En el veranito financiero del gobierno de Javier Milei comienzan a aparecer los primeros nubarrones. La devaluación de Brasil, y en menor medida de China, encienden luces de alarma en la estrategia financiera de la dupla que integran el ministro de Economía, Luis Caputo, y el titular del Banco Central, Santiago Bausili. Esta semana la moneda brasileña se ubicó este semana en su menor nivel en su historia, a 6 reales por dólar, mientras que el tipo de cambio bilateral está en su peor relación (en desmedro del peso argentino) de la última década. De acuerdo con el relevamiento del Banco Central, el tipo de cambio real bilateral ubica al peso apreciado en unos 25 puntos porcentuales respecto del real brasileño, en su mayor nivel desde diciembre de 2015.
Con China la apreciación no es tan marcada, pero por el volumen de intercambio comercial también es un factor determinante del intercambio comercial. El atraso cambiario que utiliza la administración libertaria como ancla inflacionaria podría derivar un fuerte deterioro de los términos de intercambio e, incluso, (en la comparación con Brasil) en el balance turístico.
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Tanto China como Brasil muestran devaluaciones de sus monedas (de forma más marcada Brasil) al igual que varias monedas emergentes. El impacto en lo local de estas decisiones es directo, considerando que, entre estos dos socios, se concentra casi el 50 por ciento del intercambio comercial. Eso afecta de manera directa a la competitividad del peso, que se determina en relación con una canasta integrada por las monedas de países que comercian con la Argentina. Sin embargo, la guerra de moneda no se desplegaría en la arena de la economía real. El carry trade que impulsa el dueto Caputo-Bausili para atraer divisas podría verse perjudicado, dado que el Brasil también aplicó una política de tasas de interés reales positivas para evitar una aceleración inflacionaria.
“El Banco Central (argentino) compra de divisas en una época estacionalmente adversa. Luego de las sucesivas flexibilizaciones del control de cambios para el pago de importaciones y en un escenario de precios bajos de commodities e incipiente recuperación del nivel de actividad no responde a buenos términos de intercambio o caída de la demanda interna”, señala el último informe del departamento de Estudios Económicos del Banco Provincia. “Las emisiones de obligaciones negociables en moneda extranjera por 3.150 millones de dólares en los últimos dos meses y el aumento de préstamos a privados en divisas por 1.320 millones explican la buena posición de la autoridad monetaria”, detalla el informe.
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La cuenta capital y financiera se está reabriendo para las empresas, y eso viene aportando las divisas. Lo que mantiene la apreciación del tipo de cambio, aunque sea de manera artificial.
En el último bimestre, la compra récord de divisas del Banco Central se explica íntegramente por el aporte de empresas, que ancladas en el refuerzo de la confianza y bajas expectativas de devaluación de corto y mediano, empezaron a emitir deuda en dólares y a vender esas divisas al Banco Central, producto de las regulaciones vigentes. Pero el fantasma devaluatorio que azuza el atraso cambiario del peso podría poner fin a la bicicleta financiera.
Guerra de monedas y de ajustes
El salto cambiario y el descenso de las acciones en Brasil tuvo lugar de manera inmediata como reacción al anuncio del ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, quien confirmó el miércoles en un discurso nacional que el paquete de medidas de contención del gasto del gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva generará un ahorro de 70.000 millones de reales (equivalentes a 11.800 millones de dólares) en los próximos dos años. Entre las principales medidas que anunció Haddad se destaca que el gobierno brasileño ajustará la base imponible, revisará topes salariales y beneficios de empleados públicos, así como las jubilaciones militares. El paquete incluye también un impuesto a los “superricos”.
En lo que va de 2024 el real se devaluó un 19,2 por ciento (es decir, el dólar se encareció un 23,7 por ciento desde los 4,85 de inicio de año a los 6 reales de esta semana por billete verde). El índice de tipo de cambio real bilateral con Brasil, medido por el BCRA, cayó a 76 puntos, su mínimo desde diciembre de 2015 (73 puntos). En el mismo lapso la economía argentina experimentó una inflación de 107 por ciento, mientras que el dólar oficial ascendió un 24,9 por ciento, desde los 808,45 a los 1.009,50 pesos.
La tendencia devaluatoria en la región se intensificó con la victoria de Donald Trump en las presidenciales de Estados Unidos. El Nominal Broad Dollar Index (NBDI), índice de tipo de cambio nominal de Estados Unidos ponderado por sus relaciones comerciales, avanzó 3,5 por ciento desde el 6 de noviembre, es decir desde las elecciones presidenciales. De este modo, alcanzó sus mayores niveles desde noviembre de 2022.
Desde entonces las principales monedas de la región se depreciaron de manera relevante: el peso chileno (1,9 por ciento), el uruguayo (2,4 por ciento) y el mexicano (1,6 por ciento). “Más importante aún, producto de la relevancia en nuestro comercio industrial, el real brasileño perdió 1,2 por ciento en el período, alcanzando su menor poder adquisitivo desde mayo 2020, incluso a pesar de la suba de la tasa de interés del Banco Central de Brasil, cuando pasaron de 10,75 a 11,25 por ciento, en una economía con una inflación en torno del 4 por ciento”, señala el informe del Banco Provincia.
El atraso cambiario no impactó aún en el comercio exterior: en octubre, las exportaciones a Brasil crecieron 23,5 por ciento, aunque algo por debajo del total (30 por ciento). Al momento, la recuperación de la primera economía del Mercosur (3 por ciento de crecimiento del PIB para este año, 2 por ciento para 2025) estaría más que compensando las pérdidas que podría haber por el lado del encarecimiento en dólares de nuestro país. Sin embargo, la posibilidad de una recesión en Brasil obligaría a recalcular la estrategia, mientras el presidente Milei amenaza con abandonar el bloque regional.
“Esto no implica que la dinámica no vaya a revertirse en el corto plazo: en los bienes industriales, la competencia por precios es más relevante que en el sector agropecuario, donde bienes más indiferenciados suelen tener valores internacionales. En las últimas dos semanas, el precio promedio ponderado de nuestras exportaciones se redujo 5,5 por ciento: la caída de 7 por ciento del aceite de soja (4 de cada 10 envíos al exterior de oleaginosas y cereales) y de 3,5 por ciento de la harina de soja (2 de cada 10) explicó este movimiento”, de acuerdo con el informe semanal del BAPRO.
También el balance por servicios turísticos suele presentarse desfavorable para la Argentina. Este verano 2024/2025 encontrará a los turistas argentinos con precios en dólares un 40,5 por ciento más altos dentro del país, mientras que en el país vecino estarán un 15,7 por ciento más baratos que un año atrás.