Por Carmen Correa, CEO de Pro Mujer, organización de desarrollo sin fines de lucro que brinda programas de inclusión financiera, salud y educación a mujeres de bajos ingresos en América Latina.
Este Mes de la Mujer nos da la oportunidad de reflexionar sobre la desigualdad de género en América Latina y el Caribe. Para las mujeres, las barreras más difíciles de superar son invisibles, y se edifican a base de prejuicios, estereotipos, menos oportunidades: ¿cómo superarlas en el mundo actual? Desde Pro Mujer, empresa social con alcance regional dedicada al avance hacia la equidad de género, nos planteamos respuestas posibles.
Las barreras que frenan la igualdad de género persisten en América Latina. Se reflejan día a día en los espacios laborales, domésticos, en la representación cosificada de las mujeres dentro de nuestra cultura, en la violencia machista que tiñe de negro a América Latina: sabemos que 1 de cada 3 mujeres latinoamericanas ha sufrido al menos una agresión sexual en algún momento de su vida, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
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A pesar de que las mujeres tienen una tasa de escolarización similar a la de los hombres, su participación en la fuerza laboral es mucho más baja. Como indican estudios de la CEPAL (2022), la tasa de participación laboral de las mujeres en la región fue del 51.48%, mientras que la de los hombres fue del 77.63%. Asimismo, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo significativa en muchos países de la región, llegando al 23%, siendo la segunda más alta del mundo después de Europa del Este y Asia Central.
Las mujeres aún tienen menos acceso a la educación y la atención médica que los hombres en muchos países de la región, enfrentando barreras para acceder a servicios de salud sexual y reproductiva (BID). Por cada 100 hombres habitando hogares pobres, tenemos a 112 mujeres (CEPAL), y, si bien logran un 20% más de ingresos, las mujeres que logran emprender a pesar de las dificultades invierten un 50% menos de capital.
Si bien estas estadísticas trazan un panorama complejo, debemos reconocer que son las mujeres quienes trascienden estas diversas barreras estructurales. Los emprendimientos con liderazgo femenino son una clara muestra de ese potencial de trascendencia. Las mujeres han demostrado ser líderes más resilientes (HBR), las empresas con liderazgo femenino superan en un 21% a las que no tienen mujeres en cargos jerárquicos (McKinsey), y se estima que las emprendedoras entregan a la economía más del doble por dólar invertido para sus negocios (BCG).
Como empresa social que brinda a las mujeres oportunidades de financiamiento, capacitación y servicios de salud gratuitos desde hace más de 32 años a lo largo de la región, sabemos que con las oportunidades adecuadas no existen límites que detengan el potencial de las mujeres latinoamericanas, y que ellas pueden derribar las barreras de la desigualdad, firmes desde hace siglos. Podemos citar miles de casos, como el de Ana Laura, salteña que gracias a Pro Mujer inició un negocio de producción y comercialización de barras de cereal saludables. Hoy Pacha ya es una pyme con un gran futuro, empleando a jóvenes de su provincia y distribuyendo su producto a lo largo del país. O la historia de Blanca, que a partir de los créditos de nuestra organización pudo afianzar su taller de costura y construir un negocio familiar junto a sus hijas.
En este Mes de la Mujer no celebramos. Una vez más, necesitamos concientizar sobre la inequidad y el potencial de las mujeres para el crecimiento económico de la región. Honramos el camino que miles de mujeres están trazando para romper barreras, y seguiremos creando iniciativas que les permitan expresar sus ideas y talentos.
Con información de Télam