En la previa a la reunión con el ministro de Economía, Sergio Massa, –aún sin fecha— los principales interlocutores de la Mesa de Enlace agropecuaria anticipan su rotundo rechazo a las medidas financieras que lanzó el Gobierno para estimular la liquidación de la venta externa de granos y presionan por una devaluación. La retención estimada de soja hasta la semana pasada equivale aproximadamente a unos 3.186 millones de dólares (precio FOB oficial disponible: 592 dólares la tonelada), que, como reveló un mes atrás El Destape, se suma a un total que resta ingresar estimado en 14.000 millones.
Pese a que se les ofreció a productores y exportadores distintas alternativas financieras para cubrirse de una eventual “pérdida de oportunidad” frente a una devaluación de la moneda, el ritmo de liquidación se contrajo todavía más en los últimos días presionando sobre el tipo de cambio. Es un paso más allá de lo que se conoce en Economía como “profecía auto-cumplida”. Se trata de una "certeza" que enrostran quienes son hoy dueños de los dólares que el país necesita para evitar mayores cimbronazos con el tipo de cambio. Mientras tanto, crece la importación de granos con destino, supuestamente, a la siembra, la cual se cuadruplicó en los últimos meses.
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En sus primeros anuncios como titular del Palacio de Hacienda, Massa planteó medidas tendientes a fortalecer las reservas y se mostró confiado en que el esquema que se lanzaría de “adelanto de exportaciones, con las cadenas de valor de la pesca, del agro, de la minería y otros, permitiría el ingreso en dos meses de un total de 5000 millones de dólares. A una semana de ese anuncio, en el que las medidas para el sector agropecuario ya fueron lanzadas, el retaceo del campo se hizo todavía más evidente.
Para los productores se les abrió la oportunidad de colocar un 70 por ciento de lo obtenido por la venta de su cosecha en un plazo fijo atado a la evolución del dólar y permitir el 30 por ciento restante utilizarlo para acceder a la recompra de billetes verdes. Para los exportadores se habilitó la posibilidad de colocar esa liquidación a plazo fijo en pesos pero atado al precio del dólar (dólar linked) y, a los que pre-financien exportaciones, les propusieron colocar los dólares en cuentas en moneda dura remunerada por una tasa de interés que aún no se definió.
“Cuando se iba a anunciar, le dijimos que el productor ya vendió todo lo que necesitaba para compromisos de pago de insumos y repuestos, inversión y alquiler para la tierra. Para atesorar en dólares no era una medida que iba a servir porque el 70 por ciento queda en pesos”, sostuvo el presidente de la Federación Agraria Argentina (FAA) y Representante de la Mesa de Enlace, Carlos Achetoni, en declaraciones a AM530. El empresario, quien se reunirá junto a otros interlocutores de ese cónclave de lobby agro-empresario, sostuvo que la única manera de salir de atolladero y estimular el ingreso de divisas del sector es “normalizar el atraso cambiario”; que, en criollo, significa devaluar.
Más allá del sueño húmedo del sector, la presión que ejercen en el desbalance cambiario es clave para entender ese mismo descalce. El ingreso de dólares del sector de oleaginosos y cereales para este año, según cifras de la Bolsa de Cereales de Rosario, podría ascender a 40.668 millones de dólares, un máximo histórico para Argentina. Es más que el volumen bruto actual de reservas. Sin embargo, la pelea es cuánto pueden obtener por la conversión a pesos de esa liquidación, lo que explica la pulseada que inició el sector más concentrado, con espalada para esperar y presionar por una devaluación.
De acuerdo con cifras informadas a la Bolsa rosarina, dentro del rubro de soja y derivados, la principal retracción en las ventas oficiales –una parte importante se triangula—se da en el poroto, que en los primeros siete meses registra una exportación acumulada de 1,4 millones de toneladas, la mitad del promedio habitual a este momento del año (entre 2,7 y 3 millones). Solo hubo otro momento en que se repitió ese “1,4” millones de toneladas. Fue para la campaña 2017-2018, cuando el “campo” consideró que el dólar estaba atrasado y presionó por una devaluación que en abril del 2018 convalidó el macrismo, desatando la crisis que llevó al país entregar la política económica al Fondo Monetario.
Si bien se trata de valores más exiguos, en simultáneo las importaciones se más que cuadruplicaron, pasando en términos netos de 152,6 toneladas en febrero de este año a unas 638,5 toneladas en junio último, lo que refleja parte de esa triangulación de granos, según las cifras oficiales que releva el INDEC por fuera de sus informes periódicos.
“Lo que se ralentizó es por una cuestión lógica. Hace un mes atrás hubo medidas (sobre el control de importaciones) que iba a impactar en la compra de insumos importados, mientras que a los pocos días se dispara el dólar paralelo. Con esta volatilidad del dólar no sabe si se vende a cuánto se va a poder comprar insumos. Los insumos hoy se pagan al precio del blue pero la venta la hacemos al informal”, insistió Achetoni. En ese sentido, el titular de la FAA apuntó contra el fuerte incremento de los alquileres de campos, que oscila entre “10 y 18 quintales” por hectárea.
Estimaciones del Ministerio de Agricultura –ahora devenido en Secretaría—, que todavía no actualizó con los datos de segundo trimestre del año, dan cuenta que los gastos de comercialización y cosecha representan en promedio el 25,3 por ciento de los gastos totales, con valores que varían entre 15,1 y 31,9 por ciento. Por su parte, el arrendamiento representa en promedio el 41,3 por ciento de los gastos totales, con valores entre 33,8 y 57,7 por ciento de participación, siendo el alquiler de campos el principal negocio que aprovechó la disparada de los precios internacionales de los granos.
La posición del sector es enfocar los cañones a una devaluación –o eliminación de retenciones— como, según ellos, la única forma de reducir la brecha cambiaria que distorsiona los resultados de operatividad. Es este segmento el que se sienta frente los silo-bolsas colmados de soja-dólares a la espera de que al Banco Central se le acaben las reservas y se vea forzado a devaluar.