Los buenos márgenes del ciclo anterior, la necesidad "de hacer caja", la intención de incrementar la cantidad de hectáreas en algunas zonas luego de la escasez de agua en el último ciclo y el pronóstico del fenómeno La Niña y su tiempo seco (por la mayor tolerancia del cultivo a la escasez hídrica) impulsaron la campaña girasolera 2021/22.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, la siembra de girasol alcanza un total de 1,77 millones de hectáreas, con un incremento de 5,8% respecto de la campaña anterior, y una producción estimada en 3,57 millones de toneladas.
La mayor producción traería como consecuencia un mayor crushing respecto del año pasado y mayores stocks finales, con una industria aceitera que operaría con mayores niveles de utilización de la capacidad instalada, destacó la Bolsa de Comercio de Rosario.
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El girasol tuvo su auge en la Argentina entre las década del 30 y 50, del 60 hasta mediados de los 70, los 80 y 90, con una caída posterior a manos de la soja por la demanda internacional de proteínas y la tecnología RR, y la competencia del aceite de palma.
También se produjo una relativa pérdida de participación del aceite de girasol en el consumo interno -familiar e industrial- a favor de aceites más baratos, como las mezclas; y la sustitución parcial de la demanda europea de aceite de girasol argentino por el de Ucrania y Rusia.
Actualmente la Argentina cumple un rol de gran relevancia en el plano internacional en cuanto a producción de girasol y exportaciones de dicho complejo oleaginoso.
A nivel productivo, si bien ha perdido terreno a lo largo de los años en materia de superficie sembrada, se mantiene como un actor clave a nivel internacional, y para el ciclo 2020/21 se ubica en el tercer puesto a nivel global por detrás de Ucrania y Rusia.
Para la campaña 2021/22 la demanda de harina de girasol y expellers para alimentación animal se mantendría alta, de la mano de una disminución de los stocks mundiales de la oleaginosa sumado a precios al alza de aceite vegetales en 2022.
Al mismo tiempo, la recuperación económica local ayudaría a que se sostenga el nivel de consumo interno de aceite de girasol; además, se espera una industrialización (crushing) de tres millones de toneladas y exportaciones de semilla por 170 mil.
Tras la caída de 2020, en 2021 se registró una clara recuperación en las toneladas exportadas en todas las categorías, excepto en los envíos de semillas.
Por los mayores precios internacionales y la recuperación en volumen, en 2021 se superaron los US$ 1.400 millones por exportaciones del complejo girasol argentino, principalmente aceites y pellets, que representaron un alza de 77,4% interanual y el mayor valor de los últimos nueve años.
La recuperación productiva del girasol espera tener un impacto positivo en la industria procesadora en 2022: tras la "fatídica" campaña 2019/20 (que coincide con 2020), la campaña 2020/21 mostró una fuerte recuperación y se espera que la campaña 2021/22 continúe en este sendero.
Se espera que en la campaña 2021/22 el Mercosur procese cerca de un tercio de la soja industrializada a nivel mundial; a su vez, la Argentina mantiene su liderazgo en la región al industrializar 90% de la oleaginosa que procesa el bloque.
Además, el país sigue siendo un destacado jugador en el procesamiento de girasol a nivel global: es el cuarto mayor industrializador de girasol del mundo, sólo por detrás de Ucrania, Rusia y la Unión Europea.
Para este año las perspectivas para la industria a nivel mundial son optimistas: El aceite de girasol espera llegar a su máximo nivel de producción mundial y comercio exterior, apuntalado por los buenos niveles de precios internacionales.
Con información de Télam