas no cierran y un aumento que igualara la CBT representaría una suba del 177%, lo cual sería improbable que suceda en las próximas reuniones del Consejo.
De acuerdo a las cifras oficiales, así evolucionó la brecha a lo largo de los años en cuanto a proporción del salario sobre la canasta:
- 2016: En enero la diferencia era de $ 5260 (47%), en junio de $ 5372 (45%) y en septiembre de $ 5077 (41%).
- 2017: En enero la brecha era de $ 5263 (39,5%), y en julio de $ 6164 (41%).
- 2018: En enero la distancia era de $ 7473 (44%), en julio $ 10.134 (50,4%), en septiembre de $ 11.858 (52,8%) y en diciembre de $ 14.193 (55,7%).
- 2019: En marzo la diferencia era de $ 16.250 (56,6%), en agosto de $ 18.888 (57,3%), en septiembre de $ 19.159 (55,1%) y en diciembre de $ 22.085 (56,7%).
-2020: Durante el año de la pandemia, en diciembre de 2020 la diferencia finalizó en los $ 33.621 (67%).
El desplome sin fin
En noviembre de 2015, previo al fin del gobierno kirchenrista, el salario medido en dólares era de U$S 589 y lideraba la región. En abril de 2017 se redujo a 525, y en diciembre a 501.
Durante abril de 2018 pasó a 469, en diciembre a 299 y en marzo de 2019 a 297. En tanto que en agosto, tras la tercera megadevaluación, pasó a 221, para en 2020 situarse en los 268.
Para el caso de las remuneraciones de los trabajadores del RIPTE, la representación en dólares de sus ingresos se deterioró un 44,3%, y en comparación con noviembre del 2015 (donde sus salarios representaban U$S 1600), casi 52%. Los ingresos promedios pasaron de representar U$S 1385 a U$S 771.
Por su parte, los trabajadores del sector privado registrado vieron deteriorarse un 40% el valor de sus salarios medidos en moneda norteamericana. Al igual que en el análisis en términos reales, este sector fue el que menos degradación monetaria sufrió.
La odisea para no caer en la pobreza
Al observar los últimos datos disponibles, el ingreso medio individual de la población con ingresos fue de $ 33.306, también muy por debajo del costo de la CBT. Pero este promedio esconde varias diferencias según el tipo de ingreso y el género.
Mientras los asalariados (8,1 millones de personas) tuvieron un ingreso medio de $ 36.246, entre los no asalariados (3,4 millones) el ingreso medio bajó a $ 25.729. En tanto, los varones tuvieron un ingreso medio de $ 37.910, mayor que las mujeres que percibieron en promedio $ 28.937.
Los ingresos del 10% más rico de la población siguen siendo 21 veces más altos que los del 10% más pobre y casi un cuarto de las personas relevadas reciben ingresos por debajo de $ 20.000.
Según el último informe del centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo de la Universidad Nacional de San Martín, el nivel general de pobreza tiene una importante correlación con las diferentes realidades que atraviesan los distintos grupos ocupacionales. Mientras que la proporción de empleadores y asalariados formales bajo la línea de pobreza se sitúa entre el 11% y el 15% respectivamente, los valores están cerca de triplicarse entre cuentapropistas y asalariados (41% y 43%) y se cuadruplican entre los desocupados (61%).