Un millón setecientos mil jubilados sacaron créditos con ANSES hasta 2015, en su mayoría para gastos suntuarios. Con el recorte de haberes y la escalada inflacionaria, la cifra se elevó a 6,9 millones de préstamos que pasaron a deberle al organismo previsional en sólo cuatro años. La situación se había vuelto insostenible, al punto de que muchos se endeudaron para poder pagar las boletas de servicios básicos. En ese contexto, la entidad condonó intereses por $ 44.000 millones desde la asunción de Alberto Fernández.
Los préstamos ANSES (y antes créditos a través de la tarjeta Argenta) surgieron en 2012 como una herramienta del Fondo de Garantía de Sustentabilidad para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores pasivos ante las limitaciones inherentes a la fórmula de actualización de haberes. De acuerdo a documentos internos, la mayoría de las 1.741.509 de líneas se destinaron a la adquisición de productos o servicios suntuosos.
La situación cambió drásticamente cuando Cambiemos desembarcó en el Gobierno, con una mirada privatista de las jubilaciones. De hecho, el trabajo de Emilio Basavilbaso en la dirección ejecutiva de ANSES se guió alrededor de esta premisa. Además de cambiar la fórmula por una que redujo drásticamente los ingresos y corrió atrás de la inflación y de desfinanciar al organismo, el macrismo usó los préstamos para las campañas partidarias.
Mientras que en 2015, el FGS destinó sólo el 2,5% de su patrimonio para estos créditos, para las legislativas de 2017 se incrementó de forma enérgica hasta el 6,1%. Esto fue facilitado al permitirle endeudarse también a beneficiarias de la asignación universal por hijo y pensionados, que hasta el momento habían quedado afuera por el mayor riesgo sistémico que implican esas líneas por la posibilidad de mora.
Para las presidenciales de 2019, Macri le echó mano a todos los fondos públicos que pudo convertir en aportes de campaña, como el acuerdo con el FMI por U$S 57.000 millones. Los créditos ANSES en ese año ocuparon el 8,4% de los recursos del fondo de ANSES.
La suba en la ponderación se dio por partida doble: además de más créditos, Basavilbaso destruyó el FGS, al punto de que pasó de U$S 65.000 millones a cerca de la mitad.
Ese endeudamiento masivo que los beneficiarios de ANSES debieron realizar para poder llegar a fin de mes dejó a muchas familias en una condición de vulnerabilidad. Esto se notó aún más con el inicio de la pandemia, por lo que el FGS tomó una decisión inédita de suspender los cobros de las cuotas y luego condonar los intereses de las deudas.
Esta resolución de Fernanda Raverta, como titular de ANSES, y Lisandro Cleri, como subdirector ejecutivo de operaciones del Fondo, implicó una inversión del Estado de $ 44.000 millones, de acuerdo a los cálculos del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda. En concreto se favorecieron 2,5 millones, entre jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH.
Esto equivalió a una transferencia indirecta de $17.600 por persona y se suma a los otros programas que el Gobierno nacional desplegó para mejorar de forma veloz los ingresos de estos sectores tan golpeados, como el de la bonificación de remedios por parte de PAMI.
El Ejecutivo también recortó la tasa de los créditos. Mientras que en 2019 se habían llegado a entregar por el 42% anual, los nuevos del año pasado se lanzaron al 29%. Ese interés incluso se encuentra por debajo de la inflación, que en 2020 alcanzó el 36,1%.
En este sentido, un jubilado que percibía la mínima en diciembre de 2019 y tenía un crédito de $ 90.000 a 60 cuotas, debía usar cada mes el 25,6% de su haber para el préstamo. Con estos nuevos créditos, la relación cuota-haber de un préstamo con las mismas condiciones, pero en el diciembre de 2020, sería del 17%. Esta reducción se dio por dos motivos: el aumento de la jubilación mínima y la reducción de las cuotas a pagar.