En 2016 la distribución del ingreso heredado del gobierno de Cristina era de un 51,8 por ciento para los trabajadores y un 40,2 para los empresarios. En 2021 los asalariados solo se quedaron con el 43,1 por ciento y los empresarios lograron capturar el 47 por ciento. La consecuencia fue que los trabajadores perdieron 7,7 billones de pesos en ese periodo, el equivalente a 26 mil millones de dólares a cotización CCL.
Solo entre 2020 y 2021 el excedente empresario subió de 15,3 billones de pesos a 18,3 billones. Los 3 billones de diferencia suponen 10 mil millones de dólares CCL. Sin duda, buena parte de ese excedente capturado vía caída salarial tuvo como destino la compra de dólares financieros. El mercado de CCL mueve aproximadamente 70 millones de dólares diarios; unos 18 mil millones anuales. Así puede inferirse que los 10 mil millones que se sumaron al excedente de 2021 fueron significativos en el rumbo de su cotización.
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En 2022 la pérdida de los trabajadores en manos de los empresario se acentuó y con ella el excedente corporativo. La alta inflación generó una transferencia de ingresos de la base a la cúspide. Los salarios se retrasaron, perdieron peso en los costos totales y los empresarios incrementan sus ganancias. Gran parte de ese excedente va al CCL. Así, la caída de los ingresos se convirtió en la principal impulsora de la suba del dólar. Las restricciones a las importaciones derivaron en que muchos empresarios, al no conocer su precio de reposición, empezaran a referenciar sus precios en el CCL. De esta manera, el circuito se envileció aún más: la caída salarial generó un excedente empresario que impulsó el CCL, evento que a su vez subió los precios generando una nueva transferencia de recursos con caída salarial que volverá a iniciar el círculo de bajos salarios y altos precios.
Esta situación indica que, lejos del latiguillo neoliberal que señala que la suba de salarios impulsa la inflación, en la actualidad una recomposición salarial recortaría las ganancias empresariales que se invierten e impulsan el dólar y con él los precios. Lo que hay que hacer entonces es subir los salarios para bajar la inflación. Movida que además impulsaría la actividad.
El Gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof señaló a El Destape que “el crecimiento sin inclusión, sin mejoras salariales, no sólo es injusto sino que además no es sostenible y produce una enorme fragilidad financiera. Finalmente, el famoso derrame de la teoría neoliberal nunca se produce sino que es al revés de las leyes de la física: va de abajo hacia arriba. Hay que empezar distribuyendo porque sino la argentina es inviables”.
Suma fija o paritarias
Según un informe de Cepa, el costo laboral sobre ventas de las principales empresas alimenticias argentina cayó del 18,9 por ciento en 2016 al 12,2 por ciento en 2021. Estas empresas podrían subir sus salarios reales un 50 por ciento y recién llegarían a lo que pagaban en 2016. En la industria manufacturera los salarios se quedaban con el 48 por ciento de los ingresos en 2016 y cayeron al 29 por ciento en 2021. En comercio cayeron del 36 al 24.
Un informe de Celag señala que “la ganancia empresarial se ha lucrado de la inflación a costa del bienestar social de los trabajadores: de forma acumulada entre 2016-2021, la masa salarial en la economía creció 335 por ciento, mientras que los precios crecieron 474 por ciento y los beneficios empresariales 523 por ciento. Entre 2020 y 2021 la masa salarial creció 42 por ciento, los precios 52 por ciento y la ganancia empresarial 75 por ciento.
Con esta realidad se reunirán en los próximos días el presidente Alberto Fernández, el ministro de Economía, Sergio Massa, las entidades empresariales y gremiales. El gobierno impulsa una suba por un monto fijo que ayude a los que menos tienen. La CGT dice que esa medida achataría la pirámide. El nuevo ministro de Economía señaló a El Destape que “hay un problema muy serio de ingresos, fundamentalmente en el conurbano, que hay que solucionar urgente”.
Ser o no ser peronista
Que un gobierno popular discuta con una central obrera si van a una suma fija o apuran la paritaria desvirtúa su identidad. Debe ser suma fija y paritaria. Cambiar la lógica de ingresos debe ser el principio de un camino que defina diferencias nítidas con el neoliberalismo, que remarque una identidad que la realidad de pandemia y guerra desdibujaron. La concentración del ingreso es la semilla de la inestabilidad financiera en el mundo, como lo demostró la caída de Lehman Brothers en 2008. Hoy hay un excedente extraordinario, fruto de la caída de los salarios, que no tiene aplicación y se va al dólar, generando su suba y con ella la espiralización inflacionaria. Si se cambia esa lógica se impulsa el consumo y con él la inversión. Lo contrario sería ingresar en un camino primarizador pre peronista que además de frágil, porque depende de los precios internacionales, sería injusto.