El trabajo remoto es una realidad acentuada por la pandemia del coronavirus. El Congreso de la Nación debate un proyecto que ya tiene media sanción y aguarda su tratamiento en el Senado. Mientras tanto, desde el segmento empresarial advierten por el riesgo de una creciente dualización productiva. Un universo dividido en dos partes prácticamente iguales, pero separadas por la posibilidad de reconvertirse total o parcialmente al mundo del teletrabajo.
Las empresas micro, pequeñas, medianas y medianas-grandes (hasta 800 trabajadores) explican prácticamente el total de las firmas empleadoras del país, así como más del 70% del empleo registrado y es un actor sumamente importante. Desde la Fundación Observatorio Pyme analizaron la situación actual y alertaron sobre el riesgo mencionado, una dinámica que posicionará de una parte a los servicios, el agro, las regiones centrales del país y las empresas de mayor tamaño relativo y, en la vereda de enfrente, a todo el resto.
Según su análisis, el trabajo remoto puede ser realizado – total o parcialmente – por el 57% de las MiPyME y empresas medianas-grandes de Argentina. Pero sólo el 6% está en condiciones de hacerlo para todo su personal. La otra parte del sector quedará fuera de esta dinámica porque el 43% manifestó no tener ninguna función teletrabajable. Si de urgencias se trata, el mundo vuelve a dividirse porque sólo el 15% de las firmas de servicios, el 9% de las empresas del AMBA y el 12% de las microempresas podrán hacerlo de acá a fin de año.
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El panorama cambia según el sector, el tamaño e incluso la locación de las compañías. No sólo es una cuestión económica o de posibilidades – hay trabajos que no permiten la actividad remota – sino también de un cambio cultural, que requiere capacitación y perfeccionamiento.
De hecho, las empresas de servicios son las que tienen una mejor situación para concretar la transformación e, incluso, hacerlo de forma inmediata. El 68% aseguró poder implementar el sistema tras la pandemia del COVID-19 y el 15% podría hacerlo antes de fin de año. Como contra cara, aparece la construcción. Es el sector que más dificultades tiene para lograr el cambio (43%) a largo y corto plazo (2% antes de que termine el 2020). Por su parte, las microempresas tienen menos chances pero más rápidas.
Si de regiones se trata, la concentración de actividades, servicios, facilidades y posibilidades son un factor clave. El AMBA y el sector céntrico del país, son los más preparados. En el noreste, por ejemplo, sólo el 35% podría hacer la reconversión y sólo el 5% de forma inmediata, muy lejos del 65% y 9%, respectivamente, de la zona más favorable.
Por eso, aseguraron que, si bien el debate se impuso como urgente por el coronavirus, es necesario no generar mayores diferencias en el sector productivo y económico del país y pidieron una nueva ley Pyme, acompañada por una actualización de la regulación de la Economía del Conocimiento para incentivar la convergencia de productividades entre sectores, tamaños de empresas y territorios, la creación de trabajo para eliminar la pobreza y la competitividad internacional.
El 25 de junio, tras casi dos meses de trabajo, la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto para regular el teletrabajo que, entre los puntos centrales, incorpora la modalidad a la Ley de Contrato de Trabajo, se reconocen las tareas de cuidado y se establece el derecho a la desconexión. El texto también estipula que los materiales de trabajo, tanto físicos como de software, deberán ser provistos por el empleador que deberá pagar los costos extra que se reflejen en un mayor consumo de los servicios del hogar del empleado o una compensación si es que éste utiliza sus herramientas para llevar adelante sus tareas.
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