El reconocido magazine británico “The Economist” afirma que Javier Milei, en estos 100 días de brutal política económica, está convenciendo y cuenta de alguna manera con el apoyo de los mercados. ¿Por qué se debe esto? A pesar del rechazo de la Ley Ómnibus en el Congreso de los Diputados y de su famoso mega DNU por parte del Senado, el presidente Milei sigue dando certezas sobre su política económica, la cual no requiere de ninguna ley. La licuadora es su principal aliada para el ajuste, y así también lo describe “The Economist”.
Si bien la campaña de LLA fue con una motosierra prometiendo ajustar a “la casta política”, por ahora vemos sólo la motosierra aplicada a los salarios de todos los trabajadores, al empleo de los trabajadores estatales y a los ingresos de los jubilados. Pero la licuadora avanza sobre toda la población (va, sobre la que no tiene ni stocks ni flujos dolarizados). La licuación de salarios, ingresos, jubilaciones y ahorros se hace sin reforma legal, y permite aparentar una ajuste equitativo sobre la mayor parte de la población. Con la excusa de mejorar el balance del Banco Central a partir de la brutal reducción de tasas de interés en términos reales para limitar el efecto del déficit cuasi fiscal que generan los pasivos remunerados, leliqs y pases, el gobierno se lleva puesto a todo aquel que busca ganarse la vida con algunos pesos que consigue y a los ahorros de quienes pudieron ahorrar algo.
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Así, los más de 100 días de esta licuación nos está dejando una Argentina raquítica. En apenas tres meses, el poder adquisitivo de la mayoría de los argentinos se ha visto mermado de manera significativa. Por ejemplo, los docentes universitarios mantienen los mismos salarios desde noviembre, y la jubilación mínima es tan solo de $134.445. Con la inflación más alta del mundo, un 273% interanual y sin diálogo social sobre el salario mínimo vital y móvil, el objetivo de Caputo de déficit cero se consigue gracias al ajuste sobre los jubilados y salarios. Así, gracias a la licuadora, la caída en el gasto en jubilaciones y pensiones fue del 40% en términos reales los primeros dos meses del año.
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El desplome de los asalariados
Estamos como estuvimos en la crisis del 2001. Si miramos el RIPTE, que es el índice del salario promedio de los trabajadores privados formales (es decir, aquellos que poseen trabajo formal, negociación colectiva por paritarias libres y reciben contribuciones patronales), y lo ponemos en base 100 para hacerlo comparable en términos reales, vemos que en 2002 era de 95 y hoy está a nivel 100. ¿Cómo solíamos estar en 2015 en el último año de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner? Tomando la base, los salarios eran de 160 y a partir de 2015, venimos a la baja encontrándonos hoy en 2024 nuevamente en base 100. Con el gobierno de Alberto y de Massa estábamos alrededor de 130. En 100 días pasamos de 130 a 100.
Cristina Fernández de Kirchner mencionaba hace un tiempo que ya no alcanza con ser trabajador formal para no ser pobre. Efectivamente, hoy en día si tomamos el salario promedio de los privados es así. Es decir, que si incorporamos la medición sobre el salario de los trabajadores informales y de la economía popular, la situación es mucho peor.
Esto refleja una realidad preocupante, donde el costo de vida sigue en aumento mientras los ingresos de la población disminuyen. El salario está en una caída inusitada pero lo más curioso de esto es la insistencia del presidente en reivindicar esta licuadora y este deterioro de ingresos como un mérito.
El mercado por ahora lo festeja, pero la austeridad y la licuadora van en contra de la demanda efectiva y cuando la demanda cae, eso también afecta a toda la economía. Ya estamos viendo la caída de la actividad económica en su conjunto: la capacidad instalada ha descendido al 54%, en comparación con el 62% del año anterior y la producción industrial ha sufrido una contracción del 20%, mientras que el turismo ha experimentado una caída del 14%, para poner algunos ejemplos. No es gratuito que algunos empresarios califican este proceso actual como “ industricidio”.
Mientras el gobierno festeja el acompañamiento de “los mercados”, la desigualdad se profundiza y la precariedad laboral se extiende, dejando a muchos ciudadanos en una situación de vulnerabilidad económica. El nivel de destrucción es total, absoluto e intencionado. Esta es la verdadera radiografía de los 100 días de Javier Milei.