El Banco Central opta por una remozada versión del concepto de Lorenzo Sigaut y amenaza con hacer perder a los que especulen con el dólar. En el paquete de medidas que se anunció la semana pasada para administrar la restricción externa, la autoridad monetaria a cargo de Miguel Pesce comunicó que se abandona "el mecanismo de devaluación uniforme, otorgando mayor volatilidad y manteniendo el nivel competitivo del tipo de cambio real multilateral". Esto implica que dejarán de ser ajustes graduales, siempre al alza, como sucedía hasta el momento y se optará por un subibaja de precios que impida operaciones de “reaseguro cambiario”. El primer movimiento fue este viernes con un aumento, anunciado de antemano por el Central, de 70 centavos para el precio mayorista.
Las medidas cambiarias se toman en un contexto de baja disponibilidad de reservas para intervenir más agresivamente en el mercado cambiario; y en el que además la decisión oficial es apelar al incentivo y no a la regulación para sortear los problemas de falta de dólares de la economía. La volatilidad como mecanismo para desalentar operaciones especulativas ya se utilizó en el país y fue relativamente exitoso para frenar el impacto en el mercado de cambios del lockout de la Mesa de Enlace agropecuaria de 2008. Las condiciones previas a aplicar este esquema de intervención eran muy distintas, con mayor stock de reservas, superávit fiscal y menor inflación que la actual. Esta estrategia de oscilaciones podría sumarle más presión a los precios internos. "Se trabajará activamente en esta coordinación durante la transición para evitar los impactos negativos sobre la actividad productiva", aseguraron desde el Central.
El tipo de cambio real multilateral se ubica por encima de su promedio histórico, al tiempo que la balanza comercial acumula un importante superávit, con resultado positivo de la cuenta corriente del balance de pagos. No existen dudas de que el tipo de cambio real, comparado con las monedas con las que comercia el país, está en niveles competitivos. No solo dejó de escucharse ese reclamo sino que lo reconocen los mismos empresarios vinculados con el sector exportador que suelen hablar de atraso cambiario. Esto deja en claro que las presiones sobre el tipo de cambio son financieras y no comerciales y, en su mayoría, responden a obtener ganancias especulativas.
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No jugar siempre de visitante
El equipo económico coincide en el diagnóstico pero envía señales contradictorias. La receta para frenar la sangría de reservas incluyó premiar con una baja de retenciones a los agroexportadores que llegaron a esta altura del año, en que comienza la cosecha gruesa de soja, reteniendo la liquidación de la campaña anterior. El Central deberá entonces encargarse de las tensiones cambiarias sin endurecer más el cepo cambiario para el ahorro ni acortar, vía regulación, los plazos de liquidación de las exportaciones. Con un nivel de reservas de libre disponibilidad líquidas menos a los mil millones de dólares, la única alternativa que tiene la autoridad monetaria es jugar con la expectativa de los precios a los que venderá en cada jornada y sorprender, aunque el hecho de anunciarlo parece otra contradicción en sí misma.
El jueves por la noche el Central, luego de que se hicieran formales los anuncios, comunicó que al día siguiente iba a poner "en la apertura de mercado una postura de venta de divisas a 76.95 pesos por dólar, lo que representa una variación de 70 centavos (0,918%)". "Esa decisión se enmarca en los nuevos lineamientos de política monetaria que abandona las devaluaciones uniforme e introduce mayor volatilidad, por lo que no representará un patrón de comportamiento ni significa que se devaluará diariamente este porcentaje o este valor nominal", aclararon. A ese precio se llevaron el viernes unos 150 millones de dólares de reservas del Central, pese a que desde el inicio de la rueda se conocía la nueva política de oscilaciones. Según el Central, el ritmo de depreciación diario "se adecuará en forma gradual a las necesidades de la coyuntura, de modo de evitar efectos no deseados sobre la competitividad, los precios internos, la evolución de los activos y pasivos y la distribución del ingreso".
Para hacer efectiva la estrategia es esperable que en algún momento de la semana el Central decida jugarse una ficha con valores por debajo de los actuales. El problema es que ese movimiento requiere de un timing preciso al leer el mercado para no dilapidar reservas. Si la expectativa es que el peso se depreciará en el mediano plazo, la estrategia puede no ser efectiva. En este caso lo que se utiliza como mecanismo paralelo a esta estrategia es ofrecer "bloques" de oferta de divisas al precio que la autoridad disponga. En este caso, quien demanda dólares se ve obligado a comprar a ese precio menor un volumen predeterminado que no todos los jugadores del mercado están en condiciones de absorber, especialmente si no está asegurada la suba en la próxima rueda. Se sube la apuesta.
Todas las herramientas al alcance
Pese a que la jugada requiere de colocar grandes volúmenes de oferta de dólares en pantalla, al cierre de la rueda la pérdida de reservas suele ser menor que con el goteo constante e incesante diario. En 2008, en pleno conflicto con las corporaciones agropecuarias, los bancos se encontraron, por ejemplo, con un dique cambiario de mil millones de dólares que el Central colocaba en la pantalla del mercado. Para tener un parámetro de comparación, es el doble de lo que todo el mercado opera habitualmente en una rueda. Con el nivel de reservas actuales es imposible hacer esa jugada, pero si se la combina con oscilaciones reales del precio, podría bastar con posiciones menos agresivas. Dado que los bancos tienen además restricciones para sus posiciones de activos en moneda extranjera, es también más difícil que haya actualmente un jugador que pueda equilibrar la oferta oficial.
En simultáneo, la entidad que conduce Pesce informó que comenzará esta semana a intervenir en el mercado de dólares bursátiles, a través de sus tenencias de títulos públicos que nacieron con el reciente canje. "El BCRA utilizará su capacidad de intervención a través de operaciones de mercado abierto, a los efectos de auspiciar una mayor liquidez, profundidad y transparencia de los mercados de deuda soberana, en vistas de apuntalar el comienzo de una nueva etapa en la que el mercado de capitales local asuma una importancia creciente en la estrategia de financiamiento del sector público", comunicó el organismo.
El Central también deberá en el mercado a término (futuros) de dólares para ofrecer cobertura de las oscilaciones a las empresas, lo que también constituye una herramienta de política que impacta en las expectativas. "En un contexto signado por la escasez, las regulaciones sobre el mercado de divisas buscan evitar desequilibrios temporales que pudieran afectar la posición de reservas internacionales. Las mismas son un instrumento necesario para la coordinación de las decisiones individuales mientras se avanza en la mejora de la situación fiscal, externa y monetaria", ratificó en el comunicado el Banco Central.