Los grandes grupos sojeros, de acopiadores y los exportadores, en muchos casos integrados verticalmente, presionan (como es de costumbre) para forzar una nueva devaluación o la eliminación de las retenciones tal como les había prometido Javier Milei. “La soja argentina no puede competir con los precios de Brasil y de EEUU”. Con una sola oración y de manera subrepticia, la cámara que nuclea a las exportadoras de cereales y oleaginosas (CIARA – CEC) envió su mensaje: más rentabilidad o silobolsas.
Al 20 de abril, el sector movió apenas 12 millones de toneladas de la nueva cosecha de soja para exportarse como granos o subproductos (aceite y harina). Para el mismo período del año pasado, sequía mediante, habían comercializado 21,5 millones de toneladas, es decir, un 44% más. Un dato extra: las mismas sociedades aceleraron la importación de soja a través de una triangulación comercial desde Paraguay ejecutada desde sus mismas filiales del país vecino.
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El Monitor Agroindustrial elaborado de manera mensual por la CIARA CEC informó que las ventas acumuladas de la actual cosecha de soja (diciembre – abril) rondaría las 12.047.000 toneladas, cuando para el mismo período del año pasado habían sido 21,5 millones. Este no es un dato menor, si se tiene en cuenta que en 2023 la producción había caído un 50% como consecuencia de la sequía.
Para este año, la Bolsa de Comercio de Rosario estimó un volumen cercano a las 50 millones de toneladas, el doble de producción que el año pasado. En las últimas semanas, el sector frenó la comercialización de los granos con la idea siempre a tiro de conseguir una mejor rentabilidad, tal como se las concedió Sergio Massa en su calidad de ministro de Economía con las diferentes versiones del Dólar Soja, esquema que se mantuvo hasta la actualidad.
Pero los grandes actores del sector van por más. “Las ventas semanales durante abril promediaron las 606.000 toneladas; cayeron con respecto a marzo con un promedio 1.088.000 toneladas, por el factor lluvias que frenaron los trabajos de la cosecha”, explicaron en su Monitor Agroindustrial.
De acuerdo a los informado a través del sistema oficial SIO Granos, durante abril se comercializaron 5,9 millones de toneladas de soja, cuando el año pasado habían sido 2,7 millones. Si bien hubo una mejora del 55% interanual, las exportaciones estuvieron muy lejos de ese incremento productivo. ¿Hubo movimiento de granos que terminaron almacenados?
Según lo informado por la CIARA CEC, la venta al exterior de granos, durante marzo, fue de 12.000 toneladas, cuando en 2023 habían sido 38.000 toneladas, sequía incluida. En cambio, hubo un aumento en las exportaciones de harina de soja, que llegaron a las 1,9 millones de toneladas frente a las 879.000 toneladas de marzo de 2023; en el caso del aceite de soja, las exportaciones llegaron a las 298.000 toneladas, 100.000 toneladas más que las concretadas durante el año de la sequía.
Las empresas que producen aceite y harina de soja son las mismas que venden los granos de manera directa. Las compras se realizan a pequeños, medianos o grandes productores. Algunos empiezan a vender para pagar gastos de producción, o vivir como cualquier empresario. Podría ser el caso de los pequeños y medianos.
Otros, los grandes jugadores que se integran de manera vertical con acopios y exportadores, apuestan a la devaluación. ¿Las exportadoras y acopios compraron granos que terminaron en silobolsas? Las propias exportadoras reconocieron en su informe que el crecimiento de las ventas de aceite y harina de soja se logró por la importación de granos desde Paraguay, a pesar del incremento productivo del país.
¿Por qué sigue incrementándose la importación de granos cuando hubo un alza productiva en el país?
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Del Paraguay
“Las mayores exportaciones de soja de Paraguay tuvieron como destino final a la Argentina. Gracias al régimen de importación temporaria, la industria aceitera logró mantener volúmenes razonables de molienda, evitando de esta forma el cierre de plantas por la falta de oferta de soja disponible en el mercado local”, indicaron desde la CIARA CEC.
El procesamiento de soja en marzo de 2024 fue 2,907 millones de toneladas, un 38% superior a la registrada un año atrás. Tal volumen se consiguió a partir de la importación de granos desde Paraguay. Entre enero y marzo se compraron 1,8 millones de toneladas, un poco más del 10% de la producción total del país vecino estimada para este año.
“Con el Banco Central (BCRA) virtualmente “seco” de dólares durante la gestión del ministro Sergio Massa, eran las propias empresas aceiteras, ya sea con capital propio o créditos de prefinanciación de exportaciones, las que tenían que aportar las divisas para poder originar soja en los países vecinos”, reconocen las mismas exportadoras.
La trampa de este régimen consiste en considerar como insumo a la soja que luego será procesada por las mismas exportadoras en su calidad de industria aceitera, en un marco de triangulación comercial entre filiales de las mismas sociedades. El régimen había sido desactivado por Cristina Fernández de Kirchner en 2009, reinstalado por Mauricio Macri en 2016.
“Sin las importaciones de soja de Paraguay la utilización de la capacidad instalada de la industria hubiera sido del 20% y la Capacidad Ociosa hubiera llegado al 80%”, argumentan desde la CIARA CEC. Las cerealeras dicen que no les venden soja y que por eso “corren peligro de cerrar las plantas industrias”. Pero los granos locales se están moviendo. El tema es que quieren que el Estado les garantice una mayor rentabilidad, al estilo Dólar Soja.
“La soja argentina no puede competir con los precios de Brasil y de EEUU”, dicen los exportadores mientras se aprestan a guardar los granos junto a los acopios y aumentan las importaciones desde Paraguay.