El Gobierno negocia con el FMI que las tarifas suban menos que los salarios y el dólar no supere a la inflación

La fuerte suba del precio internacional de la energía modificó la letra chica del acuerdo con el Fondo. El Plan de Massa. Si hay financiamiento internacional habrá más obras y si se crece más habrá menos déficit. El dólar dejará de depreciarse.

19 de febrero, 2022 | 20.54

Cuando Martín Guzmán acordó una reducción del déficit fiscal y una disminución de los subsidios a la energía el millón de BTU de gas costaba 17 dólares. Hoy sale 25 dólares. En ese tiempo también se acentuó la sequía con su consiguiente caída de la generación de energía de las plantas hidroeléctricas del país. En estas condiciones la disminución de los subsidios pactada se hace casi imposible. “El Fondo Monetario Internacional entiende que Argentina no va a convalidar los aumentos internacionales, pero tenemos que dejar por escrito qué pasa si esto no cambia y no cumplimos”, señaló a El Destape una alta fuente oficial. “La reacción natural del FMI será pedir una nueva suba de tarifas, por eso hay que dejar asentado un tope de suba”, agregó.

La baja de subsidios es el principal problema a resolver para firmar el acuerdo. No sólo por la suba de costos; también por las diferencias sobre el tema entre el equipo económico y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Por eso en el gobierno avanzan en un esquema que relacione directamente las tarifas al salario. Por ejemplo: “las tarifas no podrán subir más de un 80% del Coeficiente salarial del Indec”, que incluye salarios registrados y no registrados. De esta manera, el gasto real en energía de las familias seguiría bajando año tras año durante el acuerdo. La idea es del presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa y se basa en un proyecto que impulsaron el Frente Renovador, el PJ y el kirchnerismo en 2018 para frenar los tarifazos de Mauricio Macri. En ese momento logró aprobarse, pero el ex presidente la vetó.

En 2018 la ley alineaba directamente la evolución de las tarifas al coeficiente salarial. En este caso la idea es que los servicios suban un 20% menos que los ingresos. Massa piensa que “ahora hay recuperar poder de compra, por eso las tarifas tienen que subir solo un 80% de lo que crezcan los salarios, al menos durante dos años. Estamos 23 puntos abajo del poder de compra de 2015. Con este sistema gana el trabajador, que suma poder de compra, y las empresas tienen previsibilidad”. La idea, que fue tomada rápidamente por Alberto Fernández, mantiene la tarifa social y elimina todos los subsidios del decil más alto. Más allá de lo que incluya el acuerdo se habla de que se legisle por ley o por decreto.

En Economía insisten en que “si no se incluye este ítem en el acuerdo, en caso de incumplimiento, habrá que pedir un waiver y se terminará ajustando el gasto en obras públicas. “Tenemos que cubrirnos sobre qué cosas podemos hacer y qué cosas no podemos hacer si no dan los números en las revisiones trimestrales”.

La reunión del miércoles pasado del directorio del FMI dejó abierta la puerta para un acuerdo en cualquier momento. El organismo está dispuesto a firmar lo acordado. Los últimos escarceos se concentran en dejar sentado cómo se resolverán las diferencias en caso de incumplimiento. Esto es fundamental. El gran temor del Instituto Patria es el desgaste que sobrevendrá ante cada revisión trimestral. “El día que se firme el acuerdo ya está incumplido”, afirman cerca de Cristina. Por eso la importancia de dejar sentado cómo se resuelven las muy probables diferencias ante cada revisión.

Inflación, dólar y crecimiento

Con esta inflación en 2023 el Frente de Todos pierde las elecciones. En Economía piensan que “se trata de un fenómeno monetario por el que va aumentando la velocidad en que los ciudadanos se sacan los pesos de encima. Este es el gran problema, frenar la inercia. Emitimos 11 puntos del Producto en 2 años. Hay que bajar la emisión. Hace falta un shock de expectativas y eso se logra firmando el acuerdo y cumpliéndolo”. Como se ve, el ministro no cree que el problema se arregle con una empresa estatal de alimentos.

El acuerdo con el Fondo incluye una baja de la inflación en el rango de entre 5 y 7 puntos anuales. La meta no es imposible ni mucho menos. El tema es que las herramientas utilizadas para lograrlo no frenen el crecimiento económico. El acuerdo con el Fondo prevé un 4% para 2022, un 3% para 2023 y un 2,75% para 2024. Habrá que hacer sintonía fina para lograrlo.

Lo importante son las reservas

“El gran objetivo es acumular reservas. Ese será el eje. La parte fiscal y monetaria son instrumentos para acumular reservas”. La frase resume la orientación filosófica de la posición argentina con el Fondo y es correcta. El problema es que choca con lo que sucedió en los últimos dos años, en los que batiendo récords de exportaciones las reservas cayeron. Es cierto que se pagó al Fondo, pero también que se aprobaron importaciones en exceso para vivillos que hicieron stocks con un dólar a 100 pesos, que se permitió adelantar cancelación de deudas empresarias con el exterior y que se sigue entregando un dólar muy barato para turismo. Ahora se apuesta a la suba de la tasa de interés para incentivar inversiones en pesos. Las metas de aumento de reservas son trimestrales. El equipo económico y el Central tendrán que mejorar mucho para cumplirlas.

Como cualquier plan económico, para que sea efectivo es imprescindible que sea consistente. Que las variables apunten a un mismo objetivo. El acuerdo con el Fondo prevé que “el tipo de cambio real no se depreciará”. Habrá que ver cómo se logra que el dólar marche apenas abajo de la inflación (la diferencia se compensa con la inflación de Estados Unidos), las tarifas comiencen a moverse a otro ritmo y que no suba la inflación. El ministro confía en el ancla monetaria y en la suba de reservas.

Las cláusulas contra cíclicas

De algún modo, un acuerdo con el Fondo se parece a un presupuesto: debe suponer una situación en particular y de ahí estimar las variables. Pero el mundo se mueve y nada sale exactamente como se pensó. Por eso las partes discuten qué ocurre si algo cambia. El acuerdo incluye dos cláusulas contra cíclicas:

  • Si hay mayor financiamiento externo se puede aumentar el gasto de capital. Guzmán piensa que podrá conseguir más dinero del esperado hasta ahora del BID, el Banco Mundial y el BIRF. También espera fondos de China para financiar obras del país asiático en Argentina. Así podría realizar más obra pública sin subir la emisión. De esta manera podría crecer más.
  • La segunda cláusula anti cíclica incluida en el acuerdo es que si se crece más de lo acordado y entonces se recauda más el país se compromete a reducir más rápido el déficit fiscal.

Estados Unidos

Quedó claro que la visita de Santiago Cafiero a la Casa Blanca terminó de destrabar el acuerdo y también que la gira por Rusia y China generó ruidos. Esta semana el embajador Jorge Argüello estuvo en el Departamento de Estado, la Secretaría de Seguridad y el Congreso. El resultado fue positivo. “No habrá interferencias para el acuerdo”, le dijeron. De hecho, luego de sus reuniones el directorio del Fondo dio una opinión positiva y el embajador norteamericano en Argentina, Mark Stanley, visitó a Cafiero en su despacho. Argüello recibió el mensaje de que “les interesa mucho la posición argentina sobre Nicaragua”. Ya lo habíamos notado.

Unidos o dominados

El acuerdo saldrá del Congreso aprobado, pero las diferencias ya quedaron asentadas públicamente. Ahora las miradas estarán centradas en las revisiones trimestrales. “Si no dan los números pedirán un ajuste y si no suben las reservas van a pedir una devaluación”, señalan en el Patria. Alberto cree que es posible cumplir, pero entiende que es muy probable que haya que pedir waivers y renegociar algunas pautas si se incumple. La diferencia es que el presidente cree que se logró el mejor acuerdo posible y Cristina no. Hay otra diferencia sustancial. La vicepresidenta piensa que la negociación debió ser en tono de confrontación, haciendo más claramente responsable al Fondo del crédito delirante entregado para que Macri gane la elección. “Aún si no conseguíamos más, quedábamos mejor parados políticamente. Así convalidamos lo hecho por el FMI y por Macri”. Pero hay en el aire un concepto implícito: el Fondo cedió más que de costumbre para evitar ese conflicto.

Cristina no va a ser Chacho Álvarez ni será Julio Cobos, pero seguro no querrá ser candidata a vicepresidenta de Alberto nuevamente. Si al presidente le va bien será el candidato a reelegir sin mucha discusión. Buena parte de la población aún recuerda el desastre que hizo el macrismo y podría ganar. Para armar cuenta con gobernadores, sindicatos, organizaciones sociales y los últimos días con varios kirchneristas. Si no le fuera bien, cuesta pensar que alguien del Frente pueda ganar una elección nacional en 2023.