Mientras vuelan los precios internacionales de los granos en medio de la pandemia, los productores agropecuarios de la zona núcleo multiplicaron sus ganancias brutas. Los márgenes para los campos de maíz se incrementaron 216% en dólares, de soja 113% y de trigo 24% en el último año. Las subas de los principales commodities en el último año generan un impacto sobre los alimentos. En el medio, el debate sobre las retenciones vuelve a resonar para imponer una barrera que impida que estas alzas a nivel mundial signifiquen una caída en el poder adquisitivo de los hogares.
A lo largo del último año, los precios de las materias primas rurales aumentaron sustancialmente. Además de factores climáticos y un mayor consumo, esto estuvo impulsado por fondos buitre que buscaron en estos recursos una reserva de valor en medio de la peor crisis sanitario-económica de la humanidad.
En este contexto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, propuso un plan a diez años que implicará una erogación de 1,8 billones de dólares para mejorar la protección social. El paquete de estímulos anunciado a los 100 primeros días de gobierno buscará reactivar una economía golpeada duramente por la pandemia. Esta inédita inversión, que se financiará con deuda, seguramente tendrá un impacto negativo en la tasa de interés de la Reserva Federal, lo que volcará más a los fondos especulativos sobre otros activos más ponderados, como las materias primas, lo que elevará aún más su precio.
En el último año, la soja sufrió una disparada del 93% en la plaza de Chicago hasta los 589 dólares la tonelada, el trigo del 45% hasta los 280 dólares y el maíz del 144% hasta los 299 dólares.
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La disparada de los precios internacionales
El precio de pizarra de la soja sufre un impacto multicausal, entienden desde la Bolsa de Cereales de Córdoba de acuerdo a su último informe económico. En primer lugar, Estados Unidos tuvo un área sembrada por debajo de lo esperado, además de que registró menores existencias. El recorte en la producción en Argentina y el retraso de la cosecha también impulsaron al alza. Resultó clave en la variación el incremento sustancial en las compras de fondos especulativos en Chicago, que apostaron a este grano como reserva de valor.
Si bien el trigo batió su récord de producción mundial, el mayor consumo global y la suba de las exportaciones lo contrapesaron, de la mano de la mayor demanda de China para consumo humano y animal. Hubo un recorte en la relación entre stocks y consumo al punto que, si se le quita el peso chino, alcanzó la menor marca de las últimas siete campañas.
Para el caso del maíz, el precio se incrementó principalmente por una caída en las existencias mundiales. De hecho, la relación entre stocks y consumo se ubicó en el menor nivel en siete años. El área sembrada en Estados Unidos se mantuvo por debajo de lo esperado y también se vio un recorte en la producción de Argentina, además de un retraso en la cosecha local.
Ganancias, por las nubes
De acuerdo a los números de la publicación de mayo de Márgenes Agropecuarios revisada por El Destape, en un campo al norte de la provincia de Buenos Aires o sur de Santa Fe que tuvo un rendimiento de 80 quintales de maíz, la ganancia estimada es de 702 dólares por hectárea. Esto se explica por ingresos brutos de 1.560 dólares por hectárea, menos gastos de comercialización de 366 dólares por hectárea. El resto de los costos variables (labranza, semilla, agroquímicos y de cosecha) suman 493 dólares por la misma unidad.
Estas proyecciones implican un aumento en el margen bruto del 216% respecto a las del mismo mes de 2020, cuando para ese mismo campo promedio se había ubicado en 222 dólares por hectárea. Allí el ingreso bruto había sido de 968 dólares por hectárea, los gastos de comercialización de 308 dólares y los costos totales de 438 dólares por hectárea.
Para los productores de soja de primera en el sudeste bonaerense con un rinde de 24 quintales por hectárea, Márgenes Agropecuarios calculó una ganancia de 349 dólares brutos por hectárea. Esto se debió a ingresos por 739 dólares por hectárea, menos gastos de comercialización de 119 dólares y costos totales de 270 dólares por hectárea.
Esto significó un aumento de 113% contra un campo sojero de idénticas condiciones contra mayo del año pasado, cuando había pronosticado 164 dólares por hectárea. Esto se había compuesto por ingresos brutos por 514 dólares por hectárea, gastos de comercialización de 101 dólares y costos totales de 248 dólares por hectárea.
Un campo de trigo en el sudeste de Buenos Aires con rinde de 47 quintales gana 390 dólares por hectárea. La revista especializada prevé ingresos por 996 dólares, gastos de comercialización de 150 dólares y costos totales de 456 dólares.
Las ganancias brutas para el trigo se incrementaron 24% contra las del año pasado, cuando el resultado había sido de 315 dólares por hectárea para el mismo terreno. Esto se integró por 790 dólares de ingresos, menos 126 dólares de gastos de comercialización y 349 dólares de costos totales.
Si bien los gastos de estructura no están contabilizados en la proyección del margen bruto, los guarismos de por si dan una noción de las ganancias extraordinarias que percibieron los productores en tan solo un año.
La inflación de los alimentos
La suba de precios de la economía se mantiene en la agenda del equipo económico, pese a su descenso en abril. Los alimentos lideraron las alzas de casi todos los meses previos y un aumento todavía mayor de los granos a nivel internacional tendrá un nuevo impacto en las góndolas de los supermercados.
Para abril, las consultoras estiman que la inflación rondó el 4 por ciento. El Indec midió un 4,8 por ciento en marzo, 3,6 por ciento en febrero y 4 por ciento tanto en enero como diciembre.
Los últimos sondeos reconocen una desaceleración en el precio de la comida, que había fogoneado la inflación en el último año. LCG relevó para abril un incremento en los alimentos entre el 3,8 y 4 por ciento. En marzo este segmento, medido por el INDEC, arrojó 4,6 por ciento y respecto a igual mes del año pasado el alza fue del 44,8 por ciento
La tendencia alcista de los commodities en los mercados globales puede perjudicar el objetivo del Gobierno de mejorar la capacidad de compra de las familias tras las medidas desplegadas para bajar los precios. Ante esto, reflotó el debate sobre la posibilidad de subir las retenciones, que ofician de barrera para que el precio internacional no se traslade de lleno a las góndolas.
Dos semanas atrás, la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, admitió: "Nos preocupa la inflación. Y las presiones en el precio de los alimentos las tiene todo el mundo". "Argentina produce alimentos y los exporta. El problema es desacoplar los precios de exportación del precio interno", explicó en El Destape Radio.
La funcionaria indicó que "para desacoplar los precios de exportación del precio doméstico hay que tomar medidas como los cupos, las retenciones o las declaraciones juradas". Ante esto, sinceró que "el aumento de retenciones está en análisis". "Hay 2 elementos que cuando se hizo el presupuesto no tenían esta magnitud: la segunda ola y la suba de los precios internacionales".
Las retenciones tienen el rol de intermediar entre los precios internacionales y los internos. De modo que en Argentina cuando se incrementan los granos en Chicago, que acá son exportables, fronteras adentro también suben los valores. Esto tiene consecuencias directas en los alimentos. Los derechos de exportación actúan como un filtro, que aminora el impacto en el alza interna y, por lo tanto, disminuye la suba en las góndolas.
Récord en liquidación de divisas ante los elevados precios
Por los altísimos precios internacionales, el sector agroindustrial liquidó en abril divisas por 3.031 millones de dólares, monto que duplicó los ingresos de un año atrás. Con esto, a lo largo del primer cuatrimestre marcó un total de 9.755 millones de dólares, la cifra más alta desde 2016 para el período, de acuerdo a las cifras de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC).
“El dato más relevante es el récord histórico absoluto alcanzado en el ingreso de divisas para el acumulado del primer cuatrimestre. Es consecuencia del fuerte aumento de las exportaciones”, destacó el Monitor Agroindustrial de CIARA-CEC. De hecho, sobrepasó en 1.707 millones de dólares la anterior marca máxima, alcanzada en enero-abril de 2016.
Las exportaciones de aceite de soja tuvieron una fuerte reactivación durante enero (638.398 toneladas), febrero (442.786) y marzo (483.687), lo que totalizó en el primer trimestre 1.564.870 toneladas. “Esta cifra es récord histórico absoluto para el período considerado, lo que responde a la firme demanda por aceite de soja a nivel mundial”, remarcó el análisis.
Las exportaciones de harina de soja también tuvieron un fuerte aumento en el marzo (2.277.903 toneladas), febrero (1.865.225) y enero (2.392.176), con lo que se sumaron envíos récord en el trimestre, por 6.535.203 toneladas.
Según el informe, el nivel de uso de la industria (molienda real versus la capacidad teórica máxima), tuvo una “fuerte recuperación” en el trimestre, con valores cercanos al 59% y 62%. Había llegado al mínimo histórico del 15% en diciembre.