A dos años de la pandemia, sólo el 10% de la población de los países pobres fue vacunado contra el Covid y el proyecto para mediar entre las grandes corporaciones y las naciones de escasos recursos fracasó rotundamente. Mientras tanto, las farmacéuticas ganaron millones y convirtieron a sus dueños en recientes destacados de la revista Forbes.
El 62% de los humanos del planeta recibieron al menos una inoculación contra el coronavirus. En concreto se administraron 10.380 millones de dosis y 27,7 millones se aplican cada día. Sin bien los números macro aparentan alentadores, el hilado fino elimina esa hipótesis de lleno.
En los países pobres, solamente el 10,6% tuvo acceso a al menos una inyección. Etiopía tiene casi al 8% vacunado, Nigeria al 7%, Camerún al 3%, Chad al 1,5% y Burundi, el más carenciado del mundo, a menos del 0,1%, de acuerdo a la información de Our World In Data.
Para evitar esta inequidad, al comienzo de la crisis sanitaria global se creó un mecanismo que intermediaría con los laboratorios y las naciones: Covax. Tenía el objetivo de distribuir vacunas gratuitas o subvencionadas para inmunizar al 20% de la población de 92 países de ingresos medios o bajo, mientras que los otros 51 países medios o altos que participan las abonarían. El proyecto nunca prosperó y dejó a decenas de millones sin la cobertura que necesitan para transitar la pandemia.
En la actualidad, la iniciativa impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se quedó sin fondos para comprar los equipos necesarios, incluidas las jeringas, para acceder a nuevas dosis. Apenas repartió 1.000 millones de vacunas desde 2020.
Sin tocar el modelo opresivo y generador de desigualdades, Covax se ató a la buena voluntad de enormes corporaciones capitalistas y gobiernos ricos. Los primeros vendieron sólo a los mejores postores, mientras que los segundos acopiaron todas las dosis que pudieron sin preocuparse por dejar resto, como Canadá o Estados Unidos, que compraron suficientes para inmunizar a toda su población varias veces.
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Millonarios por la pandemia
La negativa a la apertura de las licencias para producir estas vacunas, a pesar del reclamo internacional que apoyó Argentina, facilitó que la crisis acreciente la desigualdad en la distribución de la riqueza. La enfermedad global creó nuevos multimillonarios, como los accionistas de Pfizer y los fundadores de Moderna.
El gigante estadounidense controlado por Black Rock y lobeado por Juntos por el Cambio duplicó sus ganancias netas en 2021 a US$ 21.979 millones. Su facturación avanzó 95% hasta los US$ 81.288 millones.
En 2021, las ventas de Comirnaty, el nombre comercial de su vacuna contra el Covid, ascendieron a US$ 36.781 millones. La multinacional prevé para este año ingresos por sus inyecciones por US$ 32.000 millones.
El año pasado permitió también que Moderna cuente ya con cuatro de sus integrantes en la exclusiva lista de multimillonarios de la revista Forbes. Noubar Afeyan, Robert Langer y Timothy Springer se unieron a Stéphan Bancel, el CEO que llegó en 2020 por contar con $ 10.700 millones.
El trío le debe su nueva riqueza a la pandemia. Afeyan, presidente de Moderna, ahora tiene $ 4.000 millones. Langer, cofundador, cuenta con $ 3.900 millones, y Springer, uno de los primeros inversores de Moderna y propietario del 3,5%, $ 4.800 millones.
La ausencia de cobertura en inmensas masas poblacionales garantiza que el virus se mantenga en circulación y mute. Esto habilita la aparición de nuevas variantes, lo que también significa más dosis a vender, conveniente para las ganancias de las multinacionales farmacéuticas.