Cuáles son las trampas de las grandes cadenas para eludir el control de precios

Variaciones de un mismo producto, boicots, packaging, costos por flete. Las compañías tienen varios artilugios para subir los precios y saltarse el congelamiento dispuesto hasta enero de 2022.

24 de octubre, 2021 | 00.05

Esta semana, el Gobierno confirmó el congelamiento de precios de 1.432 productos de consumo masivo, que incluye primeras marcas hasta pequeños productores que no podrán aumentar su valor hasta el 7 de enero próximo. La medida abrió una puja de intereses que hasta incluyó amenazas por desabastecimiento. Sin embargo, uno de los grandes problemas que deberá afrontar la Secretaría de Comercio será el aparato de trampas que las compañías suelen poner en marcha para eludir este tipo de instrumentos de fiscalización estatal.

Las compañías subieron los precios de los productos con distintas estrategias en cada oportunidad que el Estado impuso algún tipo de control. Durante la aplicación del programa Precios Máximos, se identificaron varias de las prácticas identificadas durante las fiscalizaciones de precios en supermercados, autoservicios y tiendas. Se trata de maniobras engañosas para escapar a las multas que en su momento develó el Gobierno de la provincia de Buenos Aires.

Aunque desde el Gobierno apuntaron que habrá un trabajo coordinado con gobernaciones e intendencias, los principales centros de compra esperan "con cuchillo y tenedor".

La imagen no es lo que parece

A modo de ejemplo, si está disponible un yogur de 190 gramos, pude aparecer un envase de 180 gramo que es más caro. Si la lavandina común tiene el precio congelado, la góndola se llena de lavandina “microfiltrada”, más costosa.

Asimismo, si la segunda marca tiene un buen precio, en la góndola ocupa más espacio la primera marca. Si la leche común no aumenta por decreto, las heladeras se llenan con siete u ocho variedades de sachets “con calcio”, “lactosa zero”, “plus hierro”, con precios más altos.

Técnicas para subir precios

- Se “modifica” el producto mediante cambios insignificantes. De esa manera, técnicamente se convierten en productos distintos y pueden ser vendidos a precios más altos que los fijados por normativas nacionales.

- Incluyen “nuevo” código de barras, “nuevo” packaging, “nuevo” gramaje en el envase, “nueva” fórmula de elaboración para vender el mismo producto pero más caro.

- Obstaculizan fiscalizaciones de precios con facturas de venta confusas, que incluyen variables arbitrarias (descuentos por prontopago, notas de crédito, costo de flete, recargos por logística, abastecimiento o reposición) y dificultan cómo determinar el verdadero precio de un producto.

Boicotean los productos con precios fijados al 1 de octubre haciéndolos desaparecer de las góndolas y reemplazarlos por otros productos más caros. 

- La utilización del “frente de góndola”, es decir, el espacio real de exhibición: el producto congelado pierde espacio y “nuevos productos” copan la góndola.

- El flete y los recargos por conceptos como logística, abastecimiento o reposición, dificultan determinar el precio final de venta de un producto. Y apunta a obstaculizar la aplicación de multas.

El poder de la concentración

¿Por qué es tan fácil detectar este tipo de artilugios?  Alrededor de 65 empresas y seis cadenas de supermercados tienen a su cargo una proporción muy relevante de la producción y la comercialización de los bienes de consumo masivo en el país. Según un trabajo del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), unas 30 categorías de productos de consumo masivo la facturación corresponde en un 40% o más a una única empresa.

En concreto, el 91% de la facturación por la venta de caldos saborizantes en el territorio del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) ingresa a las arcas de Unilever. Del este modo, el 89% de la facturación por la venta de repelentes en el AMBA es de SC Johnson & Son, que lo consigue a través de sus diversas marcas.

Estos grupos no sólo reúnen poder en la fase de producción, sino que la posición dominante se replica a lo largo de toda la cadena, en las fases de distribución y comercialización de los productos.  La concentración en la producción de alimentos resulta ser un factor condicionante para la determinación de los precios, la disponibilidad de producción y el dominio en toda la cadena de producción y distribución de estos bienes.

La influencia de cada una de las firmas no está circunscripta a un sector o rubro, sino que se extiende a varias categorías. Estos son algunos de los rubros con mayor concentración:

-Bebidas sin alcohol: Entre las tres primeras firmas se distribuye el 85% de la facturación del sector.

-Gaseosas: Las dos marcas comerciales más conocidas explican el 98% del mercado

-Bebidas con alcohol: Las tres firmas más importantes concentran el 90% de la facturación.

-Café: Las primeras cuatro empresas explican el 87% del mercado de café.

-Yerba Mate: Entre dos empresas se reparten el 53% de la facturación.

-Hamburguesas: Sólo dos empresas concentran el 85% del mercado.

-Aceite: Sólo tres empresas explican nada menos que el 90% del mercado.

-Jabón para la ropa: Solo la primera empresa tiene el 82% de participación.

-Pañales: Entre dos empresas concentran el 95% del mercado configurando un duopolio.

Considerando la inflación como un fenómeno multicausal, la concentración es un factor adicional muy determinante. No solo incide directamente en la formación del precio final que pagan los consumidores, sino que opera de manera indirecta sobre los márgenes de rentabilidad de los distintos eslabones de las cadenas productivas.

La alta concentración posibilita la consolidación de grandes grupos económicos con fuerza de mercado y capacidad de presión sobre condiciones y las políticas económicas. De hecho, la pandemia del coronavirus potenció las asimetrías entre las pequeñas y las grandes empresas de supermercados.

El papel de los supermercados

Durante los últimos años se desarrolló una tendencia cada vez más marcada dentro del consumo masivo en Argentina y el mundo hacia la incorporación de las tiendas mayoristas en el mix de canales minoristas, con la explotación de un modelo de negocios que apunta cada vez más a atraer al consumidor final. En su conjunto, las grandes cadenas concentran alrededor del 80 % de las ventas totales del sector supermercadista en Argentina.

Las tres cadenas principales (Carrefour, Cencosud y Coto) son responsables de aproximadamente la mitad de las ventas del sector. En cuanto a la presencia a nivel nacional, Carrefour, Cencosud y Wal-Mart operan en la mayoría de las provincias del país. Coto, por su parte, cuenta con una importante presencia en la ciudad de Buenos Aires, donde mantiene más de la mitad de sus sucursales.

Finalmente, los supermercados DIA, de capitales españoles, con su formato de locales discount de superficie reducida, son la cadena con mayor número de sucursales, aunque ubicadas principalmente en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad de Buenos Aires.

Según el Indec, el 84,4% de la facturación por compras de supermercados la realizan ocho empresas cuyas bocas de expendio suman más de 100.000 m2, por un total de $ 66.097.749 millones. En contrapartida, el 15,6% restante tiene lugar en 93 empresas que suman cada una de ellas una superficie menor a 100.000 m2, por una facturación total de $ 12.232.536 millones.