El Gobierno nacional apuesta a la congruencia ideológica con una parte del establishment local para continuar con su programa de ajuste y disciplinamiento social, al mismo tiempo en que se concreta una enorme transferencia de ganancias para esos mismos sectores del poder económico vernáculo. Ese es el rol que viene ocupando el ministro predicador (para la destrucción del Estado) Federico Sturzenegger, tal como lo demostró durante su participación en el último coloquio de IDEA.
“No nos pidan que bajemos impuestos, pídannos que haya menos gasto”, sostuvo el ideólogo del DNU 70/23. La frase se hizo carne, recientemente, en la prédica un pope de la agricultura vernácula, Ignacio Lartirigoyen, dueño de uno de los grandes pulpos del sector. Durante un reportaje radial (La Red Rural), lanzó: “No tenemos que pedir que se saquen las retenciones, debemos reclamar que se siga bajando el gasto público”.
El Gobierno y el establishment local pretenden que el programa de ajuste y disciplinamiento social sea concebido como un “acto de madurez” por parte de la población y la propia casta empresarial. La crueldad del ajuste vista como “un cambio cultural”.
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“El cambio lo vamos a sufrir todos. Debemos adaptarnos a esta nueva realidad. Es un cambio cultural. Si el país tiene que recuperarse, todos deberían aportar lo suyo”, agregó Lartirigoyen, presidente de presidente de Lartirigoyen y Cía S.A
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Cuando el mensajero es el mensaje
No es común que se escuchen las voces de los verdaderos dueños de los granos y el negocio agroexportador en el país, más acostumbrados a verter sus opiniones a través de las cámaras patronales como la Mesa de Enlace o la CIARA – CEC. ¿Se sentirán envalentonados con la prédica de la casta mileista?
“Me encantaría que sacaran las retenciones pero hoy no sería algo real. Hay algo más importante, y en eso coincido, que es el equilibrio fiscal. Hoy aportamos al equilibrio fiscal. En la medida en que se baje el gasto, nos irán sacando impuestos”, manifestó Lartirigoyen en diálogo con La Red Rural. Coincidencia ideológica.
La administración Milei apuesta por la concentración de la economía, con un achicamiento del mercado interno y el desplazamiento de la población hacia los márgenes sociales.
En este escenario, al poder económico exportador poco parecería importarle el actual proceso de exclusión social detrás de la motosierra mileista. Por eso reclaman la profundización del ajuste mileista. Ellos siempre ganan.
Para el Centro de Estudios Agrarios (CEA), los guardianes de los granos son 1.259 empresas, con 2.458 plantas de almacenaje. Un puñado de sociedades concentra la siembra, el acopio y la exportación.
En la cúspide del área sembrada se encuentra Adecoagro (Mariano Bosch), con 210.000 hectáreas; le sigue Aceitera General Deheza, del ex senador Roberto Urquía y Miguel Acevedo, ex titular de la UIA, con la siembra de 200.000 hectáreas y una capacidad de acopio de 4 millones de toneladas. En capacidad de siembra sigue el grupo Lartirigoyen, que supo hacer buenos y malos negocios con Oleaginosa Moreno, luego conocida como Glencore y hoy Viterra, fusionada recientemente con Bunge. Cuenta con más de “14 unidades de negocios”.
La informalidad negada
“Otra cosa que sería relevante se vincula con la formalización de la economía, para que aportemos todos un poco más parejo”, sostuvo. Los empresarios rurales no suelen hablar de los niveles de informalidad que existen en el sector. Mucho menos de la responsabilidad que les cabe. Silencio de radio.
“En distintos sectores de la cadena, con todos los tipos de cambios que se manejan, la competitividad (de las empresas) resulta muy diferentes si se está dentro de la formalidad o la informalidad”, manifestó sin repreguntas ni objeciones. Para Lartirigoyen, la “informalidad” señalada sería un problema de la macro.
“Es muy importante la informalidad en el agro. En la última parte de la cadena veo mucha informalidad”, agregó. ¿Se refería a los exportadores, acopiadores, los productores, o los peones que suelen trabajar en condiciones precarias?
En este punto también existe una coincidencia ideológica con la administración Milei. “Muchas acciones nos pueden hacer competitivos, entre ellas, la baja de las cargas sociales”, señaló. “No nos pidan bajar impuestos”, había dicho Sturzenegger. La reforma laboral es el sueño húmedo de los popes empresariales del país.
Los datos
En el sector agropecuario se registró una de las mayores transferencias en favor de los exportadores y grandes productores, siempre en detrimento de la fuerza laboral del sector.
De acuerdo al último informe del Indec, la remuneración al trabajo durante el primer trimestre del año participó con el 15% en la generación de ingresos del sector, mientras que los dueños del capital lo hicieron con el 77,6%. La situación se mantuvo estable en la comparación con el mismo período de 2023. En relación al escenario del primer trimestre, los trabajadores del sector primario descendieron 6 puntos porcentuales en su participación.
La informalidad laboral en el sector rural es estructural. Según el Indec, para el primer semestre de este año existían 1.246.000 trabajadores, de los cuales solamente se encontraban en una relación laboral formal la friolera de 344.000 personas, mientras que 481.000 trabajadores y trabajadoras no estaban registrados. Es decir, el 38% del total de las personas empleadas en el sector primario rural se encontraba en la informalidad.
El resto de los trabajadores se contabiliza como no asalariados, donde pueden confluir cuentapropistas y monotrobutistas, también categorías que dan cuenta cierta precariedad laboral. Al primer semestre de este año, se encontraban en esta situación 421.000 personas, cuando un año atrás eran 388.000 personas.
¿Se está generando un cambio cultural?