El diagnóstico sobre el escenario macroeconómico tiene entre sus principales variables el problema que representa la falta de dólares. Analizamos qué pasó en septiembre y los desafíos para lo que resta del año.
En primer lugar, la concesión realizada a través del Programa de Incremento Exportador, más conocido como “dólar soja”, fue exitosa en materia de acumulación de reservas. Según lo dio a conocer el ministerio de Economía, tras la finalización de la vigencia de la medida que se extendió durante septiembre, las ventas alcanzaron los USD 8.120 millones y permitieron al Banco Central (BCRA) comprar unos USD 5.000 millones.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Esta medida, que aumentó la rentabilidad para un sector que ya goza de márgenes más que favorables, buscó resolver el problema central vinculado a las dificultades para acumular reservas, destacándose que no implicó una devaluación brusca, ni eliminación de las retenciones, y trajo un aporte adicional a la recaudación fiscal. Como ya se dijo en esta columna, si funcionaba como lo hizo, no debía extenderse más allá del mes pautado.
En ese sentido, según estimaciones del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), se lograría alcanzar la meta de reservas internacionales. Tras el no cumplimiento de la meta del segundo trimestre, se dio un proceso de fuerte deterioro en la posición de divisas del BCRA, situación que cambió de forma rotunda por la implementación del “dólar soja”.
El éxito de dicha medida habría permitido alcanzar el rango de la meta establecida, entre USD 5.900 y 6.400 millones, sin necesidad de considerar al momento el desembolso del BID. Además, la mayor recaudación por el dólar a $200, aparece como favorable para aproximarse a la meta fiscal, y para llevar a cabo una política de refuerzo de los ingresos de la población más vulnerable.
¿Qué va a pasar de cara al último trimestre del año? Iniciado el mes de octubre, el gobierno nacional decidió implementar una serie de herramientas para potenciar otro sector exportador y, sobre todo, para poner en marcha un nuevo esquema de control de las importaciones.
En materia de incentivos, los anuncios fueron para el sector de la Economía del Conocimiento y conllevan, en el caso de nuevos proyectos que se instalen en al país con inversiones superiores a USD 3 millones, acceso a 20% de las divisas que exporten, y en el caso de aquellos existentes que amplíen su producción exportadora, disponibilidad del 30% de las divisas. El objetivo es incrementar la actividad externa sectorial para llegar en 2023 a los USD 10 mil millones. Se suma también el acceso a significativos beneficios impositivos.
Por otra parte, para cuidar los dólares ya conseguidos, el gobierno decidió modificar el sistema de control de importaciones aumentando la cantidad de productos sujetos a Licencias No Automáticas de importación (LNA), que pasaron de ser 1516 a 4193 posiciones arancelarias. Es decir, del total, 46% pasan a ser no automáticas cuando antes eran solo el 29%. De esta manera se busca mejorar el control de los 2700 productos que vienen demandando importaciones por USD 1.300 millones al mes, según datos de la consultora 1816.
Cabe mencionar que esto se da en un contexto donde si bien las importaciones de energía han mermado su demanda en cantidad, continúan con valores elevados, siendo un problema que no se resuelve velozmente, más allá de lo fundamental de las obras del gasoducto de Vaca Muerta y la producción de gas natural licuado, políticas de carácter estructural pero que no tienen impacto en el corto plazo.
Además, la demanda de divisas se da en una economía que crece y sigue demandando mayor cantidad de importaciones para ampliar su capacidad productiva, y en el escenario base que implica cumplir con la meta establecida en el acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI, que establece que el país debería llegar a un nivel de reservas de USD 8.000 millones para fin de año.
De cara a fin de año, no debe perderse de vista una cuestión operativa aunque no menor: el descalce que implica pagar los vencimientos con reservas propias, que se recuperan recién cuando el board del FMI aprueba los desembolsos, obliga a contar con reservas extras para hacer frente a las presiones devaluatorias de los mercados.
Finalmente, terminada la medida de dólar a $200, la obtención de divisas queda asociada a lograr superávit, por ello las medidas en importaciones, a los desembolsos de organismos internacionales y a lograr una buena administración general de lo ya obtenido.