Si bien buena parte del 2022 el consumo fue un motor clave de la actividad económica, en los últimos meses del año comenzó a resentirse sobre todo si se miran las ventas en almacenes, ya que las grandes cadenas sostienen porcentajes al alza. En febrero las ventas en autoservicios cayeron 8,9% mientras que los supermercados subieron casi en la misma proporción (8,3%). La búsqueda de precios de referencia, las remarcaciones que sufren los comercios de cercanía, y la creciente fragmentación en los ingresos configuran un escenario con consumos cada vez más diferenciados.
Este año arrancó con una caída del consumo tanto en enero como en febrero, manteniendo la tendencia mensual a la baja que se inició hacia mediados del 2022. Según datos de la consultora Scentia, que mide el consumo nacional en grandes cadenas y autoservicios, en enero la baja fue del 1,6% y en febrero del 1,1%, acumulado un caída del 1,4% para 2023. Sin embargo al mirar qué sucede con los diferentes canales de ventas se evidencia que mientras las grandes cadenas mantienen niveles crecientes, son los pequeños comercios los que más sufren la pérdida en las ventas mes a mes.
Esto sucede a la par de que se incrementan las brechas de ingresos entre los trabajadores registrados y los no registrados, estos últimos perdieron para diciembre de 2022 al menos 19% en relación a igual mes del 2019, y cayeron más del 30% si se compara con 2015. En tanto que dentro del propio mundo registrado, la mitad de los trabajadores viene registrando subas de ingresos inferiores a las del promedio general, con aumentos por debajo de la Canasta Básica Total (CBT).
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Vale recordar que el consumo privado, que representa cerca del 65% del PIB según los últimos datos de Indec, mantuvo una tendencia favorable desde junio del 2021 y hasta agosto del 2022, en tanto que luego comenzó a declinar en septiembre (-0,8%) y en octubre (-4,5%) para repuntar levemente en noviembre (0,7%), y volver a caer en el último mes del año (-1,6%). La primera parte del 2022 posibilitó un cierre positivo luego de siete años de caída (1,9%), pero al inicio de este año continuó la tendencia decreciente con tres meses consecutivos a la baja.
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Diferencias entre grandes y chicos
Las cadenas de supermercados registran números positivos tanto al inicio de este año como en casi todo el 2022. En diciembre los supermercados crecieron 3,2% interanual y lograron cerrar el año en un porcentaje de aumento similar (3,1%). En esa línea, arrancaron el 2023 con una suba significativa del 7,8% en enero, que creció al 8,3% para el mes de febrero, de acuerdo al relevamiento que realiza la consultora Scentia.
En el otro extremo se ubican los autoservicios que en diciembre tuvieron una caída del 4,7% interanual y terminaron el año con un leve aumento del 0,8%, para luego comenzar el 2023 con una baja del 9,1% en enero y del 8,9% el mes pasado, de acuerdo a la misma fuente.
Si se mira rubro por rubro, el informe al que tuvo acceso este medio da cuenta de que mientras que en el caso de las grandes cadenas todos los rubros (alimentación, desayunos y meriendas, perecederos y fríos, limpieza y hogar, higiene y cosmética, bebidas con alcohol, bebidas sin alcohol, impulsivos) registraron ventas favorables en febrero, en los autoservicios prácticamente todos los rubros cayeron (salvo bebidas sin alcohol). En este último caso se destaca la mayor caída de limpieza, alimentos, higiene y bebidas con alcohol.
Fragmentación de ingresos y de consumos
Al observar las diferencias que se registran entre los canales de ventas, se plantean algunos factores que tienen vínculo directo con la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos y la mayor fragmentación salarial entre las y los trabajadores, que lleva a que mientras ciertos niveles de consumo se sostienen, otros caen de manera sostenida.
Al respecto, los últimos datos a diciembre del 2022 reflejan que el conjunto de los salarios cayó 2,4% en términos reales contra el mismo mes del 2021 y estaba aún 3,2% por debajo de finales del 2019. Sin embargo al desagregar por cada sector, mientras los salarios públicos ganaron poder de compra (2,3% frente a diciembre 2021 y 0,1% frente a 2019), los registrados perdieron 0,6% comparado con el último mes de 2021 y se ubicaron 0,9% arriba en relación a finales del 2019. En otro extremo están los no registrados cuyo poder adquisitivo estaba 15% por debajo de 2021 y un 19% menos comparado con 2019.
El bajo nivel salarial golpea fuerte y aumenta la brecha entre formales e informales, “la caída del salario entre enero de 2015 y junio de 2022 fue de 16,3% para trabajadoras/es registrados y de 33,1% en trabajadoras/es no registrados”, detalla un informe del CEPA en tanto que también aumenta las disparidades entre los propios registrados ya que “la evolución, en términos reales, de la mediana y la media salarial de registrados da cuenta, a diciembre del 2022, de un principio de fragmentación laboral que se refleja en el incremento de la brecha, donde la mitad de los trabajadores están recibiendo incrementos de menor cuantía que el promedio”. Tal es así que la mitad de los trabajadores del país, aún siendo registrados, tuvieron a febrero una evolución de sus ingresos 12 puntos por debajo de la evolución de la Canasta Básica Total en el mismo mes.
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El menor poder de compra de los ingresos, cada vez más fragmentado, tiene incidencia a su vez en la brecha que existe entre los canales de ventas y los tipos de consumo que predominan. Si en la etapa de 2016 a 2019, se registraron fuertes caídas en las ventas tanto en supermercados como en autoservicios (consumo total cayó 4,5%, 3,1%, 1,5% y 7,3% cada año según Scentia) desde el 2021, luego de la pandemia, se evidencia una tendencia diferencial entre ambos canales.
Aparece en ese marco, por un lado, la búsqueda de la población de precios de referencia, a partir de los acuerdos como Precios Justos que están disponibles en los supermercados y no en los pequeños comercios de cercanía, almacenes de barrios y autoservicios. Esas diferencias de precios pueden llevar a elegir a las grandes cadenas por sobre los demás.
En relación un segundo aspecto, denunciado por el propio gobierno, tiene que ver con el impacto negativo de algunas maniobras de remarcación en las listas de productos que llegan a los comercios más chicos, al no tener el tope de subas pautado. De esa forma, mientras que en febrero los aumentos en los canales que son parte del Programa de precios estuvieron en torno al 4% pautado, en los de cercanía se detectaron subas que casi duplicaron ese porcentaje.
Otra variable que se agrega para entender en parte la paradoja de “una expansión del consumo privado contemporánea a elevados niveles de pobreza”, tiene que ver según CIFRA/CTA con lo que sucede al comparar el consumo total “que está 1,4% por encima de 2015 y 7,0% por encima de 2019”, y “el consumo privado per cápita cuyo nivel en 2022 estuvo 5,4% por debajo del 2015, aunque todavía superior al de 2019 (4%)”.
Finalmente el menor poder de compra de buena parte de los registrados y del sector informal, puede llevar a que se prioricen compras de montos más chicos frente a otras de mayor magnitud en el mes. El ticket promedio de gasto en un supermercado para el mes de diciembre fue de $4573, mientras que en un autoservicio al por mayor fue de $10.468. Se agrega que crece también el financiamiento de las compras en tarjeta de crédito, que fue de un 33,5% en diciembre, superando al efectivo (27,9%) y las tarjetas de débito (32%).