El Frente de Todos mantiene la intención de tratar en el Congreso el impuesto a las grandes fortunas, para que los hípermillonarios se hagan cargo de una mayor porción de los gastos que le genera al Estado la pandemia. En caso de sancionarse, esta ley no sólo no perjudicará las inversiones, sino que podría contribuir a reducir la fuga de capitales, ya que disminuirá su ahorro. Sus ingresos llegan a ser 21 veces mayores a las de los más pobres.
El Parlamento aún no debatió la creación de un aporte extraordinario para que se redistribuya una pequeña porción del patrimonio de aquellos con más de $ 200 millones. Además del sistema, la desigualdad la genera el propio esquema tributario argentino, ya que los pobres destinan la totalidad de sus ingresos al consumo, por lo que pagan proporcionalmente muchos más impuestos que los ricos. Esta es una de las razones por la que el ministro de Economía, Martín Guzmán, trabaja en una propuesta de reforma en paralelo al Presupuesto 2021, el primero en incorporar una mirada de género.
"Este tipo de gravámenes no sólo no afecta la inversión sino que podría contribuir a mejorar las cuentas externas del país y favorecer la recuperación de la actividad económica al redistribuir recursos que quedarían ociosos hacia sectores que consumen la totalidad de su ingreso y que demandan bienes mayormente de producción local", analizó el Instituto para el Desarrollo Económico y Social de Buenos Aires Stella Maldonado (IDESBA) de la CTA de los Trabajadores. En última instancia, se trata de recuperar parte de la riqueza creada por los trabajadores apropiada por los empresarios, dado que los trabajadores son los únicos que generan valor, de acuerdo a la heterodoxia económica.
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La teoría del “derrame” del consumo de los ricos hacia abajo no tiene asidero. En su mayor parte se trata de bienes suntuarios con un alto contenido importado, por lo cual su contribución a la generación de empleo local es muy reducida.
Este nuevo tributo, de surgir, será abonado en parte con el flujo de ingresos de los hípermillonarios, lo que reducirá la compra de dólares y la demanda de importaciones. Además de afectar la recaudación tributaria y el nivel de actividad, la fuga ha generado continuas presiones sobre el tipo de cambio. En la última década, una enorme porción de las ganancias de las grandes empresas ha tenido como destino la adquisición de divisas, con lo cual la reinversión de las mismas ya era reducida, por lo que no impactará en la inversión.
La sociedad argentina presenta elevados niveles de desigualdad estructural que se han visto agravados en los últimos años, recordó IDESBA en su último informe. En el cuarto trimestre de 2019, el 10% más rico de la población tuvo un ingreso 21 veces superior al 10% más pobre.
No menos importante resulta que los ricos y las grandes empresas también se favorecen de la acción estatal. En primer lugar, reciben de manera directa subsidios a las tarifas, ayudas para el pago de salarios y créditos subsidiados, pero además por vía indirecta el Gobierno contribuye a la reducción de la conflictividad social. Los aportes extraordinarios pueden contribuir a paliar los efectos de la pandemia sobre el sistema de salud y sobre la actividad económica, lo que también redundará en beneficios para los propios hípermillonarios.