La campaña de Lula da Silva presidente en Brasil plantó la idea de una moneda común con Argentina y la noticia causó impacto inmediato. Las especulaciones internas giraron en torno a la posible constitución de un sistema económica a la europea, pero la realidad indica algo muy distinto. Ambos gobiernos intensifican las negociaciones para implementar un canal de comercio alternativo que corra en paralelo a las monedas de cada país. El objetivo es blindar las relaciones económicas de la región de los shocks externos que dificultan el desarrollo económico en Sudamérica.
En el contexto del desarrollo de una nueva cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el ministro de Economía, Sergio Massa, destacó la decisión de los gobiernos de Argentina y Brasil de empezar a trabajar en el objetivo de "una moneda común de ambos países y con invitación a otros países de la región". Y agregó: "Esta es una región que en el último año ha exportado más de 600.000 millones de dólares que ha tenido resultado positivo por más de 80.000 millones de dólares, y eso reflejado en un instrumento monetario de comercio nos puede dar la libertad a nuestras empresas en términos de comercio bilateral y fortaleza a la hora de negociar con otros bloques económicos".
El trabajo fino que resta concretar es que ese instrumento debe tener el reflejo del PBI de cada uno de los países, en términos de participación, para encontrar un elemento denominador común comercial que demuestre la potencia del producto bruto de la región. En principio, la idea es que el resto de los países de América del Sur puedan adherirse paulatinamente sin tener que eliminar sus monedas nacionales. De lo contrario, difícilmente los industriales brasileños -dentro de la principal potencia del continente- pretendan acarrear el crecimiento de otros países.
Origen y beneficios
El proyecto no significa el desarrollo de una moneda única, como el caso del euro, sino de encontrar un denominador común comercial que evite que se generen cuellos de botella en el comercio entre Brasil y Argentina, que el año pasado fue de uno US$ 28.500 millones, aunque con la balanza deficitaria para la Argentina en cerca de US$ 2.250 millones.
La idea de crear una moneda común para todo el continente emitida por un Banco Central Sudamericano fue propuesta por el propio Lula en mayo, cuando todavía era candidato presidencial. El ideólogo no era otro que Fernando Haddad, designado ministro de Economía. Aun así, la hoja de ruta fue trazada hace más de una década.
Desde 2008 comenzó a operar el Sistema de Moneda Local (SML) entre Brasil y Argentina, un sistema de pagos destinado a operaciones comerciales que permite a los importadores y exportadores argentinos y brasileños la realización de pagos y cobros en sus respectivas monedas. Por medio del SML, las transacciones tienen un costo menor porque se logran mejores tasas de cambio.
Hasta el momento es aplicable sólo a las operaciones de comercio de bienes, incluidos servicios y gastos relacionados con ellas, tales como fletes y seguros, siempre que sea previamente pactado como condición de venta entre importador y exportador. En la actualidad el mecanismo es operado a través de los Bancos Centrales de cada país y las entidades financieras participantes del sistema, quienes realizan una compensación diaria de las operaciones de comercio exterior y así obtienen el saldo neto a ser compensado, el remanente se aplica a dólares.
La modificación al esquema actual se propone ampliar a un plazo mayor, que sería de 180 días, la compensación del SML e incorporar el comercio de servicios, cambio que permitirá darle mayor fluidez y volumen al comercio bilateral, reducir el costo de las operaciones y descomprimir las necesidades de reservas para las importaciones de forma inmediata, y así mantener los niveles de producción. Si se confirma este sendero, y según argumentó Massa, Argentina, Brasil y el resto de los países que se unan a esta modalidad de intercambio comercial podrían blindar sus economías de shocks externos que ejerzan presión cambiaria.
Argentina tal vez sea el mejor ejemplo de esta debilidad externa: La dependencia del dólar, el acuerdo con el FMI, la escasez de divisas y la guerra en Europa pulverizó la capacidad de acumulación del Banco Central, que se encuentra en pleno proceso de recomposición. Respecto a cómo puede influir el programa acordado con el Fondo en un mecanismo de integración, cabe destacar que el organismo multilateral restringe este tipo de instrumentaciones regionales, aunque no se trata de un factor prohibitivo.
La meta más urgente es armonizar un sistema donde confluyan los intereses de cada país, con políticas de desarrollo afines que vayan hacia una integración productiva. Massa fue explícito: "Este solo es el primer pasito de un proceso largo". Un primer paso en ese proceso incluye un acuerdo entre el Banco do Brasil y el Banco Nación con un esquema de garantías para "acelerar el proceso de abastecimiento y exportación de empresas de Brasil a la Argentina y de suministro de empresas argentinas con empresas brasileñas" La primera semana de febrero viajará a Brasil un equipo del Ministerio de Economía y del Banco Nación para definir un mecanismo de regímenes de garantías que, adelantó Massa, explorará la posibilidad de trabajar con certificados de gas futuro que se exportarán de Argentina a Brasil, una vez que hayan concluido las obras de infraestructura necesarias para ello.