El presidente Alberto Fernández hizo referencia esta semana, por primera vez, a la proliferación de las denominadas criptomonedas y a su impacto en la economía real. Pese a que algunos analistas les adjudican a estos activos propiedades curativas para el mal inflacionario, la falta de regulación que existe en el mundo sobre este tipo de instrumentos digitales y, a pesar de ello, la extensión en su uso cotidiano, generan un riesgo de burbuja especulativa que podría afectar la actividad económica de los países. El titular del Banco Central, Miguel Pesce, al igual que otras autoridades financieras mundiales, viene alertando sobre el riesgo de estos activos que no son considerados medios de pago ni están regulados para esa función.
"Hay una enorme discusión sobre el funcionamiento de las criptomonedas, no solo en Argentina. Es un debate mundial y, debo confesar, un tema de cuidado. En mi caso, de cuidado, por lo desconocido y porque uno no entiende exactamente cómo se materializa esa fortuna. Esta duda que tengo yo la tienen muchos en el mundo, por eso no termina de expandirse el proyecto en el sistema", señaló Fernández en una entrevista televisiva esta semana.
En 2009 eclosionó la burbuja que se había gestado en torno a una escalada de derivados tóxicos que nuevamente, como había sido en el crac del 30, se habían sobregirado respecto del supuesto capital que lo garantizaba. En plena era digital, la proliferación de activos digitales casi sin respaldo en el sector real ni control de los bancos centrales se encamina a conformar una nueva burbuja especulativa que, sin una adecuada regulación, volverá a dejar contusos en las finanzas mundiales.
Nacimiento en la opacidad
Las criptomonedas, a diferencia de los sistemas de pagos y de inversión tradicionales, no están reguladas ni controladas por ninguna institución y no requieren de intermediaros en las transacciones. Se usa una base de datos descentralizada, blockchain o registro contable compartido, para el control de estas transacciones. Su precio se calcula en función de la oferta y de la demanda y del "compromiso de los usuarios". Por esto último es que declaraciones de grandes magnates inversores sobre sus consideraciones sobre este tipo de activos los hace subir o bajar abruptamente. Ese valor se forma en ausencia de mecanismos eficaces que impidan su manipulación, como los presentes en los mercados regulados.
La posibilidad de contar con un tipo de dinero digital que no pueda ser rastreado y esté liberado de la supervisión de los gobiernos y los bancos es casi el sueño de todo financista. La primera en gestarse fue BitCoin, que prometía funcionar como “la divisa del mercado blue internacional”, reemplazando al efectivo en el mercado informal mundial. El sistema opera como una cuenta con créditos y permite puntuales transacciones digitales. El deseo de sortear las reglas establecidas es el motor de los nuevos instrumentos financieros y de las remozadas modalidades de transacción, lo que siempre derivó en burbujas especulativas.
El sistema fue creado por Satoshi Nakamoto en 2009, a partir del protocolo P2P, que permite el intercambio directo de información, el mismo que se utilizaba para compartir archivos como música y video. La moneda se va generando por el propio sistema en la red a partir de la resolución de acertijos criptográficos que aseguran y limitan las transacciones, lo que se denomina minería. El sistema contempla una emisión máxima asintótica de 21 millones de monedas.
Estas monedas digitales se almacenan en billeteras virtuales en la propia computadora o en servicios centralizados. Este sistema permite el pago con un simple mail. Existen varios mercados en los que transar BitCoins. Para realizar un pago sólo se requiere introducir el código del monedero (cuenta) de destino y la cantidad a transferir.
Actualmente existen más de 1.600 criptomonedas o tokens digitales ofrecidas en las principales, medianas y especializadas plataformas de intercambio, aunque las que tienen relevancia en cuanto a volumen de liquidez son 20 o 30.
Para operar con criptomonedas se debe recurrir a una plataforma de cambio en la cual se abre una cuenta virtual para poder comprar y vender el activo. En la Argentina existen varias empresas que ofrecen este servicio, entre las que se destacan las plataformas de Ripio, Satoshi Tango, CryptoMarket, SeSocio, Bitso, Bitex, ArgenBTC y Buenbit, entre otras. Para registrarse se solicitan los datos personales, foto del DNI y una selfie para "comprobar la identidad del usuario". También aumentó la presencia de cajeros que operan con bitcoins y dólares, desde el primero instalado hace tres años. Están instaladas ya 12 terminales en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
En busca de echar luz
Pesce confirmó que el BCRA está trabajando para prevenir a inversores no sofisticados sobre los riesgos de invertir en criptomonedas como el BitCoin y que, más allá del uso transaccional que se pueda dar a estos instrumentos, quiere evitar su vinculación con el mercado de cambios. "Vamos a regular la intersección del Bitcoin con el sistema de pagos y el mercado de cambios", afirmó el funcionario, quien semanas atrás lanzó desde la autoridad un comunicado recalcando que las criptomonedas "no son monedas de curso legal".
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“Las criptomonedas han intentado y no han logrado convertirse en un método de pago viable, aparte de su uso por fanáticos de la privacidad”, sostuvo esta semana el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, al Comité Bancario del Senado. "Si vamos a tener algo que se parece a un fondo del mercado monetario, un depósito bancario o un banco estrecho, y está creciendo muy rápido, realmente deberíamos tener una regulación adecuada. Y hoy no lo tenemos", recalcó Powell.
La historia de las criptomonedas comenzó a inscribirse tras el crac de las hipotecas subprime en 2008, a partir de maniobras especulativas de agencias y entidades bancarias y que hicieron caer en descrédito a todo el sistema. Esa desconfianza fue aprovechada para la aparición pública de las criptomonedas que, hasta el momento, se mantenían en la opacidad. El atractivo era precisamente que "podían eludirse los controles de los gobiernos". Su uso cada vez más cotidiano generó distintos análisis respecto de su impacto en la economía global, aunque el alerta de la falta de regulación es su principal debilidad.
"Dicen que la ventaja de eso es que el efecto inflacionario se anula en gran medida. También es cierto que se genera inseguridad porque ha habido, ya se han verificado, algunas estafas con la utilización de criptomonedas. Pero no hay que negarse, porque tal vez es un buen camino. La mayor ventaja para nosotros tendría ese sentido, de algún modo contener lo inflacionario, porque es una moneda de algún modo dura”, concluyó el Presidente en la citada entrevista.