Las complicaciones por encontrar un cuerpo estadístico universal que sirva de explicación y comprensión de la relación entre la economía y el ambiente quedan en evidencia si se tiene en cuenta que el mundo lleva por lo menos 36 años detrás de este objetivo.
En consonancia con la preocupación por la degradación ambiental, los efectos del cambio climático y la crisis del abastecimiento de energía derivada de combustibles fósiles, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó en 1987 el Informe Brundtland, realizado por una comisión encabezada por la primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland, en el que se advirtió sobre los costos ambientales que acarreaban las políticas de desarrollo de entonces.
El informe llevó por título "Nuestro futuro común" y en él se acuñó un concepto que pasó a dominar las agendas de gobiernos, organismos y la sociedad en general: desarrollo sustentable.
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Hubo que esperar cinco años para que se convocara a la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medioambiente y Desarrollo en Río de Janeiro, que constituyó el puntapié inicial para establecer "en todos los países sistemas nacionales integrados de contabilidad ambiental y económica".
En 1993 la ONU publicó una versión provisional del manual de contabilidad nacional conocido como Scaei (Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica Integrada), al que se siguieron varias versiones perfeccionadas.
En 2007, la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas decidió iniciar un segundo proceso de revisión con el fin de adoptar, en un plazo de cinco años, el SCAE (Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica) como un estándar estadístico internacional, tarea que se completó en 2012.
El propósito del SCAE como primer estándar internacional para la contabilidad ambiental y económica es el de ser "implementado en forma flexible y modular, dadas las posibilidades de cada país, la información estadística ya disponible y aquella que fuera factible producir, y sus temáticas prioritarias", de acuerdo con lo señalado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (indec).
De todos modos, los avances en el mundo no se dan de manera uniforme y el último relevamiento de la ONU señala a 89 países que ya lo implementan, 34 en la tarea de recopilación de cuentas estadísticas y 27 aún en planes para hacerlo.
En la Argentina, los primeros antecedentes datan de 2004, cuando la entonces Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable creó el Sistema de Indicadores de Desarrollo Sostenible para Argentina (Sidsa) y cuatro años más tarde publicó el Primer Compendio de Estadísticas Ambientales, que abarcó temas como la atmósfera, las condiciones meteorológicas, los recursos hídricos, la biodiversidad de especies, la tierra, la energía, las actividades industriales productivas, los incendios forestales, la gestión y la participación ambiental.
En 2015, la Secretaría publicó la primera experiencia en la aplicación del (Marco para el Desarrollo de Estadísticas Ambientales) y en 2020, ya como Ministerio, desarrolló el Sistema Integrado de Información Ambiental (Sinia), una de las fuentes utilizadas por el Indec en la tarea que desembocará en el SCAE.
Con información de Télam